Capítulo 2. Especiales

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Olivia

3 de mayo de 2037

Hace 5 años

—Shhh... —Pongo mi dedo sobre mis labios mirando a mi hermana pequeña—. Ven por aquí, Melody —susurro.

Asiente y me sigue mientras subimos por las escaleras hasta la segunda planta de casa.

—¿Dónde nos escondemos? —pregunta, tímida—. Nos pillará.

Echo un vistazo rápido por todo el pasillo para acabar señalando el armario donde solemos guardar las ropas de cama.

Seguro que aquí no nos encontrará.

Abro las puertas y le indico que se meta dentro para después meterme yo y cerrar.

—Está muy oscuro... Tengo miedo... —titubea.

Le cojo su mano y sonrío.

—No se teme a la oscuridad sino el hecho de sentirte sola en la oscuridad... O eso siempre dice papá —murmullo—. Estás conmigo.

Melody menea su cabecita mirando a través de los pequeños agujeros del armario, y yo hago lo mismo cuando escuchamos unos pasos acercarse.

—Livvy... —dice, dando un bote sobre sí misma haciendo que la compuerta se abra y se caigan las colchas del estante de arriba.

—¡AAAAHHH!

—Creo que estamos en problemas —bisbiseo entre dientes.

Kacie nos mira a ambas posando sus manos en las caderas.

—¡¿Qué narices estabais haciendo en el armario?! —Levanta una de sus cejas—. ¿Livvy? ¿Melody?

Esbozo una sonrisa ladeada.

—Estamos jugando.

Ella me observa de arriba abajo abriendo su boca y formando una «o».

—¡¿Llevas puesto mi vestido para la graduación?! ¡Livvy! —exclama enfadada—. ¡Vas a manchármelo! ¿Qué haces con él?

Suspiro y rodeo mis ojos.

—Mi disfraz me quedó pequeño y este vestido parece el de Sara de Hocus Pocus —contesto.

—¿Hocus Pocus? ¿El de una bruja?

Nathanael sube y se pone a nuestro lado.

—Pilladas —dice mi hermano entre risas.

—Admite que me queda bien... —le digo, sonriendo a Kacie y dando un giro—. ¿Ves? Te has quedado sin palabras.

Melody y Nathanael se ríen a mi lado y a Kacie se le suben los colores.

—Maldita niña... —maldice, riéndose—. Vayamos a ver a mamá y papá.

Le coge de la mano a Melody y yo voy tras ellas. Al llegar a la entrada de su habitación, vemos como está hablando mamá por su móvil y papá escucha la conversación.

—Lo entiendo... Sí, lo sé... ¿Pero no se puede hacer nada? —suspira mamá—. ¡Estamos hablando de uno de mis hijos! —Menea una de sus piernas mirando a través de la ventana—. Me da igual la cripta o el criptógrafo, ¿no puedo hacer nada para cambiarlo? —Con una de sus manos aprieta su sien—. Bien, iremos mañana a verte... Entiendo. Entiendo todo, pero compréndeme tú a mí. —Se da la vuelta y nos ve a las tres frente a la puerta—. Debo colgar. Adiós.

—¿Mamá? ¿Papá? ¿Estáis bien? —pregunta Kacie, acercándose a ellos.

Emite un bufido.

—Sí... No te preocupes, princesa. —Sonríe mamá—. Sentaros... —Apunta su cama y los cuatro le hacemos caso—. Kacie Addison, Olivia Scarlett, Melody Violett y Nathanael Arnold... —nos nombra. ¿Estamos en problemas? Pocas veces nos llaman por nuestros nombres completos—. Mis pequeños, queremos daros un regalo —añade.

Mira a papá con un amor que siempre he admirado.

Son perfectos el uno para el otro.

Papá saca de una mochila cuatro cajitas y nos la da. En la solapa tiene bordado la inicial de cada uno; en la de Kacie está escrito en azul, la de Mely en dorado, la de Nathanael verde y la mía en rosa.

—Abridlo —nos piden, expectantes.

Los cuatro consternados, las abrimos viendo unas pulseras y un colgante, menos yo, que tengo un colgante doble con un abalorio y una piedra violeta. El abalorio tiene la forma de una estrella de cinco puntas dentro de un círculo con una luna en medio y la cadena, es un poco más larga que la de la piedra.

—¿Qué es esto? —pregunto.

—Cada uno de vosotros, tiene uno diferente —explica papá—. Kacie, el tuyo es un Jamsa, y tu piedra es la calcita azul. —Señala a Mely—. Mi pequeña, tienes el ojo de Horus y el colgante con el ámbar, y tú Nathanael, un escarabajo y el peridoto —les dice. Y por último, me mira a mí—. Livvy, tienes el pentagrama, y la piedra es una amatista.

—No podéis perderlo y siempre tenéis que llevar puesto, ¿sí?

Todos asentimos y Kacie me mira entrecerrando los ojos como si no entendiera nada de lo que está pasando.

—¿Por qué nos regalan esto? —murmulla bajito de modo que solo yo llego a escucharla.

Subo mis hombros y meneo la cabeza.

—No lo sé...

—Mami, ¿me pones la pulsera? —le pide Melody con una sonrisa de dientes tan emocionada como si fuese la noche de navidad.

—Nos sentimos muy afortunados de que seáis nuestros hijos —sigue hablando papá—. Sois muy especiales de una manera muy diferente, y esto, debéis recordarlo siempre... Vuestras diferencias —dice. Giro mi cabeza hacia la dirección de Kacie y veo como lo copia gesticulando. Esto nos lo han dicho tantas veces que nos lo sabemos a la perfección—. son vuestra fortaleza y unidos sois más fuertes, porque no hay nada más grande que el apoyo de un hermano... No lo olvidéis jamás.

Secretos (ARKHÉ I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora