Capítulo 38

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«DECISIONES, MENTIRAS Y UNA ESCAPADA DEL COLEGIO».

Los días pasaron más rápido de lo que creí, y la rutina no me trajo alivio. Me despierto luego de pasar noches llenas de angustia y permanezco todo el día con la tristeza marcada en mi rostro. Siento que estoy en un bucle temporal reviviendo momentos miserables de mi pasado.

Voy de "mi cárcel" al colegio, y el círculo vuelve a empezar. Ni siquiera el hecho de haber recuperado la relación con Ivi y Mike me ha quitado la abrumadora amargura que cargo. "El innombrable", no ha aparecido ni ha dejado sus señales. ¿Se habrá tomado en serio lo que le dije?. Me pregunto si aún estará enojado conmigo. No puedo salir a buscarlo, ni tengo forma de comunicarme con él.

¿Acaso no me conoce bien?, ¿no sé da cuenta que soy una máquina de decir idioteces sin pensar?. Ja, ya sé lo que está haciendo, me está castigando. Es tan orgulloso, que prefiere seguir sin hablarme por muchos días más.

Bajo a desayunar. Hoy, Cuarto y Quinto año, junto con el Profesor de Historia, visitaremos el Museo Charles Darwin, en Clascow, a unos treinta minutos de Providence. Me sorprendió que mi madre haya firmado el permiso para la excursión, pero supongo que ahora ella prefiere tenerme alejada de aquí. Cómo si la distancia sea la cura a lo que siento. Y todos sabemos bien, que ese pensamiento no aplica en nosotros.

Guardo en mi mochila una vianda, unos refrescos, y la Polaroid que mi hermana me prestó, luego de tomar una taza de café, la espero en el porche. Pero abro grandes los ojos, coronados por unas ojeras, cuando veo el coche de Bergman estacionado frente a casa. He llegado a pensar que el tipo es un tacaño, pudiéndose comprar un vehículo más moderno, prefiere este Pontiac gris del '69, que según él, es un clásico.

Mamá sale de casa, cierra con llave y me indica con la mano para que la siga.

—Sube Nina, que llegarás tarde.

Con desgano, hago lo que me pide y me acomodo en la parte trasera. Dentro huele a pasilla de pino, cuero y pulcritud. Él hombre es meticuloso al extremo, y no sé porqué mi madre se fijo en alguien como él.

—¿Qué pasó con nuestro coche?–le pregunto luego de unos minutos.
—Está en el taller, mañana lo recogeré. Viktor se ofreció a llevarte y a traerte a casa hoy.

Me contesta mirándome por el espejo retrovisor, y con el tono que usa siempre para indicarme que sea agradecida por su amabilidad.

—Gracias, Señor Bergman– murmuro por lo bajo, prestando atención al paisaje de la ventanilla, por si veo alguna señal de él.

—De nada, Nina. Sabes que pueden contar conmigo para lo que necesites–responde con esa sonrisa, que se me hace cada vez más falsa—Y deja de llamarme señor, puedes tutearme.

Por suerte el viaje es corto. Ya en la puerta del colegio está aparcado uno de los micros que nos llevará de excursión. Es la primera salida del año que hace el curso. Hay un ambiente casi festivo y entusiasta, ambiente que contrasta con la nube oscura que tengo alrededor.

Desde lo que pasó con mi padre, las excursiones para mi fueron difíciles de soportar por las bromas y las burlas. Creí que ya había pasado todo eso, pero después del festival, se han intensificado. Y todo gracias a Megan y su séquito de Ravens.

Mi madre y yo bajamos del auto. El preceptor todavía no ha dado la orden de entrar al lobby y organizar el grupo antes de salir. Así que la entrada es todo un caos.

—¿A que hora estarán de vuelta?–pregunta mirando con nerviosismo su reloj de pulsera, regalo de Viktor.
—A las cuatro de la tarde, señora Sommers–contesta Ivi, acercándose.
—¡OH!, no llegaremos. La convección comienza a esa hora–murmura mi madre a su pareja desde la ventanilla.
—Nina puede quedarse en mi casa hasta que usted pueda pasar a buscarla, Sra. Sommers. Mi madre vendrá a recogernos. No tendrá ningún problema. Así podemos terminar el trabajo de Física, pendiente–y ladea la cabeza, haciendo una mueca de disgusto.

BÚSCAME EN PROVIDENCE. (2°libro de la trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora