Me acerco a él y le arrebato el libro de las manos. Por un instante nuestros dedos se rozan y mi cuerpo se estremece por completo. Tengo los pelos de punta. Necesito alejarme lo máximo posible de él. Me dirijo hasta la estantería más lejana y devuelvo el libro a la estantería. Un largo suspiro se escapa de mi boca. No confío en mí misma en estos momentos.
—¿Por qué me lo has quitado? ¿No te gusta que te toqueteen tus libros eróticos? Acaso te has masturbado anoche mientras leías un capítulo —dice esto último con una voz demasiado sensual.
«Necesito cambiarme urgentemente de bragas.»
—¿Me piensas decir de una puta vez que estás haciendo en mi casa? —digo girándome de golpe y mirándolo desde lejos.
Estoy realmente furiosa. Quiero que se vaya de mi casa, pero al mismo tiempo quiero que no se vaya nunca. Estoy muy confusa. No sé qué me pasa. Me estoy volviendo loca. Esto es culpa suya.
— Te dije que esta noche te iba mandar un mensaje pero me pareció una mejor idea venir a visitarte. — dice sonriendo con esos dientes blancos como perlas. — ¿Por qué no te sientas conmigo y hablamos tranquilamente? No te voy a morder.
Me agarro a la estantería y viene a mi mente una imagen. James mordiéndome el culo. Necesito dejar de leer tantos libros. Todo esto me está afectando demasiado. Sacudo la cabeza de inmediato tratando de olvidar esa locura.
«¿Sé puede saber en qué demonios estás pensando? Céntrate, Alba.»
Me acerco lentamente al sofá y me siento lo más alejada que puedo de él. Mi cuerpo está ardiendo y estoy segura que no es a causa del calor de la chimenea. Intento inspirar y expirar para tratar de controlar mi agitada respiración pero es imposible. Tenerlo tan cerca de mí es un grave peligro.
—¿De qué quieres hablar? — digo sin poder apartar los ojos de la chimenea.
— ¿Sabes? La otra noche cuando te conocí no pude parar de pensar en cómo sería follarme esa dulce boquita. Tu inocencia me la pone muy dura.
«¡Dios mío!»
En estos momentos mis bragas eran un río. Sé que debería levantarme y abofetearlo porque es el novio de mi mejor amiga. Pero no puedo. Él es mi mayor debilidad y lo sabe perfectamente. Haría cualquier cosa por él. No sé qué va suceder esta noche, pero ahora mismo me importan una mierda las consecuencias. Ya tendré tiempo para lamentarme mañana. Sólo quiero pensar en el ahora.
—James... — digo en un pequeño susurro que no sé si lo ha percibido.
Siento que se ha movido y se está acercando a mí. Su mano acaricia con ternura mi pelo y gira mi cabeza lentamente. Nuestras miradas están conectadas, no puedo apartar la mirada de esos preciosos ojos azules. Me tienen hipnotizada.
Su pulgar roza mi labio inferior y mi boca se entreabre soltando un largo suspiro. Quiero que me bese. No puedo parar de temblar. Sus dedos son mágicos. Sólo espero que esto no sea una broma de él porque si no...—¿Quieres que te bese, Alba?—susurra sensualmente. Sus labios están a unos milímetros de los míos. — Puedo hacer que disfrutes como nunca lo has hecho en la vida. —dice sonriendo lascivamente.
Me levanto rápidamente del sofá y me acerco a la chimenea. Entre el fuego que siento en mi interior y el de las llamas que provoca el fuego, siento que en unos minutos me voy a derretir. Necesito alejarme de James para pensar con claridad. Está más que claro que con él alrededor de mí solo pienso en estupideces. No puedo parar de pensar en lo que ha dicho.
«Si no me hubiera alejado, ¿me habría besado?»
«¡Céntrate, Alba! Deja de actuar como una adolescente.»
Me infundo de valentía y lo miro. Se me abre la boca tanto que debo de resultar graciosa. Se ha quitado su abrigo y lo ha colocado cuidadosamente en el respaldo del sofá. Y delante de mí está con unos simples vaqueros oscuros y una camiseta azul, que hace juego con sus ojos. Me mira fijamente y me da miedo lo que pueda estar pensando.
Levanta los brazos y los coloca cruzados detrás de su cabeza. Mi vista no puede evitar dirigirse a la porción de su estómago que ha quedado descubierta. Se me hace la boca agua. Sabe a la perfección el efecto que causa en mí y lo está haciendo a propósito.
Y de repente me enfado. Y no sé si es por qué él es un gilipollas, o por qué yo soy una estúpida que se distrae fácilmente.
—James, ¿se puede saber a qué coño te referías esta mañana con «Ya pensaré en que vamos hacer con esto»? — digo alzando la voz tan alto, que hasta yo misma me sorprendo.
—¡Vaya! La gatita ha sacado la uñas— dice riéndose estrepitosamente.
—¡James! — grito.
Estoy demasiado enfadada como para soportar sus tonterías ahora mismo. No me gusta que la gente se ría de mí, y mucho menos que lo haga el hombre que me gusta.
—Me encanta que grites mi nombre, Alba— «¡Joder! ¿Por qué tiene que pronunciar mi nombre tan sensualmente? » —Pero me encantaría más que lo hicieras en mi cama. —dice juguetonamente.
— Eso no va a ocurrir nunca. — digo intentando parecer segura de lo que digo.
Se sigue riendo de lo que le digo y aún por encima coje su iPhone y se pone a mandar mensajes. Odio que cuando hablo con alguien utilicen el móvil. James es un perfecto gilipollas. No lo conozco ni de hace una semana y ya me está poniendo de los nervios. He perdido la cuenta de las veces que lo he insultado. Saca lo peor de mí misma. Desde que lo conozco me paso el día diciendo palabrotas. Y yo no soy esa clase de chicas.
«¿Qué me está pasando?»
Vale. Ya estoy cansada de sus juegos. Si no me va decir lo que ha venido hacer, se puede quedar sentado ahí todo el tiempo que quiera; yo quiero leer un libro para olvidarme de todo esto.
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Siempre respondo 🖤
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Mi Perdición
RomanceCuando lo vi supe que sería mi perdición. Era el hombre que cientos de escritoras describían en sus libros y era mucho mejor de lo que me imaginaba. ¿Sabéis cual es la parte más increíble? Es escritor y acaba de publicar un LIBRO ERÓTICO. ¿Lo peor...