Capítulo 2 (parte 5)

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La ignoro y me siento en la silla. Y por fin me bebo el vaso de Nestea que tanto estaba ansiando. Emily imita mis movimientos y se sienta enfrente de mí. Hoy lleva un pantalón gris de algodón y una camiseta blanca; sigue completamente preciosa. Si yo me pusiera eso estaría horrible. Lleva su pelo castaño recogido en una coleta y sin rastro de maquillaje en su cara. Entonces me doy de cuenta de lo irónico de la situación. Normalmente yo sería la que iría sin arreglar y no al revés.

Corto un trozo de mignon con el tenedor y me lo llevo a la boca. ¡Está delicioso! Me encanta la crema que ha hecho Emily para acompañar al filete.

—¡Esto está de muerte Em! Por cierto, ¿Christian no viene a comer?

—Gracias, cariño. Está atendiendo unas llamadas del trabajo. Ya sabes como es.— dice rodando los ojos.— ¿Qué has hecho esta mañana?—me señala con el tenedor.

—Nada en especial. Esta mañana he ido a la librería con mi sobrino.

Entonces James vuelve a mis pensamientos. Sé que le debería contar lo de esta mañana a Emily, pero no tengo el valor suficiente para hacerlo. Estoy segura que después de contárselo llamaría a Lydia y se lo diría todo. Había algo, no sé el qué, que me decía que lo que estaba haciendo era lo mejor para todos.

—¡Alba! ¿Se puede saber en qué estás pensando? —me pregunta Emily.

Alzo la mirada hacia ella y me siento culpable por haberme olvidado completamente de que estaba en su casa. Ese es el efecto que causa James en mí; me hace olvidarme completamente de todo lo que está a mí alrededor. Me había prometido a mí misma no volver a pensar en él. Siendo sincera, creo que eso no va ser posible. Esto va ser mi muerte.

—Perdona. Sólo estaba pensando en lo delicioso que te ha quedado el mignon. —dije mirando hacia mi plato.

— Sí, claro. ¿A qué se debe ese cambio de look? — dice mirándome como si fuera un ser de otro planeta.

«!Joder! ¿Es que no se puede estar calladita mientras come?»

—Por nada en especial. Esta mañana entré en el vestidor y me ha dado pena que estuviera todo esa ropa ahí, y que nadie se la pusiera.

«¡Joder! ¡Está más que claro que mentir no es lo mío! »

«Mejor cállate, Alba. »

Sigo comiendo con tranquilidad, como si nada hubiera pasado. No tengo hambre ninguna, pero prefiero mantener la mirada en el plato y no mirar a Emily a los ojos. Noto su mirada encima de mí y sé que está pensando en algo. Es muy raro en ella que no haya abierto la boca para decir alguna de sus locuras. Su mente debe de estar trabajando a mil por hora, tratando de entender mi cambio tan radical.

La puerta de la cocina se abre y entra Christian apresuradamente, hasta sentarse en la cabecera de la mesa. Me quedo mirándolo fijamente. Tiene el pelo corto negro revuelto, seguramente de pasarse la mano por él. Esos ojos marrones chocolate que vuelven tan loca a Emily. Es muy atractivo y no me extraña que Em no pueda apartar sus manos de él. No puedo evitar sonrojarme y aparto la mirada rápidamente. No quiero que piense cosas raras.

—Alba, te has sonrojado. ¿Estabas pensando en cómo sería hacer un trío con nosotros? — dice con ojos de cachorrito.

Demasiado tarde. Emily como siempre pensando en el sexo.

— Emily, ¿cuántas veces te lo tengo que decir? ¡Eso nunca va a pasar! Vete olvidándote de esa fantasía tuya.

—Ni yo mismo lo hubiera explicado mejor. — dice Christian chocando los cinco conmigo.

—¡Idiotas! ¡Comed y callad! —dice chillándonos y Christian y yo no podemos evitar reírnos. — Tarde o temprano mi fantasía se hará realidad. — dice esto último susurrando y yo no puedo hacer otra cosa que poner los ojos en blanco. Esta mujer no tiene remedio.

«Dios, dame paciencia, por favor.»


Unas horas más tarde me encontraba en el banco de mi habitación observando Londres desde la ventana. La gente caminaba a paso apresurado intentando llegar a sus respectivas casas para cenar. Todos iban bastantes abrigados con sus abrigos y bufandas. El frío había vuelto y no creo que se fuera durante un largo tiempo.

Después de comer en casa de Em, decidimos comprar la película de The Neighbors. Desde hacía unos años habíamos descubierto que las dos teníamos un fuerte enamoramiento por Zac Efron. Era un puto dios griego. No nos perdíamos ninguna película en la que él saliera. Después de babear casi dos horas por él, decidí que era hora de irme. Emily me acompaño hasta la entrada de su apartamento, y recuerdo perfectamente las palabras que me dijo.

—Alba, Lydia me ha llamado hoy. Quiere que mañana vayamos a cenar a su casa. — dice mirándome tristemente.

—Em, no creo que eso sea una buena idea. Será mejor que no vaya. — digo susurrando.

—Vamos a hacer una cosa. Si mañana a mitad de la cena te encuentras mal y te quieres ir, Christian y yo te acompañaremos sin dudarlo—dice cariñosamente.

—¿Lo prometes? — digo alzando mi meñique.

— Lo prometo. — dice agarrando mi meñique y moviéndolo.

El sonido del timbre me despierta de mis pensamientos. No había quedado con nadie, así que me resultó bastante raro. Camino apresuradamente por los pasillos. Esta casa es un laberinto. Necesito un hogar mucho más pequeño.

Una vez en la entrada, abro la puerta lentamente y no puedo evitar que mi corazón lata a toda velocidad. ¿Qué hace James aquí?

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Mi PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora