«AQUÍ LA VIDA ES DISTINTA. LA REALIDAD ES OTRA, NO ES COMO EN CASA Y ESO DUELE».
—Oye muchacho, ¿como era tu nombre?
—Kae, señor.
—¿Kae?, bueno, como sea. Pídele a Charly que te ayude a organizar los pedidos y después encárgate del reparto. Llévale primero a la señora de la calle Roverblok.
—Si, Señor.
—Espera–me pide el señor Pool, encargado de Domino's Pizza.Un local de venta de comida, a la que me hice fanático desde que llegué.
—Toma, esta es la paga de la semana. Ponle combustible a la Puch después de terminar con los pedidos.
—Gracias, lo haré Señor–contesto mientras me guardo los billetes de papel en el bolsillo de mi pantalón.
—Otra cosa más–dice mirándome las manos, más precisamente mis muñecas.—Ve a que te curen la piel. No puedes seguir así.Me miro las manos, y contesto avergonzado:
—Si, señor.
—Llámame Pool, muchacho– insiste.—Escucha, mi hija ayuda en el Centro comunitario. Queda a cuatro cuadras, cruzando la plaza principal. Ve después de llevar el último pedido, y guardar la moto. Pregunta por Grace, ella te ayudará.
—Gracias Señor. Perdón, Pool– me corrijo y voy a la parte trasera del negocio.Siento como el hombre me observa detrás del mostrador. No sé si le doy curiosidad por mi forma de ser, o le parezco extraño y sospechoso. Ya dejó de importarme como me observan las personas.
Me dedico a terminar rápido el trabajo, así podré irme. Salir a la calle de concreto, es lo que más deseo, porque allí comienza otra vez mi búsqueda.
El tiempo pasa y no he logrado nada. Admito que es más difícil de lo que creí, aunque me niego a pensar que es casi imposible. Ya llevo 29 días aquí, y no la he encontrado.
¡Esta Colonia es más grande que la mismísima Urbe!, -pienso sorprendido. Es indescriptible la cantidad de personas, de edificios, y vehículos. Todo ese ruido ensordecedor, todo este caos me afecta demasiado, hasta el punto del agotamiento. Nunca había visto tantos colores, sonidos y sabores juntos.
Durante estos días me he topado con toda clase de personas. Están "los indiferentes", "los amables", "los rufianes", y "los intolerantes y mezquinos", y las buenas personas como el Señor Pool.
Me aseo un poco en el cuarto de baño. Busco mi bolso, tomo los pedidos que debo llevar, y salgo.
El local está sobre la esquina de una calle transitada. Al frente hay una Sala de proyecciones. Siempre hay jóvenes comprando sus boletos y haciendo fila para entrar. Yo me los quedo mirando, esperando verla entre ellos. A pesar de haber llegado hace tiempo, tuve que valerme de todo mi ingenio, para aprender rápido como son las cosas aquí.
Aquel mismo día que llegué, me dirigí a la cabaña de paso que me había marcado Perkins. Pero comprobé con pesar, que su dueño la había abandonado, y estaba casi inhabitable. Pero no tenía otra opción que pasar la noche allí, entonces volví por el Capitán.
Lo encontré maldiciéndome, y al borde de un ataque de nervios. Lo desaté del árbol, tapé sus ojos, y a tropezones me lo llevé amenazándolo con la MID en su espalda para que camine. La cabaña apenas contaba con un techo y una puerta. Adentro no había más que una mesa de madera. Las paredes estaban sucias, escritas, corroídas por la humedad y las plantas trepadoras. Una de las ventanas estaba rota, y la otra tapiada con maderas y clavos.
No sé lo que esperaba encontrar. A decir verdad, pensé que contaría con la ayuda de ese amigo de Perkins. Pero, al menos me dio gusto hallar algo familiar que me recuerde mi mundo. Tenía un techo sobre mi cabeza para pasar la noche, y eso era mas que suficiente. Por suerte fui precavido y me había traído de la Colonia un par de velas, y el pedernal. Esa noche prendí una, comí unas galletas, y tomé dos medidas de agua. Staler no quiso nada de mí, solo se la pasaba insultando y maldiciéndome, hasta que sus fuerzas lo abandonaron, se calló y dormitó sentado contra uno de los muros de la cabaña.
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BÚSCAME EN PROVIDENCE. (2°libro de la trilogía)
RomanceLuego del invierno crudo de 1985 en esta ciudad próspera llamada Providence, el tráfico se intensifica para cumplir con la jornada laboral, llevar a los niños al colegio y continuar con los compromisos. Los panfletos de una nueva elección gubernamen...