Capítulo 1. ¿Mamá? ¿Papá?

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Kyros.

4 de enero de 2030

Hace doce años


—Cariño, dame tu mano... Tengo que limpiártela. Mírame.

Parpadeo varias veces escuchando la voz de ese hombre que quiere separarme de mamá y papá... ¿Por qué están cubiertos de sangre? No se mueven. Yo solo... yo solo fui a la caseta trasera de casa y al volver estaban cubiertos de sangre y dormidos. Traté de despertarlos, pero no abrieron sus ojos, y al poco, la señora Greint, llamó a la puerta desesperada. Dijo que oyó gritos. La dejé entrar, pero sus ojos se abrieron aterrorizados como los chicos que aparecen en las películas que ve papá los domingos y que mamá no me deja mirar. Me gritó y me empujó tirándome al suelo mientras me gruñía: «¿qué has hecho? Maldito del demonio». Pero, yo no he hecho nada... ¿Por qué me riñe? Después de eso, llamó por el viejo teléfono que tenemos en el salón y aparecieron muchos hombres en varios coches de policía.

¿Qué hacen en casa?

Debería ir al baño y limpiarme mis manos como mamá me enseñó, porque ya soy todo un niño grande.

Pero no puedo.

—¿Cómo te llamas? —me pregunta. Meneo mi cabeza, mientras una mujer coge una de mis manitas pasando una toallita por esta—. Holly, el crío no habla... ¿Qué es lo que pasó?

—Déjemelo a mí. —Un hombre de mediana edad se acerca y se agacha poniéndose a mi altura y tapándome de la vista de mis papás y sacándose el cigarrillo que tiene en la boca—. Ellos se han ido, pequeño... No van a volver. Te llevaré a una casa donde, con suerte, tendrás muchos juguetes y donde te criarás. Serás feliz, y olvidarás todo lo que verdaderamente ocurrió esta noche... ¿Me entiendes? Lo olvidarás todo.

—No... Yo quiero a mi mamá...

El hombre me agarra del brazo con brusquedad y me mira de una forma que me da miedo, sacándome de una de mis manos el cuchillo que papá tenía clavado en su pecho y que yo le quité.

—¿Qué es lo que no entiendes que debes olvidar todo esto? —dice a la vez que señala a la señora Greint—. Ella lo ha presenciado todo y me ha contado la verdad... —murmulla, mientras alza una de sus cejas—. Tú los mataste y esto, no queremos que lo sepa nadie. No te conviene

—No están muertos. Mamá me prometió que me llevaría al zoo mañana.

—Promesas... Nunca se cumplen, crío. Tú has acabado con la vida de tus propios padres y ya no están.

Noto como mis ojos escuecen y mi barbilla tiembla. El hombre se levanta y me coge de la muñeca para arrastrarme fuera.

—¡Mamá! ¡Mami! ¡No dejes que me lleven! —sollozo, tratando de ir en dirección a su cuerpo, pero de nada me sirve. El policía tiene más fuerza—. ¡Prometiste que tú no me dejarías! ¡Papi!

—Siempre supe que este niño no era normal y albergaba maldad en su pequeño cuerpo... —susurra la Sr. Greint, mirándome desde la puerta de mi casa a la vez que habla con mi otra vecina, la de los gatos—. ¿Has visto sus ojos? Son obra del demonio.

Secretos (ARKHÉ I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora