Capítulo 43. ¿Estás mejor?

1 0 0
                                    

Olivia

Ni siquiera sé qué hora es y mis pies arden de dolor.

Llevo un montón de tiempo divagando por la calle tratando de encontrar en que distrito estaba el apartamento de Kyros, pero lo del sentido de ubicación jamás ha sido mi punto fuerte y tampoco tengo el smartwatch que me ayude a ubicarme. El taxi me dejó en el único lugar que recordaba del trayecto que hice desde el edificio a mi casa por la mañana.

Suspiro y me siento en uno de los bancos del parque en el que me encuentro, cuando, desde lo lejos, veo a una mujer que luce entre perdida y confundida.

¿Qué hace ahí?

Está estática y me mira con atención y con la cabeza cabizbaja.

—¿Olivia? —una voz ronca me llama a mis espaldas. Me giro y al verlo, envuelvo mis brazos en su cuello—. ¿Qué haces aquí sola? Es de noche y podría pasarte algo. He estado llamándote todo el día, pero no respondiste.

Muerdo mi labio inferior.

—He discutido con mis padres, Kyros... ¿Puedo quedarme contigo esta noche?

Él sonríe asintiendo y esboza una sonrisa ladeada. Se separa unos milímetros de mí y se saca la chaqueta que lleva puesta para pasármela por mis hombros.

—Antes de ir al apartamento, iremos a por comida —articula.

Parece dudar unos minutos pero acaba cogiéndome de la mano.

Cruzamos la calle y pasamos frente a la mujer, la cual, no deja de seguirme con la mirada. Aferro mi agarre de su mano y trago saliva.

Al entrar al establecimiento y esperar por nuestro turno, un niño se esconde tras su... ¿madre quizás? al vernos.

—Mami... mira sus ojos —murmulla el niño, señalando a Kyros.

La mujer sujeta al niño y se aleja unos pasos de nosotros sin perder de vista al chico que está a mi lado. Kyros baja su rostro sintiéndose incómodo y la tensión que emana de su cuerpo es muy palpable. Incluso, me dirige una mirada rápida para después soltarme la mano.

¿Cree que me avergüenzo o me incomoda que lo miren?

Nunca me había parado a pensar cuan incómodo para él podía llegar a ser rodearse de muchas personas, las cuales lo observan con detenimiento. Yo no soy capaz de verlo como un chico aterrador, solo veo al Kyros sensible e inseguro que trata de protegerse en un mundo donde ser diferente es visto como algo malo, donde los defectos no son aceptados y donde a todo se le pone etiquetas.

Una sonrisa tímida se dibuja en mis labios cogiendo nuevamente su mano y tendiéndole un beso en su hombro.

—Te quiero —admito.

Él posa sus hombros sobre mí y ladea su boca con la mirada llena de... ¿Miedo? ¿Ilusión? No soy capaz de distinguir lo que expresa.

Al poco, la mujer que prepara y atiende a la gente, nos llama.

—Cariño... —le dice la mujer a Kyros—. No deberías de...

—Lo sé, Josephine.

Ella lo mira advirtiéndole como si esto no le hiciera ninguna gracia, aunque no dice nada más, le da la bolsa de comida y se despide de nosotros llamando a la mujer y al niño.

Ambos salimos apresurados de ahí.

—¿La conoces? —pregunto curiosa. Menea su cabeza asintiendo—. ¿A qué se refería?

—Hay muchas cosas que no sabes de mí... —suelta. Frunzo mi ceño quedando parada en medio de la calle—. Olivia, es mejor que nos apresuremos. No quiero que la gente de este entorno te vea.

Secretos (ARKHÉ I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora