Capítulo 52. Salvarte. Salvarme. Salvarnos

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Kyros

Soy gilipollas. Un enorme gilipollas.

La conexión entre nosotros estaba siendo avivada, despertada como una cobra dormida y aquí está, preparándose para atacar, pero tengo que cortarlo.

Yo no... no merezco lo que tengo con ella.

No la merezco a ella en general.

No hay futuro y la forma en la que la deseo es como una maldita droga.

El éter. Dunamis. Skótadi.

Nadie puede confiar en mí.

Aprieto la mano y la aferro en su cintura, intentando no despertarla, me inclino sobre ella y beso sus labios abiertos

Olivia es preciosa cuando duerme.

Separo el pelo de su oreja y acerco mi boca la susurrarle sobre su oído.

—Te encontraré cuando menos te lo esperes —susurro—. Cuando no me sientas, permaneceré entre las sombras. Siempre estaré detrás de ti.

Me levanto y giro despacio para observar la habitación.

Sé lo que tengo que hacer, y por una vez en mi vida, haré lo correcto. Al salir de la casa de Olivia a través de la ventana, veo que en la acera hay un coche negro aparcado y con las ventanillas opacadas. Me paso la mano por el pelo y suspiro. Me acerco y, al instante, se baja una de ellas dándome la vista de Sachs.

—Estas cometiendo un enorme error.

—Mi completa existencia es un grave error, así que deberías ser más específico.

—Alejarte de ella no la salvará —recalca—. Y tampoco te salvará a ti.

—No hay salvación para mí. Sé como acaba la partida.

—Toda profecía está diseñada para ser reescrita. Nunca están repartidas todas las cartas y ningún destino, sin importar lo que se sacrifique o negocie, es definitivo.

La piel me hormiguea, y la sangre palpita y el pulso se me acelera

—Déjame.

—Creo que no entiendes lo que estoy diciendo. Tuviste la oportunidad de hacerlo antes, pero fallaste. Si continúas por este camino, la historia se repetirá y no habrá salvación para nadie. Solo obtendrás un eterno castigo y la sed de venganza. —Sachs resopla y se coloca las gafas de sol, aunque no haya ni una pizca de sol—. Espero que hagas lo correcto. ¿Tú lo tienes verdad?

—Sí.

—Ábrelo, y una vez veas su contenido, dime cuál es tu decisión. Con nosotros o contra nosotros. Yo de ti me daría prisa y me uniría a mi bando entregando los informes. —Baja la barbilla—. Sé que harás lo correcto... Cuidado con tus manos. Están brillando.

La ventanilla se sube y el auto se va calle abajo dejándome allí de pie, volviéndome despacio, miro a mi alrededor y veo que no hay nadie aquí.

Por supuesto sé que es lo correcto y no voy a parar hasta acabar con mi objetivo.

Destruir es mi prioridad.

Secretos (ARKHÉ I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora