Capítulo 35. Mi todo

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Olivia

Es sorprendente como todo puede cambiar en décimas de segundo. En un momento estamos disfrutando y de repente, sucede algo que lo cambia todo, como si la vida quisiera trastocarte con sus juegos mentales. Quizás la vida o quizás un error de cálculo, como encontrarte en el lugar equivocado, en el minuto equivocado y con la persona equivocada. Solo es necesario que suceda una mínima cosa para que todos la aprovechen para acusar a alguien a quién ya tenían enfilado.

Que Polly haya sido hallada muerta por Kyros, ¿eso lo convierte en culpable? Que porque sea diferente, ¿eso lo convierte en asesino? No, absolutamente no. Es como si hubiesen estado esperando una desgracia para ir en su contra y encontrar a quién acusar.

El momento oportuno.

Mis ojos caen hacia el suelo y batallo por estabilizar mi respiración. Estoy asustada. Mis niveles de inhibición son tan altos que estoy a punto de vomitar.

Después de estar unos minutos fingiendo escribir absolutamente nada en mi smartwatch, me pongo de pie cruzando mis brazos y aprieto mis labios para asegurarme que ninguna maldición se me escape entre ellos.

Kacie y mi cuñado aparecen una hora después de la llamada con cafés y pastas.

Kacie se acerca a mí y se sienta a mi lado.

—¿Cómo estás? —me pregunta, dándome uno de los cafés que tiene.

—Él no lo hizo, Kacie... ¿Tú me crees?

Frunzo mi ceño.

—Todos los de aquí tratamos de entenderte, Livvy.

Claro, entenderme... porque no me creen.

¿Cómo van a hacerlo si nunca se han interesado siquiera de conocerle como yo lo hecho? Es muy fácil enjuiciar sin saber las batallas que uno lleva dentro.

Tomo un sorbo de la taza y al probarlo casi me muero

—¡Eugg! Está asqueroso.

Ella suelta una pequeña risita.

—Creo que te he dado el mío.

—¿Te gusta el café puro?

—Es el único que me mantiene despierta, y cuando estés en el último curso de tu carrera o preparando tu boda, descubrirás que es tu mejor aliado —asevera con una media sonrisa.

Papá se acerca a ambas con una mochilita.

—Te he traído ropa, pensé que quizás estarías más cómoda con algo que no fuera el vestido del baile.

—Gracias, pero... ¿y si mientras me estoy cambiando aparece el policía? Quiero estar aquí cuando él aparezca.

Papá me mira con ternura.

—Te avisaré. No va a tomarte más de cinco minutos.

—Está bien.

Me levanto de la silla suspirando y voy hasta el baño de la comisaría, me quito el vestido y me coloco la ropa que papá trajo.

Unas leggins y una camiseta sencilla.

Vuelvo a donde están los demás y me dejo caer sobre la silla, al lado de Jughead. El tiempo pasa muy lento y mis parpados se caen, pero no quiero dormirme.

Tengo que estar al tanto de todo.

—Livvy, duerme un poco —dice Jugh—. Luces muy cansada. Si aparece, te despertaré.

—Per...

Él suspira.

—No seas terca. Te lo prometo, Livvy, te juro que cuando salga alguien te despertaré.

Secretos (ARKHÉ I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora