Capítulo 2

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«REGRESASTE, ESTÁS EN CASA... FRASES QUE EN UN PRINCIPIO DESEABA ESCUCHAR. AHORA NO SÉ SI QUIERO QUE SEA VERDAD...»

Han pasado quizás veinte, o treinta minutos. Lucy no suelta mi mano, el doctor controla mis pupilas dilatadas, mi corazón acelerado, y mi respiración entrecortada. Descartando mi ansiedad, todo parece estar bien, salvo por un detalle, me siento devastada.

Mil veces imaginé este momento, mil veces fantaseaba con volver a casa, a Providence con mis hermanos y con mi madre. Soñaba con regresar a mi mundo, a mi cuarto, al colegio,... Tantas veces lo deseé, y sin embargo, ahora está realmente pasando. Pero mis sentimientos son muy distintos de aquel anhelo. Ahora son una mezcla de sorpresa, de confusión, y también de dolor.

¿Cómo pasó?, ¿cómo regresé?, ¡Oh, estoy aquí, volví! Las palabras del médico me arrancan de mi introspección:

—Jovencita. ¿Puedes decirme quién es ella?
—Mi hermana–que pregunta estúpida.
—Bien. Ahora haz un esfuerzo y dime tu nombre completo, tu edad, donde vives, ¿puedes hacerlo, no?

Exhalo profundo. Cree que estoy confundida, o que tengo amnesia porque sigo en estado de shock. Pero no puedo pensar en otra cosa que no sea la angustia por reconocer que lo perdí, perdí a Kae por regresar a mi realidad.

—Mi nombre es Vi, Nina, Nina Sommers. Tengo dieciocho años. Vivo en la Colonia. Eh, lo siento, vivo en Providence–aclaro con la voz acongojada, me cuesta hablar sin que rompa en llanto—Mi madre se llama Eva, mi hermano Jonas, ella es Lucy– digo mirándola—Mi padre falleció hace dos años, y estamos en 1985.

El doctor observa a mi hermana, y ella asiente con un leve movimiento de cabeza avalando que los datos familiares son correctos.

—Bien. ¿Te duele la cabeza?, ¿sientes nauseas, mareos?
—No.
—De acuerdo. Vamos a hacer una cosa. Las dejaré un tiempo a solas, y luego volveré porque tenemos que seguir haciéndote estudios de rutina. Más tarde ordenaré que recibas una comida, ¿si?.
—Gracias Dr.–contesta Lucy con una sonrisa en su rostro cansado.

El doctor camina hacia la puerta, pero antes de retirarse, le dirige unas palabras a mi hermana:

—No la presione más de lo debido, ya van a tener tiempo de conversar. Llámame cualquier cosa.

Luego se va.

El silencio que hay en la habitación, solo se ve interrumpido por mi respiración, -aún entrecortada-, y por los leves sollozos de Lucy. La miro, observo detenidamente su rostro, sus manos, y su ropa. No puedo creer todavía que está aquí. No, en realidad, ¡yo estoy aquí!.

De pronto, un torbellino de palabras se agolpan en mi boca seca y pastosa. Me doy cuenta que quiero decir tantas cosas, pero estoy sedienta y tengo los labios agrietados.

—Lucy, por favor, tengo sed.

Ella seca las lágrimas de sus mejillas con el dorso de la mano. Luego se levanta de la silla buscando con la mirada por toda la habitación, pero no ve ningún vaso descartable que pueda utilizar para traerme agua del dispenser. Entonces me dice:

—Nina, tengo que salir de la habitación. A mitad del pasillo hay otro dispenser de agua y...
—Ve tranquila, Lucy.

Pero la duda la mantiene todavía a mi lado, y no me suelta la mano. Lo noto en sus ojos, en su tono de voz, en sus caricias constantes. Tiene miedo, miedo de que cuando regrese, yo ya no esté otra vez.

BÚSCAME EN PROVIDENCE. (2°libro de la trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora