Capítulo 2 (parte 3)

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Tuve que tomar todo el control de mí para no ponerme a llorar como una histérica en medio de la librería. Con mi sobrino Alexander me dirigí a pagar los libros que había cogido y una vez fuera puede respirar con normalidad, dentro sentía que me estaba asfixiando. Necesitaba tomar un té para tranquilizarme un poco. ¿El té lo arreglaba todo, no?

Después de estar caminado más de quince minutos mi iPhone sonó y mi corazón se aceleró desmesuradamente.

Como la calle estaba muy abarrotada de gente decidí apartarme a una esquina con el carrito para no molestar. Mis manos se dirigieron a la cremallera del bolso, pero como estaba tan nerviosa no había manera de hacerlo. Respiré profundamente tratando de calmarme y esta vez sí que logre abrirlo. Cojí el Iphone y una vez desbloqueado me dirigí a los mensajes; y todo el aire que estaba conteniendo salió en un suspiro de alivio.

«Comida en mi casa hoy. No acepto un no por repuesta. No me obligues a irte a buscar, Alba.»

No pude evitar reírme. Sólo era un mensaje de Emily. Más me valía ir porque estaba cien por cien segura de que me vendría a buscar a mi casa; ya lo había hecho un par de veces. La última vez vino a casa a buscarme realmente enfadada y me arrastró todo el camino hasta su casa y cuando llegamos me tiró al sofá y nos empezamos a reír como locas. Me encanta enfadarla. Es como la hermana mayor que siempre quise tener.

En la pantalla apareció una llamada entrante de mi madre y decidí responderle.

—Hola Beatrice—.dije con voz cantarina.

—¡Alba Black! ¿Cuántas veces te tengo dicho que no me llames por mi nombre? —gritó furiosamente. A Mark y a mí nos encanta llamarla por su nombre para hacerla rabiar. Sabíamos perfectamente que siempre que los hacíamos lo adiaba—.Llámame mamá o abuela, ¿vale? — acabó diciendo cariñosamente—. Por cierto, en veinte minutos llegaré a tu casa. ¿Te parece bien, cariño?

— De hecho estaba de paseo con Alexander pero de todas formas ya me iba a ir a casa. Nos vemos allí.

— Sí, nos vemos en un rato—. Colgó haciendo un sonoro beso.

Me abuela/ madre era increíble. Siempre lograba sacarme una sonrisa incluso en los peores momentos. Me prometí a mí misma olvidarme de James hasta la noche, no quería que irrumpiera en mis pensamientos a lo largo de este día. Hoy sólo me lo quería pasar bien y no iba dejar que nadie me amargara este fabuloso día.

Guardé el móvil en el bolso y le dirigí una tierna sonrisa a mi sobrino. ¡Era tan mono cuando dormía! Le toqué la carita tiernamente y le coloqué la manta para que no pasará frío; no quería que se enfermera. Me encaminé de vuelta a casa entre la bulliciosa multitud de Londres.

Una vez dentro del calor del hogar, me encontraba muy a gusto leyendo un libro al lado de la chimenea. Los días como este eran de lo mejor. Este salón era uno de los rincones favoritos de mi casa. Contaba con dos secciones que estaban divididas por dos columnas que formaban una H enorme. Las paredes eran de color beige aunque había dos partes que eran de un tono burdeos oscuro. Tenía tres grandes ventanales por lo cual no era necesario encender ninguna luz hasta la noche. Contaba con varios sofás, con estanterías repletas de libros y algún que otro cuadro adornaba la pared. No sé quien había decorado mi apartamento, pero la verdad es que habían hecho un buen trabajo. Aunque para mi gusto la casa era demasiado grande y lujosa. Con poco me hubiera conformado igualmente.

Nada más llegar a casa había acostado a mi sobrino en su cuna y la desplacé hasta el salón. Por un momento decidí cambiarme de ropa, pero quería sorprender a mi madre. Estaba cansada de que me vistiera siempre con jeans y converse y nunca había logrado su propósito por verme con alguna prenda distinta. Hoy se iba a llevar una gran sorpresa.

Como siempre, fiel a su puntualidad, sentí sus tacones resonar por toda la casa. No hacía falta que me llamara, sabía perfectamente donde me encontraba. Fijé mi mirada en la puerta porque no quería perder detalle de su expresión cuando me viera. Sólo esperaba que no le diera un infarto.

—Alba me encantan las.... — y se queda callada de repente.

Estaba parada en la puerta mirándome fijamente; creo que no daba crédito a lo que veía. ¡Hasta estaba boquiabierta! Intentó hablar pero no le salían las palabras y yo me reí estrepitosamente. Creo que el infarto estaba por llegar.

— Mamá, ¿tienes pensado pasarte todo el día ahí de pie? — digo riéndome

—Alba... yo... ¡Joder, estas preciosa! — ahora la que estaba boquiabierta era yo, ella nunca decía palabrotas. Era la primera vez que le escuchaba decir una —.No me mires así—me sonrió.—¿A qué se debe este cambio? Te he intentado persuadir todos estos años pero nunca me has hecho caso. Me alegro mucho de que hayas usado la ropa que te he comprado. Sabía que esas botas de Tom Ford te quedarían de muerte —. Dijo entrecerrando los ojos como si intentara comprender algo. — Ahora todo encaja. He visto un bolso de Louis Vuitton en la entrada pero pensé que sería de Lydia o Emily. Nunca me habría imaginado que era el que te había comprado— dice sonriendo alegremente.

Estaba más que claro que esta mañana a la hora de vestirme estaba pensando en él. Tenía la pequeña esperanza de que me viera con mi nuevo look y al final lo conseguí. Solo que James resultó ser un gilipollas y no le sorprendió ni lo más mínimo mi nuevo cambio. Eso me entristeció bastante. Si de esta manera no lograba conquistarlo, ¿cómo lo iba a hacer?

«¡Dios mío! ¡No me puedo creer que acabe de pensar eso!»

«Alba, nada de pensar en James hasta la noche, ¿recuerdas?»

«Mejor será que no vuelva a pensar en él nunca más»

«¡Joder! No me lo creo ni yo misma!»

«¡Puto gilipollas! ¡Lárgate de mí mente!»

Siento un golpecito en mi brazo y veo a mi abuela mirándome. Vale, tengo que dejar de volar a otro mundo. Y entonces me repente me acuerdo de lo que me ha preguntado.

—No sé, creo que era hora de un nuevo cambio. Sé que te hacía mucha ilusión y decidí hacerlo— mentí descaradamente. No me gustaba hacerlo pero en este caso era necesario. Si le contaba la verdad querría saber todos los detalles y no creo que le gustara mucho escuchar que es novio de Lydia.

—Me encanta que hayas decidido hacerlo cariño— se encaminó hacia el sofá y me dio un fuerte abrazo y un beso en la mejilla.

—¿Quieres que prepare un té? —dije para intentar cambiar de tema.

—No te molestes cariño, en un rato ya va ser la hora de comer. Esta mañana me ha llamado Mark y me ha dicho que viniera a recoger a Alexander. Sabe que cuando te lo deja a cargo no sales por ahí y quiere que este fin de semana salgas un poco. Yo también lo quiero— me sonrió cariñosamente— Así que sal y diviértete. Ya verás cómo un día de estos se te ocurre una historia maravillosa para escribir. A lo mejor conoces a algún chico guapo. —dijo guiñándome un ojo. — Te espero el domingo para comer en casa. Tu abuelo y yo cuidaremos de Alexander y Alba. No te preocupes por nada.

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