Capítulo 8. ¿Por qué...?

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Kyros

—Y... Yo... —dice sobre mí, sin ser capaz de alzarse y no dejándome otra opción que ayudarla—. Perdón, no quería tropezar... Adiós.

¿Qué narices ha sido eso? ¿Por qué esta chica ha acabado sobre mí y lejos de incomodarme, se sentía bien? ¿Por qué siento que debo protegerla pero de igual manera puedo llegar a destrozarla? ¿Por qué narices me estoy preocupando por una cría que no sabe dejar de hablar?

—No quiero aburrirte... ¿Viste como me miraron? Ay, perdó...

Sus ojos se ven de un verde avellana llamativo, y su boca yace algo entreabierta que dan ganas de besar y no soltar jamás, así que, sin que pueda controlar mis instintos, expulso el humo sobre ella. Sus ojos se abren y su mirada se centra sobre mis labios de una forma demasiado caliente.

—Deja de pedir perdón. No me aburres, no soy como ellos...

¿En serio le he dicho esto? ¿Por qué he tenido que reacciona de ese modo? ¡Claro que me incomoda! Y si tuviera tiempo, me daría una patada en los huevos en este mismo instante. Odio que la gente hable conmigo. No lo soporto y no me agrada en absoluto sentirme en una habitación encerrado con alguien a solas. Desde que empecé a ir de casa en casa de acogida, mi único propósito era mantenerme invisible y alejarme de las personas que hablaran o trataran de conocerme, ya que la mayoría de ellos —por no decir TODOS— lo hacían con un enjuiciamiento latente en sus ojos, sin embargo ella... ella... no es como los demás.

Ni tampoco sus labios; carnosos. Arqueados. De aspecto suave.

Y sus ojos... Joder... Además, debajo de esa ropa aparenta haber un muy buen cuerpo.

Muerdo mi labio inferior, y parece que puedo saborear su piel enviando un calambre a mis partes felices.

¡Maldita sea, Kyros!

¿Qué me está sucediendo? Podíamos habernos quedado en Seattle.

Suspiro y dejo escapar todo el aire que llevo contenido apagando el maldito cigarro. No sé ni por qué me he puesto a fumar teniendo en cuenta que dejé de hacerlo a los quince cuando vi que uno de mis tantos padres de acogida tenía un tumor bajo su garganta... El hombre con el que estuve antes de asentarme con Carrie y Nolan.

Tengo la sensación que Olivia no se acerca a mí para juzgarme por mi aspecto físico o por mis ojos, pero no puedo fiarme en absoluto... No la conozco.

No sé por qué ella es tan simpática conmigo, ya que solo he sido borde y lo seguiré siendo; es más fácil ser borde que romperse.

Y yo, no me relaciono con nadie.

—¿Kyros? ¿Puedo entrar? —pide Jughead desde la puerta.

—Pasa.

Mi hermano adoptivo entra en la habitación y se sienta en la silla donde había estado antes Olivia con mi rop...

Sacudo mi cabeza y trato de borrar esa imagen.

—¿Por qué no volviste con los demás junto a Livvy? Sabes que a Carrie le molestado mucho esto, ¿no?

Exhalo mirando al techo.

Ni siquiera yo sé por qué lo he hecho.

—La muchacha se encontraba mal —asevero.

—¿Se encontraba mal? —pregunta con tono acusativo, y levantando una de sus cejas—. Kyros, Kacie y yo te cont...

—Lo sé, Jughead, lo sé. No me acercaré a ella, tranquilo. —Volteo mis ojos—. No tengo ninguna intención en hacerlo.

—Kyros...

Me levanto quedando sentado y mirándolo.

—Lo juro. De verdad, no quiero saber nada de Olivia y ni tengo intención de convertirme en su amiguísimo. —Lo miro y paso una de mis manos por mi pelo—. ¿Tienes algo más que decirme?

—No salgas en toda la noche de aquí, Carrie y Nolan... Ya sabes.

—Entiendo. Buenas noches, Jughead.

Vuelvoa tumbarme cerrando los ojos y agarrando los anillos.

Secretos (ARKHÉ I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora