Capítulo 25

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«¡SEÑALES, SEÑALES!, AHÍ ESTÁ LA CLAVE PARA ENCONTRARTE».

—Sí, no me voy a dar por vencido. Gracias por su amabilidad, ahora tengo que irme.

Me despido de la señora Emma, y decido ir donde me dijo el encargado de Domino's Pizza. Pero antes debo ponerle combustible a la motoCross y dejarla en el garage del local.

Llego a la Estación de Carga. Si en mi mundo tuviéramos Centros de combustible con acceso libre cómo aquí, no estaríamos en desventaja con las Fuerzas Armadas de la Urbe.
Estaciono la moto a la altura del surtidor, me quito el casco y los auriculares de mis oídos, y mientras espero al empleado, decido ir por agua y comida para Staler.

Antes de entrar al local de abastecimiento, el llorisqueo de alguien me llama la atención. A unos metros del sector de baños, un grupo de tres jóvenes rodean a un cuarto, que está agazapado en un rincón. Se rien de él, lo insultan y lo amenazan con los puños, mientras que el chico ruega que no fue, y que lo dejen tranquilo. Agacho mi cabeza y sigo caminando. Me obligo a no meterme para no tener problemas con los Uniformados de Providence.

Doy unos pasos, estoy por abrir la puerta del local, pero ... Grrr, ¡maldición!, -mascullo entre dientes. No puedo evitarlo, retrocedo y me acerco a ellos. Aparentemente son estudiantes de algún Centro de entrenamiento, porque todos llevan Uniforme con un escudo cocido a sus remeras.

Uno de los jóvenes me mira, le codea a su compañero, y ahora todos me observan con desconcierto.

—Tres contra uno, es de personas cobardes.

El de gorro negro sonrie, luego me pregunta:

—¿Nos estás llamando cobardes?
—Sí.

Entre ellos se miran. La luz de Neón del cartel titila, queriéndose apagar, corre una brisa fresca, y el aire se siente tenso. Yo contraigo automáticamente los músculos de mis brazos y tomo una posición defensiva.

—¿Te crees muy valiente, Inmigrante?. Nosotros te vamos a educar.

«Inmigrante», ya había oído antes que se referían a mí con esa palabra. En una ocasión, le pregunté al Señor Pool que significaba, y me explicó que lo suelen usar como un insulto despectivo hacia las personas de distintas tierras que llegan a este País. A pesar de las diferentes realidades, hay cosas que no cambian. Ser Inmigrante aquí, es lo mismo que ser Mestizo en mi mundo.

—Jaja, miren. Pero si tenemos a un fanático de Karate Kid-comenta el joven de gorro negro a sus compañeros, y se rien burlonamente de mí.

No me importan sus chistes, ni tampoco los entiendo. Me molesta que se crean superiores y soberbios. Cuadro mejor mi cuerpo para una inevitable pelea, y los examino con rapidez. Aprendí esa técnica en el Centro de Entrenamiento de Oficiales.

El de gorro negro es el más bajo, pero seguro es el más veloz. El de zapatillas blancas está muy nervioso, observa a nuestro alrededor, viendo la forma de alejarse lo más rápido del lugar. El tercero es el peligroso, y del cual debo cuidarme. Fuma mientras achina los ojos, mirándome con detenimiento. Está haciendo lo mismo que yo, intenta adivinar mis puntos débiles, y el cuarto joven al que estaban molestando, solo observa la escena, acurrucado contra el muro y su bolso en un rincón.

Cómo lo sospechaba. El de gorra negra es el primero en atacarme. Adivino su movimiento y esquivo el golpe de puño que iba a parar a mi rostro. Retrocedo unos pasos y mido el alcance de mi contragolpe mientras los otros dos nos rodean.

El de gorra negra bufa de bronca. Me agacho para evitar el segundo golpe mientras giro detrás de mi oponente y arremeto con un puñetazo en su costilla derecha, haciéndolo que se retuerza de dolor. Luego le doy otro golpe con el canto de mi mano en la nuca, y cae al suelo semi inconsciente.

BÚSCAME EN PROVIDENCE. (2°libro de la trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora