Capítulo 29

4 1 0
                                    

«NO SÉ SI SEGUIR INTENTÁNDOLO O DEJARTE IR. ES TONTO ESPERAR ALGO QUE SÓLO DUELE. PERO TAMBIÉN ES DE COBARDE DEJAR IR TODO LO QUE QUIERO».

—Nina, debiste haberme consultado primero antes de traer ese cachorro a casa–me regaña mamá, cruzándose de brazos, con seriedad en su mirada, apoyada contra la puerta del cuarto de Jonas.

No está contenta para nada.

—Lo siento. Se dieron las cosas así. Pero, míralos...

Ella observa a mi hermano, que está embelesado con el pequeño cachorro que tiene entre sus manos. Sonríe con timidez, y sus ojos tienen un brillo que desde hace tiempo no veíamos.

El cachorro adoptó de inmediato a Jonas. Apenas lo vio, saltó hasta sus brazos y ahora juguetea con los cordones de sus zapatillas. Mi madre se replantea su enojo, y hasta disfruta ver a su hijo queriéndose conectar otra vez con el mundo de afuera.

—Está bien, puede quedarse, pero es tú responsabilidad. Deberás cuidarlo, darle de comer, y todas esas cosas, ¿de acuerdo?
—Si mamá. Lo haré–contesto.
—De todas formas, consultaré con su Psicóloga–dice, luego se aleja para atender una llamada.

Me acerco a Jonas, inclinándome a su lado, y acaricio al cachorro. Rozo las manos de mi hermano, y a él parece no molestarle. Lo observo con la satisfacción de haber hecho algo bueno por él. Me levanto para irme, pero antes, le hablo:

—Jonas, debemos ponerle un nombre al cachorro. Aunque, la persona que me lo dio lo llamaba «Parche» ¿Te gusta ese nombre?–claro que no espero que me conteste. Pero creo que el nombre le agradó—¿Puedo preguntarte una cosa?–dudo y pienso un momento.

Es mejor dejar a mi hermano ajeno a todo esto.

—No, no es nada. Cuida a Parche, después le haremos una casita para que duerma.

Me levanto, camino hasta la puerta, y vuelvo la vista atrás. Por unos instantes nuestras miradas se cruzan. Creo que descubrió en mis ojos, lo que no me atreví a preguntarle.

Mi cuarto me recibe con los brazos abiertos para consolarme. Todavía es temprano, pero me siento realmente cansada. Fue un día extraño. Cuando regresé de aquella realidad, me propuse hacer una vida normal y despreocupada. Junté las fuerzas que me quedaban para disfrutar de la vida, y olvidar todo, -porque así se lo había prometido a él. Por un tiempo creí haberlo logrado. Pero finalmente, todo síntoma de normalidad ha desaparecido definitivamente de mi frágil existencia.

Todo por culpa de alguien que no debió haberse escapado de los recuerdos.

Me quito el uniforme, me pongo mi pijama cómodo, y me recuesto en la cama. Fuera, la tarde se desvanece, al igual que mi empeño por creer que todo va a estar bien. Cierro los ojos, y la primera imagen que se me aparece es su rostro, y sus ojos que me miran con frialdad y reproche. ¿Cuántas veces imaginé nuestro encuentro?, Cien, quizás Miles de veces, -si es que había alguna posibilidad de que eso sucediera.

Me imaginaba corriendo hacia sus brazos en cámara lenta. Me veía acariciando su rostro, y que nuestras miradas se encontraran sin importar nada más que nosotros, y terminar besándonos con mucha pasión.
Soñaba con esas primeras palabras: «Nina, te extrañé, pensaba en tí todo el día, sufría por estar separados. Te amo, te amo, te amo...»
Pero nuestro encuentro fue muy distinto. Fue extraño, frío, distante, como dos desconocidos.

Quizás es porque yo me siento diferente. Cambié, soy otra y creo que él se dió cuenta de eso. Quizás el beso que nos dimos fue solo un impulso desesperado producto de la situación, un deseo repentino y nada más. Talvéz, entre nosotros no debió suceder nada.

BÚSCAME EN PROVIDENCE. (2°libro de la trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora