Capítulo 15 (parte 2)

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—Christian, yo no... — digo dejando que mi voz se apague sin dejar la frase acabada.

Ojalá no fuera tan tímida. Pero una no tiene todos los días al hombre de sus sueños enfrente de ella diciéndole que la va a follar hasta reventarla.

Mis mejillas se encienden al pensar en esa escena.

—No te preocupes por nada. En mis manos estás a salvo. Te guiaré, preciosa. — exclama dándome un casto beso en los labios— Y ahora, déjame enseñarte la razón de mi existencia.— Le miro dubitativa sin entender sus ultimas palabras.— El diablo ha sido creado para proporcionar placeres que no están en manos de todos. Déjame llevarte a la oscuridad.— susurra sobre mis labios.

Asiento rápidamente sin acabar de creerme que esto sea de verdad. ¿Podría haber bebido tanto que esto puede que sean meras imaginaciones mías? Me pellizco un brazo y suelto un pequeño gritito bajo la graciosa mirada de Christian. Es bueno saber que Él también me desea, y saber que yo soy la causante de ese gran bulto hace que una tímida sonrisa se dibuje en mis labios.

Christian me da un beso en cada hombro y retira el sujetador de encaje con destreza, dejando mis pechos al aire. Estos se ponen erectos al instante y Christian lleva sus manos a ellos amasándolos entre sus manos delicadamente. Me besa lentamente y yo creo arder con sus caricias. Se separa de mí y cuando veo sus intenciones cierro los ojos extasiada.

Baja su lengua por el largo de mi cuello hasta el medio de mis pechos. Abro los ojos viendo como Christian me mira. Su lengua sigue su recorrido hacia mi pezón izquierdo y le da un ligero lametazo. Un gemido sale de mi boca al sentir el contacto de su boca en esa zona. Muerde el pezón acercándome más a él y yo me dejo llevar por las sensaciones.

Repite el mismo proceso en el otro pecho y siento como poco a poco voy perdiendo el control de mi cuerpo.

—¿Quieres bailar con el diablo?— susurra besándome en los labios lentamente.

Christian se separa de mí y lleva sus manos a mi coleta y la deshace. Los mechones rubios caen por mi cara y me mira deslumbrado, como si fuera la única mujer que hiciera latir su corazón.

Cierro los ojos por la absurdez que se acaba de pasar por mi mente y dejo de pensar en lo que pasará mañana, quiero vivir en el momento. Aquí, con él.

—Si.— susurro en bajito y Christian me muestra una espectacular sonrisa.

—Colócate en el centro de la cama, cielo.— me implora con voz dulce mientras se da la vuelta hacia la puerta apretando los puños.

Le miro extrañada, pero rápidamente hago lo que me pide y me recuesto en la cama, apoyando la cabeza en la almohada.

Los músculos de la espalda de Christian se contraen y ladea su cabeza. Cuando se gira su mirada está completamente oscura por la excitación que envuelve su cuerpo. Sube a la cama lentamente y yo le miro mimosamente desde donde estoy. Apoya sus grandes manos en mis caderas con fuerza hasta que un gritito sale de mi garganta.

Eso le hace sonreír enormemente. ¿Le proporciona placer verme sufrir? ¿En qué clase de mundo andas metido, Christian?

Le miro curiosamente y por un momento Christian rehuye mi mirada como si se sintiera cohibido por mi mirada.

Agarra mis braguitas de encaje y de un solo tirón las rompe haciendo que un gemido se escape de mi boca. ¿Me acaba de romper las bragas? Me gusta este Christian. Me siento protegida entre sus brazos.

—¿Estás lista para sentir al diablo en ti? — exclama y yo asiento imperceptiblemente viendo como Christian ahora mismo pareciera poseído por una fuerza del mal.

¿Por qué se compara tanto con el diablo? El diablo es maligno, despiadado. Él no tiene pinta de llegar a esos extremos, pero su mirada me indica que debería alejarme de él por mi bien. Pero ahora no hay vuelta atrás. No quiero que se vaya de mi vida.

Me apoyo en los codos y veo como Christian contempla maravillado a mi zona íntima. Acerca su rostro lentamente y la vergüenza impregna mis mejillas sabiendo lo que ocurrirá.

En el momento que su boca toca mis labios vaginales un enorme estremecimiento recorre mi cuerpo de pies a cabeza. Un ronco gemido se escapa de su garganta y yo no puedo apartar la mirada de su boca en mi vagina.

Succiona.

Lame.

Muerde.

Su mirada la mantiene en todo momento en mis ojos y, los míos me cuesta mantenerlos abiertos por el tremendo placer que envuelve cada centímetro de mi cuerpo.

Me recuesto de nuevo en la cama y llevo mis manos a los rizos cortos de Christian acercándole más a mi coño. Noto como mi zona íntima se humedece más y más.

—¿Qué está pasando?— exclamo de pronto cuando siento algo extraño en mi vientre.

Christian me mira de manera dulce y me sonríe sensualmente mientras tira de mi clítoris.

—Déjate llevar.— exclama susurrando sobre mi zona íntima y hago lo que me ordena el diablo.

De pronto siento como un fuerte orgasmo me atraviesa haciendo que gemidos sin control salgan por mi boca. Mi cuerpo convulsiona y cierro los dedos de los pies contra la sábana.

Christian sigue bebiendo de mis jugos hasta que separa su boca de mi vagina. Diablos. Nunca tendré suficiente de él.

—Cielo, nunca me cansaré de beber de tu elixir. Nunca en mi vida había probado un coño tan delicioso. Te lo acabo de dejar limpio y ya vuelves a estar empapada. Me he vuelto adicto a ti.— exclamo besando mi coño. — Lo siento, pero ya no hay vuelta atrás. A partir de ahora serás mía y de nadie más. Nadie puede saber lo nuestro.

Una incrédula sonrisa se forma en mis labios dejándome realmente sorprendida. Una risita risueña se escapa de mi boca. Debo de estar soñando. Esto no me puede estar pasando. ¿El mismísimo Christian Hill me ha pedido que sea suya?

Mis mejillas se tiñen de rojo sintiendo como el corazón se me acelera tanto que mi respiración se entrecorta.


Nunca me cansaré de sentir su boca en esa zona. Introduce dos dedos dentro de mi y yo suelto un chillido. Los mueve lentamente y no me puedo concentrar en nada más que en el sonido que provocan sus dedos entrando y saliendo de mi cavidad. Mueve sus dedos en círculos y yo agarro 

Christian suelta un ronco gemido y se aparta de mí poniéndose de rodillas en la cama. Me muerdo el labio inferior cuando se agarra la polla sobre los vaqueros. Aparto la mirada enseguida. ¿Por qué nunca me había fijado en esa zona de su cuerpo?

—¿Quieres tocarla?— susurra roncamente y mis mejillas arden sintiendo como el calor vuelve a inundar cada centímetro de mi cuerpo.

No puedo evitarlo y vuelvo a mirar esa pecaminosa zona tan tentadora. No sé que es lo que me ocurre, pero me arrodillo en la cama y le miro sonrojándome aún más. Cuando estoy a punto de asentir recuerdo que quiere que le responda a sus preguntas. Mi hombre enigmático.

—Si.— exclamo mirándole directamente a los ojos y Christian me mira sorprendido.

Seguro que no se esperaba esa respuesta, o que no fuera capaz de pronunciarlo en voz alta. Entre el nerviosismo de tenerle tan cerca de mío reúno el valor suficiente para acercarme hasta él. Christian me mira curioso, esperando a ver que es lo que hago. Acerco mi mano derecha hacia su pantalón vaquero y me da una palmada en la mano. Le miro con el entrecejo fruncido. Me ha preguntado si quería tocarla y que dios me perdone pero ya que estoy pecando quiero hacerlo hasta el fondo. No sé si esto será un error, pero ahora ya es muy tarde para volver atrás. Quiero volver a hundirme en los brazos del diablo.

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