Capítulo 23. Traición

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Kyros

—¿Qué es lo que no entiendes, Kyros? —dice Kacie, agarrándose al lavamanos con la cara pálida—. Ella está muy enamorada de ti... Pued...

—No es nada, Kacie. No me gusta tu hermana. Debe sentir atracción hacia mí, pero yo no siento nada. Nada —expreso—. Jamás pasará nada entre nosotros.

O esto es lo que me hago creer...

—Kyros, solo te pido que no le hagas daño. Es mi hermana pequeña y debo protegerla —dice Kacie con la cabeza ladeada—. Entiéndeme, no tengo nada en tu contra, de hecho, me pareces un chico bueno, pero... lo que traes junto a ti no la beneficiará. Los secretos nunca lo hacen. Júrame que no te acercarás más de lo normal a ella.

Suspiro alzando una de mis manos.

Lo último que quiero es hacerle daño.

—Yo no soy el único con secretos, Kacie. —Estrecho mi mano con la suya y aprieto mis labios con fuerza—. Aunque parezca que sí. Un amor no correspondido puede superarse, sin embargo, la traición de la familia es algo que queda para siempre. ¿No se dice eso que la familia nunca te abandona? Lástima que ni en las mejores esto se cumple. —Me agacho para mirarla con los ojos entrecerrados—. Yo puedo desaparecer, pero la deslealtad de alguien que lleva tu sangre difícilmente puede ser pasada por alto, y más teniendo en cuenta el tipo de secreto que le ocultáis. Por mucho que queráis protegerla, no tratéis de tapar el problema con un solo dedo.

—No eres nadie para decirme como debo actuar con ella, Kyros —dice, desafiante.

—No, no lo soy... pero, esta es una realidad. ¿Qué crees que pueda llegar a dolerle más? ¿Qué yo tenga secretos o que su familia lleve mintiéndole toda su vida?

Suelto mi mano de su agarre para darme la vuelta y salir del baño. Kacie voltea sus ojos y me sigue hasta a bajo, donde nos sentamos en las dos puntas opuestas sin mirarnos apenas. Busco a Olivia con la mirada, no obstante, no está en el salón. Después de una larga hora interminable, Carrie se despide de nosotros y se va, y Kacie sube a su habitación junto a mi hermano. Voy hasta el cuarto de invitados que tienen para Olivia, pero no la veo allí, así que busco por cada rincón de la casa hasta encontrarla en una de las sillas del jardín hecha una bolita y abrazada con sus manos como si quisiera protegerse.

¿Alguien la ha lastimado?

Con cuidado, la cojo entre mis brazos para llevarla hasta su habitación, cuando me rodea con sus manos y su cabeza se acuesta en la curva de mi cuello. La acomodo en la cama y la tapo con el edredón, permitiéndome observarla por un instante.

Tan delicada y fuerte a la vez.

No puedo permitirme sentir y cuanto más tiempo paso a su lado, más difícil me es evitar este sentimiento...

Enamorarme de ella solo ocasionaría el peor de los males.

Secretos (ARKHÉ I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora