Christian asiente imperceptiblemente con la cabeza y yo me asusto de que no pelee. Algo muy gordo se debe de estar tramando en su cabeza para que deje pasar esto tan rápido.
Se guarda de nuevo la polla en los pantalones y yo me entristezco porque la bestia vuelva a esa oscura mazmorra. Yo tengo una preciosa garganta donde podría vivir de por vida.
Mis mejillas se tiñen de rojo por la imagen que se acaba de recrear en mi mente. Joder. No tenía ni idea de que yo pudiera albergar esa clase de pensamientos dentro de mi. Quién lo diría de la buena de Alba.
Christian se recuesta de nuevo cómodamente en la cama y con el dedo índice me pide que me aproxime. Como hipnotizada me muevo de nuevo hacia él y de pronto me encuentro tumbada a cuatro patas sobre su regazo.
¿Pero qué coño?
—Suéltame.— exclamo pataleando tratando de levantarme, pero me tiene inmovilizada.
—¿Creías que te ibas a librar así como así? Te pedí amablemente que me chuparas la polla, y ambos sabemos que eso no suele ocurrir nunca. Cielo, escogiste el camino del peligro y eso tiene graves consecuencias.— exclama acariciando con lentitud las nalgas de mi culo.
Abro los ojos de golpe y noto como la piel se me pone de gallina. No sé si estoy preparada para que me azote con el cinturón, nunca en mi vida había hecho nada meramente parecido. Confío en él, pero necesito estar preparada para ese paso.
De pronto un fuerte azote hace que me aleje de mis pensamientos. Un gritito de placer se escapa entre mis labios. Christian empieza a asentarme una estampida de golpes. Cada uno suena más fuerte que el anterior.
Zas.
Zas.
Zas.
Cada golpe va directo a mi clítoris. No sé que ocurre, pero mis fuertes chillidos se van convirtiendo en sonoros gemidos.
—Dame más fuerte.— imploro entre gemidos completamente fuera de mí.
Ahora mismo no me avergüenzo de nada, esto es lo que quiero. Y quiero que sea con él.
—¿Te gusta, cielo? Creo que me va a reventar el pantalón de ver lo rojo que te está quedando el culo. Nunca había visto algo tan delicioso.—dice Christian mientras me sigue azotando sin descanso.— Déjame hacerlo.— me suplica y sé perfectamente a lo que se refiere.
A la mierda. Yo también lo quiero.
—Hazlo, Christian.— susurro mientras me muerdo los labios.
Lo necesito. No puedo seguir aplazándolo más.
Los golpes paran dejándome en una nube de calor.
Cuando noto el suave tacto del cuero acariciando mis nalgas un ronroneo sale de mi garganta. En el instante que dejo de sentirlo aprieto los puños con fuerza esperando el primer golpe. Muevo mi cabeza ligeramente y Christian parece encontrarse en otro lugar fuera de aquí.
Acaricia lentamente el cinturón y una socarrona sonrisa se dibuja en sus labios. No es una sonrisa feliz, más bien es una sonrisa fría. Se gira a mirarme y me distraigo con su mirada oscura.
Zas.
Un fuerte chillido agudo se escapa de mi boca y cierro los ojos sintiendo como un dolor abrasador atraviesa mis nalgas recorriéndome todo el cuerpo.
Respiro agitadamente sintiendo como poco a poco ese dolor se va transformando en un dolor placentero que va directo a mi clítoris.
Abro los ojos y le imploro a Christian con la mirada que siga. El sonido del cinturón vuelve a impactar sobre mis nalgas y yo chillo de placer, sabiendo que ese dolor se transformara en placentero.
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Mi Perdición
RomanceCuando lo vi supe que sería mi perdición. Era el hombre que cientos de escritoras describían en sus libros y era mucho mejor de lo que me imaginaba. ¿Sabéis cual es la parte más increíble? Es escritor y acaba de publicar un LIBRO ERÓTICO. ¿Lo peor...