Capítulo 7. No soy de príncipes

2 0 0
                                    

Olivia

Siento la tentación de escribirle un mensaje a escondidas a Becca con un SOS pidiéndole consejo, porque no tengo idea de lo que hacer o decir. En el lado positivo, estoy cambiándome de ropa, lo que significa que no tengo que hacer nada excepto quitar mi peto y colocarme su camiseta. Tratando de no llamar la atención, me giro quedando mi cuerpo y rostro en dirección al armario —que por cierto, toda sus camisetas son grises, blancas o negras... ¿Qué le pasa con los colores?— me deshago de mi ropa y la coloco junto a mí, en una silla, pero el movimiento hace que Kyros dirija sus ojos avasallantes sobre mi piel, y me percato de ello debido a que en la puerta tiene un espejo colgado.

Oh, dios. Me está mirando.

Cojo unos pantalones, o eso creo, y los deslizo por mis piernas. Cuando se da cuenta de que lo he pillado mirándome, solo vuelve la vista hacia otra dirección.

—Esta es la parte en la que te digo que estás más sexy con mi ropa que yo, niña de cuentos de hadas.

Me cruzo de brazos.

—¿Puedes dejar de hablarme así? ¿Quién te crees que eres? —gruño, volteándome—. No me conoces, y que actúes como un borde no es nada aconsejable.

—Pues meterte en los asuntos de los demás tampoco es muy aconsejable —reprende—, y eso es lo que has hecho tú desde el primer día. Aléjate de mí.

—Yo no me he metido en tus asuntos ni en tu vida —recalco, frunciendo el ceño—. ¿Qué pretendes? Mira, me da igual, solo espero que vayas acostumbrándote a ver mi cara. Nuestros hermanos están prometidos y nos veremos con regularidad, y lo mejor es que nos llevemos cordialmente porque, ¿qué pasará cuando tengan hijos? ¿Van a tener que ver como sus tíos se detestan? Será horrible para esas criaturas. Crecerán en un hogar con sus familiares que en vez de abrazarse por Acción de Gracias o Navidad, volarán cuchillos... Se traumatizarán para siempre.

—Te estoy protegiendo, que es muy diferente.

La incomodidad sube por mi espina dorsal hasta que la parte posterior de mi cuello se siente fría, tensa. El instinto de huida es fuerte, pero también lo es el magnetismo que transpira por cada uno de sus poros.

Respiro.

—¿Protegerme? ¿Acaso eres un delincuente y tienes una pistola bajo tu almohada preparada para matarme?

—Piensa lo que quieras —dice, encogiéndose de hombros.

Me cruzo de brazos.

—Tenemos que volver a donde todos.

—Es mejor que nos quedemos aquí si no quieres que te aniquilen Nolan y Carrie.

—¿Quedarnos aquí? Discrepo —digo—. Es mejor volver aunque nos maten con los ojos, pero la pregunta es... ¿por qué iban a matarnos con la mirada, Kyros? Bueno, no respondas, no quiero saberlo. Volvamos a la cena... Me muero de hambre, ¿tú no? Mi hermana me ha tenido "secuestrada" durante toda la tarde en su habitación, y no lo digo metafóricamente, es literal y con los platos tan raros que hace tu familia apenas he pegado bocado, solo he conseguido echármelo por encima, ¿te lo puedes creer? —Levanto mis brazos—. He hecho el ridículo y lo único que me pidió era que no hablara y, ¿sabes lo que he acabado haciendo? He... Supongo que lo sabes, claro, también estabas ahí. —Lo miro y veo como tiene el ceño fruncido—. ¿Hablo mucho? Lo siento. Es que... cuando me pongo muy nerviosa no puedo dejar de hablar y ahora lo estoy... Y antes en la comida van y me preguntan por Finn y...

—El capullo...

—Ese mismo... —digo. ¿Ha dicho capullo y le he dado la razón? ¡Olivia no hables tanto y escucha!— No espera, ¿qué acabas de decir? Da igual. —Ruedo mis ojos—. Me preguntan por si me quiero casar y voy y les digo que no lo sé, ¿en qué estaba pensando? ¡Claro que quiero casarme! O no. Ya no lo sé... Con lo fácil que es decir sí y cerrar la boca... —Sacudo mi cabeza. Ay, Dios mío, ¿qué estoy haciendo?—. Perdóname.

Secretos (ARKHÉ I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora