Capitulo 81

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Adriano de Fabbri

Me remuevo sintiendo el mismo dolor en el brazo.

Abro los ojos delicadamente, hasta que siento que se adaptan a la perfección a la luz del día.

Tomo  conciencia de lo que pasa a mi alrededor y siento que los brazos de  alguien rodean mi pecho, bueno, no de alguien, sino de Bianca de Santis,  quien aún sigue dormida junto a mí.

Sus  manos me rodean el pecho de forma firme, pero ella sigue durmiendo  igual de hermosa que siempre.

La subo más a mi pecho, para así poder  abrazarla con fuerza y sentir su presencia que tanto extrañe. Su olor aún sigue siendo igual de dulce que siempre, es un olor que ella solo  puede tener, incluso es más dulce que el de la vainilla. La coloco sobre mi pecho  delicadamente, aún es muy temprano y quiero descansar junto a ella.

Siento  la necesidad de abrazarla más a mí, de sentirla cerca de mí. Mis manos  acarician su largo cabello, lo peino como yo lo solía hacer.

La  noche anterior fue una locura. No tengo palabras para poder describir  lo que paso, ya que perdí la conciencia en medio del camino, y cuando la  recupere ya estaba aquí en esta casa. Sabía que trabajar bajo el estrés  no era bueno, sabía que no comer y dormir no me iban a traer cosas  buenas, pero yo solo quería verla de nuevo, verla junto a mí, a mi lado.  La gota que colmo el vaso fue verla con ese estúpido doctor, un sentimiento más del montón, junto al dolor de la herida provoco que acabara  en ese estado.

¿Que hubiera hecho sin ella?

No  lo sé, pero fue una gran ayuda. Sé que no despegó su mirada de mí, recordar como me trataba, me daba de comer, solo hace que mi corazón se apriete.

Sigo  acariciado su espalda, mientras ella duerme, recuerdo sus palabras,  recuerdo cuando tenía el nudo en la garganta de mientras que me contaba todo lo que le paso. Y aunque me sienta de la peor forma al saber que le  hicieron algo, sé que deberé de contarle todo, pero ahora solo me concentraré en que ella descanse junto a mí.

Las  horas siguen pasando, con ello el día sale a la perfección. Han pasado  casi cuatro horas desde que ella duerme junto a mí, yo solo me encargo  de verla y acariciarla, como lo soñé todas esas noches desde que se fue.

¿-Como  puedes ser tan hermosa cariño? Solo mírate, eres una mujer fuerte que  puedo acabar con todo lo que está por delante de ti. Ayudaste a Iker, a mí, incluso a ti misma, sin perder tu belleza. - quito el pelo de su cara  para poder verla mejor-Aunque tú no lo creas, yo sé que ese brillo tan  especial sigue en tus ojos, sé que tu sonrisa brillosa se esconde en algún lugar de tu cara, pero solo necesitas quitar todos esos malos recuerdos, y sabes quien estará para hacerlo contigo?- le hablo como si  ella me escuchara- yo cariño, tu reycito está aquí, esta vez para  destruir a quien se te acerque, a quien te quiera hacer daño- acaricio sus mofletes que ahora están rosados por el calor de la habitación.

***

Se  empieza a remover, no detengo mis caricias, solo sigo hasta que veo como  va abriendo los ojos. Cuando ya está despierta, levanta la cabeza para verme aún medio dormida.

-Buenos días -habla rascándose los ojos.

-Buenos días cariño-

Ella aún sigue afinando su vista, una vez que lo hace, me mira durante unos  segundos, pero después, para mi grata sorpresa, se levanta de un solo  salto alejándose de mí.

¡-Adriano  tu herida!- me grita sentada en la cama, si no sería porque se ve aún  dormida, no estaría sonriendo y aguantando la risa como tonto- oye deja de reír! No es  gracioso!-

El Rey y su MedicinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora