Mi Perdición

Capítulo 5 (parte 3)

Me quito las gafas de sol y las coloco en la tumbona de al lado, están llenas de gotitas de agua.

Alba era una niña muy inteligente a pesar de tan solo tener 7 años. Lo que más llamaba la atención de ella eran sus ojos azules grisáceos y ese pelo rubio rizo que ahora estaba recogido en un moño. Tenía muy consentida a mi sobrina, cuando hacía pucheros era imposible negarle nada.

Le saco la lengua y ella por instinto repite lo mismo que yo, al tiempo que me da suave palmaditas en las pantorrillas. De fondo se empiezan a escuchar los primeros acordes de Bad Blood de Taylor Swift y Alba empieza a mover su cabecita de un lado a otro. Es una gran fan de ella y como consecuencia su tía favorita también lo era.

Canto a todo pulmón la canción mientras hago gestos exagerados al cantar, eso le encantaba y se reía con esa risa de ángel.

Mi móvil empieza a sonar y yo lo ignoro por completo, no quiero saber nada de nadie, solo quiero pasar un perfecto día con mi familia.

Pillándome desprevenida Alba coge el Iphone y responde a la llamada mientras yo le suplico que me devuelva el teléfono.

-Hola- dice con esa vocecita que podría derretir a cualquiera y yo desisto de suplicar porque no me hará caso. - Soy Alba, la sobrina favorita de Alba. - dice esto último mirándome y retándome a que diga lo contrario.

No sé con quién estará hablando pero escucha atentamente a todo lo que le están diciendo.

—¿Me lo prometes? —¿Qué le prometan el qué? La mira confusa sin entender. — Vale. Toda tuya. — me entrega el móvil y se va corriendo hasta la orilla de la piscina.

Me quedo con el aparato en la mano como una estúpida sin saber qué hacer. Me fijo bien y el nombre de Christian aparece en la pantalla. Dudo unos segundos si rechazar la llamada o no, pero debido a la atenta mirada de mi sobrina prefiero contestarle.

—¿Qué quieres? —escupo más enfadada de lo que pretendía, pero se lo merecía.

—¿No me vas a decir ni un simple hola por lo menos? —suspira fuertemente.—Necesitamos hablar contigo. El otro día te marchaste sin decir nada, no contestabas el teléfono y no sabíamos si te había pasado algo malo o...

—No tengo ganas de hablar. —mascullo interrumpiéndole. —No sé si podré volver a hablaros. —digo tristemente.

—¡Joder, Alba! Por lo menos déjame verte, aunque sea una última vez. — suplica.

Noto en su voz tristeza y no quiero que estén mal por mí, pero ahora mismo no sabría con qué cara mirarlos. Esta amistad ya no tiene ningún sentido...-

-Christian... — se me traba la voz y no puedo continuar. Estoy tratando de contener las lágrimas para no preocupar a mi familia.

—Por favor, Alba. Una última vez. —noto como su voz se quiebra a través del teléfono.

—Vale. Una última vez.

Cuelgo la llamada y me quedo mirando a la nada.

Necesitaba pasar página y comenzar una nueva vida, aunque eso supusiera despedirme de mis amigos. Hasta hace cuatro días mi vida era de lo más tranquila, pero desde la llegada de James Hudson todo había dado un vuelco. Por más que intentará descubrir que era lo que pasaba no llegaba a ninguna conclusión. Me había sentido la peor persona por haber tenido dos encuentros de lo más apasionados con James, y resulta que a mi amiga Lydia no le importaba compartirle. ¿Ella estaría al tanto de lo que había pasado entre nosotros? ¿Tendrían planeado hacer una orgía o surgió en el momento? Y lo más importante, ¿a Emily no le importaba que Christian me hubiera besado?

Sacudo la cabeza para intentar que todas esas preguntas sin respuestas se escapen, pero es en vano. Las aparto al fondo de mi mente y dejo de preocuparme, al menos por el momento. Ya tendré tiempo de comerme la cabeza cuando esté sola en casa.

Salgo disparada de la tumbona y me tiro en bomba en la piscina. La sensación del agua es de lo más agradable y esa presión que había sobre mis hombros, se disipa al instante. Me tumbo boca arriba sobre el agua y muevo los pies para mantenerme a flote. Hacía muchísimo tiempo que no me daba un baño en la piscina y había olvidado la sensación de libertad que me producía estar en este lugar.

Aquí dentro los problemas de fuera parecían más pequeños de lo que realmente eran, y esa sensación me encantaba.

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