Capitulo 79

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Bianca de Santis.

Ha  pasado media hora desde que estoy aquí sentada viendo el espejo en  frente de mí. No sé qué hacer, no sé qué pensar, su llegada fue la cosa  más imprevista del momento.

No  pensaba que se iba a aparecer en estos momentos, aunque, no falta que  me mienta a mí misma para saber que tenía unas ganas enormes de  abrazarlo y besarlo todo el día, de volverme a sentir feliz junto a él.  Lo he esperado tanto tiempo, aun recuerdo las noches en aquella isla,  donde me la pasaba viendo por la ventana para ver si él llegaría en  cualquier momento, pero nada de eso pasó, solo salí dañada y en el  último momento llego el ruso.

Me  miro fijamente no sentirse así de confundida, verlo y dejarlo ahí  plantado cuando toda mi alma quiere ir con él es bastante difícil. No sé  a quién escuchar, si a mi corazón que me dice de ir y abrazarlo tan  fuerte que se le salgan los riñones, o mi mente que me dice que espere,  que analice las cosas y que oiga una explicación, para después decidir  con la cabeza fría.

Veo  mis manos, las vendas aún siguen ahí, la herida dejo de dolor en los  últimos días, pero aun así, al mínimo roce me causa un pequeño daño.

-Bianca  estás bien?- habla Mateo del otro lado de la puerta-llevas encerada ahí  desde hace media hora, me estoy preocupando- solo escucho su voz detrás  de la puerta.

-Ahora  salgo- me limito a decir, desde que entre en los baños él se mantuvo  cerca, incluso puedo escuchar sus suspiros desde aquí.

Me  lavo la cara como puedo, intentando eliminar pruebas de que me siento  mal, una vez me sienta lista después de varios suspiros fuertes, abro la  puerta para encontrármelo de pie en frente de mí.

-Te encuentras bien, te ves algo mal-

Lo miro a la cara, quiero que algunas cosas queden claras, que no, nos confundamos aquí.

-Mateo,  te agradezco todo lo que estás haciendo por mí, de verdad es muy amable  de tu parte, pero no nos confundamos si?, te acabo de conocer, eres un  amigo extraordinario, pero no quiero que nuestros caminos tomen un rumbo  que no queremos- lo veo a los ojos, aunque despega su mirada de la mía,  sé que algo no va bien- espero que quede claro, porque no estoy en  condiciones y en un estado para tener una relación-

-otra relación- parece que me corrige.

-Él  es un hombre... particular, la palabra relación se queda muy poco para  describir lo que él y yo tuvimos- no me ando con rodeos, digo toda la  verdad- nos viste en un estado que no me hubiera gustado que veas, pero  así es la vida, nos conocemos en los momentos indebidos-

-Él  es peligroso Bianca, a caso no as visto como estaba?-su voz tiene un  tono de enfado, y parece que está levantando la voz- y no me salgas con  esa tonta frase de «él no es así, él es otra persona, solo que lo viste  en un mal momento» - imita la voz de una mujer.

No  sé en qué momento pasa, pero algo en mí me impulsa a tomarlo del borde  de su camiseta y bajarlo hasta mi nivel, mis ojos lo miran con odio  total, él solo con una cara de sorpresa total.

-recuerda  que no eres nadie para venir aquí y decirme quien es él, sí? Si yo  decido estar con él- me acerco más a él, para articular con odio las  siguientes palabras- Lo haré- no despego mi mirada de él, sus palabras  son causante de todo esto, como se atreve a venir a decirme quien es el  Italiano y que no lo defienda- y si decido estar con él, te aguantas y  solo harás el trabajo de un amigo- artículo bien la última palabra,  quise ser amable con él, pero a veces pasan los límites y hay que  devolverlos a su lugar.

El Rey y su MedicinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora