Capítulo 22

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«DILEMAS Y DECISIONES APRESURADAS. ESTO NO ME LO ESPERABA».

—Toma, quémalo en cuanto puedas–le sugiero mientras doblo las hojas que arranqué, y me las guardo en el bolsillo de la campera.

Estéfano me observa con el ceño fruncido, conozco esa mirada también. No está de acuerdo con lo que voy a hacer, pero lo tengo decidido, y ya no hay nada que me lo impida.

—Kae, escúchame. ¿Estás seguro?, es una locura, amigo. ¿Y si resulta mal?
—Sé lo que hago. No te preocupes.
—¿Tú viste las proyecciones que pasan en la Urbe, no?, ¡Fue su maldito mundo el que nos heredó toda esta porquería en la que vivimos!—exclama ofuscado.

Luego se quita el pasamontañas, destapa el corcho de la botella marrón que traía escondida dentro de su Pedernera, y bebe un gran trago de hidromiel.

—Lo que quiero decir es que su mundo es peligroso—se limpia la boca saciada de alcohol con brazo izquierdo.

Me da gracia sus palabras. Como si no supiera que aquí, en nuestra realidad, sobrevivir sea sencillo. Nos quedamos en silencio unos minutos. Luego él me ofrece la botella preguntándome:

—¿Es verdad todo lo que me contaste?, que Vides vivió durante los Años Perdidos. Sigo sin creerlo, aunque...–duda—Ella era muy extraña.
—Nuestro mundo y el de ella son mundos mellizos–aclaro.

Mi amigo chasquea con la boca, y se rasca el mentón, dónde una barba incipiente asoma.

—Se que es complicado de entender. Pero tu mismo escuchaste lo que contó esa rastreadora, Estéfano. ¿Lo recuerdas, no?

Él camina unos pasos, y saca del bolsillo de su chaqueta un cigarrillo, -algo desarmado. Me lo ofrece pero niego con la cabeza. Me gustaría darle un par de pitadas, pero aun me fatigo bastante y estoy débil.

Masculla por lo bajo, quizás enojado por negarme a compartir ese cigarrillo con él. Luego lo estira con las manos y se lo lleva a la boca. Después de varios intentos se enciende, y el humo blanquecino se eleva perdiéndose entre la bruma.

—Claro que lo recuerdo. Le temblaba la voz cuando me contaba como "la chica" había desaparecido en el aire, frente a sus ojos, después de haber saltado del barranco. Tuve que pagar su silencio con medicinas, dos botellas de hidromiel, y una M-K2 con procesador de distancia. ¡Desapareció en el aire, Kae!– exclama abriendo bien los ojos.—¿Cómo es posible?, ¿estás seguro que quieres hacer esto?, es demasiado peligroso.
—No es más peligroso de lo que me espera aquí si me encuentran. Además, cuando nuestro "querido Procurador" reciba mi regalo se van a poner más molestos. Y a propósito de eso...
—Si, ya hice todo lo que me pediste. ¡Demonios!-maldice—No sé por que te ayudo en toda esta locura.

De pronto, me doy cuenta que en mi afán de venganza, arrastro a todas las personas que aprecio. Y por primera vez tengo miedo de las consecuencias de mis actos.

—Ten mucho cuidado. ¿Recuerdas todo lo que tienes que decir, no?
—Si. Por mí no te preocupes. He conocido a unas personas, que casualmente, odia tanto o más que tú a los Blackmund.

Lo miro de reojo mientras tomo otro sorbo del líquido de la botella. Él sonríe con picardía, y eso me recuerda a otra persona muy querida  también para mí.

—¿Y Cecé, todavía está enojada conmigo?, ¿sabe que me voy...?
—Si, se lo conté–responde dando la última pitada al cigarrillo, luego lo tira al suelo y pisa la colilla con su bota.—No te voy a mentir, te desprecia, pero a ella la odia más. Ya se le pasará, debes entenderla. Puede que sea algo brusca, y se crea muy valiente, pero en el fondo, es una niña enamorada y desilusionada. Cree que perdió a sus dos personas favoritas.
—Si, entiendo–murmuro mientras camino hacia el gran árbol.

BÚSCAME EN PROVIDENCE. (2°libro de la trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora