Capítulo 25. Pisa la tierra

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Olivia

Entramos en la tienda y yo me quedo pasmada al ver la cantidad de pasillos llenos de vestidos y trajes; los hay cortos, largos, ceñidos y acampanados. Hay demasiados para elegir y me preocupa que tengamos que pasar muchas horas aquí.

Me dirijo a la sección de mujer, mientras Kyros se sienta en una silla frente los probadores junto a Jugh.

Cojo un par de ellos y me acerco a ambos.

—¿Quieres que te ayude? —pregunta Jugh.

—No, me los voy a probar —digo, corriendo hacia los probadores.

Me coloco el primero, uno turquesa y demasiado largo para mi gusto y corro la cortina levantando un poco mis brazos y dando una vuelta sobre mí misma.

—¿Os gusta este? —pregunto frente a los espejos.

—Ehhh... no —asegura Jugh.

Kyros niega con la cabeza y apoya en el reposa brazos su codo quedando inclinado.

Hago una mueca y me meto de nuevo dentro. Después de unos seis vestidos, emerjo lentamente de atrás de las cortinas y sonrío colocando un mechón de mi pelo tras mi oreja.

Es un vestido vaporoso rosa palo.

Kyros al verme, se inclina hacia adelante y coloca sus codos sobre las rodillas y Jugh suelta un silbido.

—¿Qué tal este?

—Guapísima —dice Jugh—. Estás realmente guapa.

—Estás preciosa —susurra—. El vestido es precioso —se corrige al instante.

Jugh niega con la cabeza y se ríe sin apartar la mirada de mí.

—¿Te quedas con este? ¿Es el que más te gusta? —pregunta mi cuñado.

—Sí, quiero este vestido.

Kacie aparece en la tienda y se acerca a nosotros sin apartar sus ojos del celular y con una taza de café. Oigo que resopla antes de alzar la mirada y finge una sonrisa para ocultar su no-aparente cabreo.

—Perdón por retrasarme, pero a último momento han surgido muchos problemas con el registro de pacientes. Dijo que faltaban algunos del mes pasado. —Voltea sus ojos y le da un beso a Jugh—. No, absolutamente no. No vas a ir con eso —me dice a mí.

—¿Qué?

—Que no vas a llevar eso. Es la fiesta de invierno, y ese vestido tiene de todo menos temática invernal. —Toma un sorbo del café y traga—. ¿Quizás algo azul?

Jughead alza sus cejas y pone sus palmas hacia arriba.

—Le queda bien.

—Cariño...

—Le queda bien —repite—. ¿Por qué no le dejas que se compre este?

—Da igual, no quiero ir —digo, encogiéndome de hombros con desidia.

—Jugh, ¿podemos...? —Mira hacia atrás—. ¿Puedes acompañarme a comprar pretzels? —Él suelta aire por la boca y se levanta de la silla—. Gracias —alarga la última letra. Se separan unos metros, pero aún así los escucho—. No puede suceder.

—¿Y qué si sucede?

—Tu misticismo no les servirá de nada, Jugh.

Cierro los ojos con fuerza por la rabia que siento que Kacie siempre trate de controlar mi vida, y me volteo sin decir nada metiéndome dentro del vestidor. Llevo ambas manos a mi espalda y trato de bajar la cremallera, pero no puedo.

Secretos (ARKHÉ I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora