Capitulo 71

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Adriano de Fabbri

Las  carreteras están oscuras. Nuestros coches avanzan a gran velocidad por  ellas, pero yo solo veo como las dos personas que mataré lloran.

Estoy  sentado delante de ellos, estamos rodeados por nuestra gente, nadie  baja la mirada excepto ellos dos. Lloran, los miro con odio con el  cuchillo en mano.

-Por favor, déjanos ir, no le haremos nada de nuevo- habla Marie.

-Sabes  que eso nunca pasará , si tengo que morir por veros sufrir y pedirle  disculpas lo haré- la miro a los ojos, el odio sube por mi cuerpo- me  das asco- las palabras salen disparadas de mi boca con furia- eres una  traidora, una zorra sin valor, buscas hacerle daño para verte, que  ganaste? Atención de hombres sin valor ?-

-Adriano, por favor, te lo pido, todo fue un error, no lo volvería a cometer en mi vida- llora como una cobarde que es.

Río al oír lo estúpida que se oye.

-Claro  que no lo volverás a hacer, no lo permitiré, tu vida se acabara dentro  de varias horas- sigue llorando, dejándome sonreír por verla así.

-No  podrás protegerla toda tu vida- habla el otro cabron, aprieto el  cuchillo entre mis manos- no puedes encerarla en una caja de cristal,  ella será dañada, quieras o no, o acaso ya lo está?-

El  cuchillo impacta contra su riñón, grita preso de dolor ,intenta moverse  , pero solo me encargo de meterlo hasta el fondo, donde el cuchillo  pueda desaparecer de mi vista, mis manos se llenan de su sucia sangre,  pero dejo el magnífico cuchillo en el lugar clavado.

-Escúchame  bien, ni tú ni nadie la tocará de nuevo, si es necesario que la ponga  en una caja de cristal para protegerla, lo haré- los miro, las gotas de  sangre junto a los lloros de Marie se multiplican en la furgoneta, nadie  le importa lo acabo de hacer, mi gente solo los ve con asco y odio,  incluso algunos sonríen- en vez de estar aquí preguntado por mi mujer deberías de empezar a rezar, no te queda mucho tiempo cabron.-

No puede responder, está preso por el dolo, la navaja sigue ahí donde la clave sonrío escuchando sus gritos.

La  carretera nos deja paso, todo está en silencio, mientras las súplicas y  gritos de dolor se escuchan por todas partes en la camioneta.

-Hacia donde vamos señor?-me hablan

-A la casa de Iker, tenemos asuntos que resolver-musito.

Tengo  que verla, no puedo aguantar más, quiero solamente volver a oler su  dulce olor, sentirme tranquilo junto a ella, ver sus hermosos ojos  durante horas, ese brillo que me hace sonreír.

Tengo que verla

Ahí, si ella lo desea, acabaré con sus vidas.

-Como  usted ordene rey- las carreteras siguen llenas por la oscuridad, cada  vez nos acercamos a nuestra destinación, Iker ya está al tanto, pero  siento que no está muy feliz de verme.

El  campo cada vez se va haciendo presente, desde aquí, ya puedo visualizar  la casa, donde ella debe de estar. Las camionetas se paran de forma  ordenada, primero bajan los Baeles para supervisar la zona, pero todo  está en orden, los Diablos se encargan de los rehenes llevándoles a su  lugar de muerte. Salgo de la camioneta, el frío choca contra mi cuerpo,  pero solo avanzo en la noche oscura, me paro delante de la casa, las  luces están apagadas, no hay ninguna que esté encendida, eso me da vía  libre. Abro la puerta, pero solo me encuentro al chef parado recto  delante de la puerta.

-Sea  Bienvenido rey- solo asiento y paso de largo, tengo poco tiempo. Doy  varios pasos, pero soy detenido el chef y un hombre más. Iker me toma  del brazo, deteniéndome de subir a verla.

El Rey y su MedicinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora