«CUANDO NO QUEDA TIEMPO PARA NADA MÁS. NI SIQUIERA PARA BESARTE O ACARICIARTE. Y TE VEO DESAPARECER FRENTE A MÍ, PERO MIS PALABRAS YA NO TE ALCANZAN. ES EN ESE MOMENTO QUE SIENTO REALMENTE MIEDO A MORIR».
El taxi se detiene en la puerta de mi casa, le entrego el dinero al conductor y bajo. Dentro, me esperan más pesadillas.Veo la figura de mi madre observándome detrás de la cortina mientras la puerta que se abre. Tomo aire, esto no será fácil de tolerar, la despedida con Kae me dejó devastada. Me arden los ojos y la angustia me presiona el pecho como si una roca me estuviera aplastando.
Entro en silencio y cierro la puerta tras de mí. Apenas levanto la cabeza para observar el panorama. Lucy está en la cocina, tiene los cabellos húmedos, y en sus manos sostiene una taza de té humeante. Sus ojos también están irritados por las lágrimas. El remordimiento y la culpa me toman por sorpresa y bajo la mirada cuando me cruzo con sus ojos.
Inmediatamente giro la cabeza hacia el comedor. Veo un par de cajas apiladas sobre el sofá con el nombre de ese desgraciado. Suspiro aliviada, aún no se las ha entregado, cuento con algo de tiempo a favor. Mi madre se acerca, me mira con desprecio, -casi podría decir, que con asco también. Abro la boca para decirle algo, pero ella levanta su mano y me abofetea con fuerza la mejilla.
Cierro los ojos, me trago el orgullo y las lágrimas. Luego me llevo la mano al rostro y froto lentamente la piel. Me arde por el golpe. Bajo la cabeza y miro de reojo a Lucy que sigue observando la taza que tiene entre sus manos temblorosas, mientras que mi madre exclama a gritos:
—¡Vete a tu cuarto. No vas a salir hasta que yo lo diga!. Cruzaste el límite, Nina. No voy a tolerar más tu rebeldía.
Quiero decir algo, pero me muerdo el labio inferior hasta hacérmelo doler. No encuentro palabras para defenderme. Lo que siento ahora es bronca y dolor, un gran dolor… Pero debo hacer lo que me pidió Kae. Debo impedir que Bergman se lleve todas las investigaciones de mi padre.
—Aceptaré cualquier castigo mamá. Pero quiero lo que hay dentro de esas cajas, y no me lo puedes negar. Eran de “mi padre”, y no voy a dejar que se lo entregues a él.
No espero ninguna respuesta de ella. La esquivo, tomo las cajas como puedo, y me dirijo a mi cuarto. Luego de hacer malabarismo por la escalera, entro y cierro de un golpe la puerta con el pie. Dejo las cajas en el suelo, a un lado del escritorio y me dirijo a la cama, pero grande es mi sorpresa cuando veo a un hombre subido a una escalera que se asoma por afuera de la ventana.
Camino con desconcierto hasta allí. El hombre trabaja colocando una reja por fuera. Mi madre me está acorralando, siento mi mundo achicándose y presiento que a partir de ahora mis días transcurrirán dentro de estas cuatro paredes. La puerta se abre, ella entra erguida, luego se cruza de brazos, y con voz grave, me dice:
—Tú te lo buscaste. Esto es por tu bien, ya me entenderás.
Después sale cerrando la puerta, pero esta vez escucho que pone con llave del otro lado. Ahora sí, me quitó completamente la libertad.
Han pasado dos horas o más, no podría calcular el tiempo aunque quisiera. El hombre ha terminado su trabajo, mientras que yo sigo acurrucada en un rincón de la cama, hecha un ovillo. Sosteniendo entre mis manos el kanji que tengo colgado al cuello, y mirando su foto. Repito sus palabras una y mil veces; volveré y seremos solo tú y yo, se valiente, se fuerte, te lo prometo, encontraremos nuestro eclipse...y me aferro a ellas con todo el valor que me queda.
Observo de reojo las cajas y pienso en su contenido. ¿Qué hago con los cuadernos y los diarios de campo?, no me animo a quemarlos o a destruirlos. Algo muy dentro de mí, me dice que tengo que conservarlos.
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BÚSCAME EN PROVIDENCE. (2°libro de la trilogía)
RomanceLuego del invierno crudo de 1985 en esta ciudad próspera llamada Providence, el tráfico se intensifica para cumplir con la jornada laboral, llevar a los niños al colegio y continuar con los compromisos. Los panfletos de una nueva elección gubernamen...