Mein erster Schmerz

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— Buenos días —dijo el chico que había visto anteriormente que daba algo de miedo. Estábamos en el bosque que estaba cerca de la cabaña, Yeji me vistió con un ropa deportiva con algunos protectores, al parecer iba a ser una clase de pelea o se iban a desquitar conmigo o ambas — Mi nombre es Jeno y estoy encargado de la defensa personal.

— Adivino, eres un guardia —intenté bromear pero él mantenía su seriedad, al parecer no iba a ser mi clase favorita.

— No, sólo soy amigo de la princesa, no me dedico a nada —dijo algo nervioso y vi como recogía unos guantes que luego me lo paso —Esta clase está hecha para esos momentos donde entran los bandidos o cuando un guardia falla y quieren hacerle algo.

— ¿Me van a querer matar? —pregunté asustada.

— Desde ahora eres una mujer muy valiosa —parecía tranquilo — Por eso vas a aprender a defenderte por si sola, ya que hasta Yeji puede llegar a faltarte —miré a la nombrada que se encontraba acostada en el pasto leyendo un manga.

Al escuchar su nombre se levantó un poco y exclamó — Yo juré dar mi vida por ella — su boca estaba llena de papas fritas, no sabía si reír o llorar.

— Primero que todo vas a controlar tu equilibrio —me hizo ponerme en pose de defensa, como en los videojuegos y me habló de cómo tenía que colocar mis pies y en donde apoyar mi fuerza.

Luego de ya "aprender" eso, me habló de los puños y como golpear con más fuerza de la que tenía, no tenía idea de cómo sabía tanto si no se dedicaba a esto pero fue una clase muy interesante.
Hubo un momento que no entendía muy bien así que Yeji se unió para enseñarme, ella tenía mucho más fuerza de la que pensaba.

— ¿A qué hora termina esta clase? —me quejé al estar por milésima vez en el suelo, Yeji me había botado — Siento que se me quema la espalda.

— Ow es verdad, perdón —me ayudó a levantarme — Déjame revisarte —me sacó el protector y me levanto la camiseta — Creo que no deberías hacer más actividades físicas.

— Eso se ve muy feo ¿qué le pasó? —ambas lo ignoramos.

— ¿Me voy a morir? —mire a Yeji sobre mi hombro.

— Hay que cambiarte la la vendas, el sudor hizo que se salieran —me bajo la camiseta con cuidado y la miré con un puchero — Voy a llamar a la enfermera del reino —vi como sacó su celular y suspiré, extrañaba el mio y sus juegos, estaba apunto de matar al dragón en minecraft.

Entramos a la cabaña y con cuidado me acosté en mi cama para descansar, fue una clase dura y al parecer me dolería todo el cuerpo de nuevo. Luego de unas horas llego una chica muy animada que llegó a despertarme.

— ¿Es usted la famosa Minjeong? —dijo al ver que tenía lo ojos abiertos — Mi nombre es Wendy —se presentó y se sento en una banca que había traído — Vamos a ver que tienes ahí —ya me encontraba acostada boca abajo así que sin problemas pudo levantarme la ropa — Se ve un poco feo pero se puede arreglar.

— ¿Va a quedar marca?

— Lamentablemente sí, pero seguramente cuando te pongan un vestido te aplicarán maquillaje para taparlo, así que no hay problema—suspiré, odiaba los vestido y no quería quedarme más tiempo acá, no podía decirle que pronto me iría a casa, con este horrible recuerdo en mi piel.

Me limpió con un líquido y luego hizo otras cosas que no supe que era para al final colocarme unos parches transparentes, según ella con esos podré bañarme sin problemas y me los tendré que cambiar una vez al día. Al terminar, Yeji mandó que se retirara ya que se le podía escapar alguna información del reino.

— Tu horario ha sido cambiado —dijo Baekhyun mientras entraba a mi habitación — Por dos semanas solo tendrás clases donde no tengas actividades físicas, osea solo mis clases y las de Jimin —me puse seria al escuchar ese nombre —En una hora te espero en el comedor —se retiró y mire a Yeji.

— Perdón —me susurró por milésima vez y yo negué con la cabeza.

Use la hora que me quedaba para bañarme y luego jugar un poco de cartas con Yeji y Ryujin, la última había venido a disculparse en la mitad de una partida así que hice que se uniera, ambas eran malas jugando así que no dejaba de reir con ellas. Ryujin no dejaba de quejarse de lo malo que era el juego ya que no dejaba de perder y Yeji no podía entender el juego, fue muy divertido pasar tiempo con ellas.

También me estuvieron informando de lo que pasaba afuera de la cabaña, de como una chica ganó un programa de la televisión, de que salió un nuevo modelo de celular y esas cosas inútiles que uno siempre sabe, también me hablaron de como eran los reyes, Tiffany Young y Ok Taecyeon, esos reyes han podido mantener a Naevis mejor que sus padres, arreglaron la economía y las relaciones con los otros países, según muchos ellos han sido los mejores de toda la historia de Naevis.

— El año pasado el Rey empezó a gritar porque encontró una araña en su habitación —decía entre risas Ryujin y yo no me lo podía imaginar, en las cámaras él era tan serio y fuerte que no lo podía imaginar gritando por el castillo por algo así.

— La otra vez la Reina se puso a pensar en crear una nueva religión —comentó Yeji y yo agradecí no estar bebiendo algo porque seguramente hubiese escupido todos.

— Parecen ser muy diferente a lo que se muestra en la televisión —me limpié una lagrima que solté por tanto reír.

— También son humanos Minjeong, tienen sus momentos torpes y sus idioteses, nunca se te debe olvidar eso —vi como Yeji se puso seria — El Rey era un bailarín ambulante, no tenía familia ni nada pero salió por sorteo.

— Él odiaba todas las formalidades y varias veces se escapó del castillo para volver a su libertad —agregó Ryujin.

— ¿Qué le hizo quedarse?

— Se enamoró —entró Baekhyun a la habitación — Por eso siempre volvió al castillo, le costó aceptarlo pero estaba locamente enamorado de la Reina, es decir, está completamente enamorado de ella — sonreí por cómo hablan de esa relación y no pude evitar pensar en Giselle.

Me acorde cuando peleábamos para luego llorarle porque nos extrañabamos, me acordé de cada locura que hacíamos juntas; como la vez que nos escapamos de nuestras casas para hacer un viaje sin destino de dos semanas, salimos sin dinero ni nada pero llegamos a conocer todo el sur del país, nunca olvidaré el regaño que nos dio nuestra madre al regresar, ni cuando lo hicimos en la camioneta de un desconocido.

En aquel viaje, en la playa de Busan, Giselle se arrodilló ante mí y con el aterdecer de fondo me pidió ser su esposa y yo sin dudarlo acepte.

— La extraño mucho —susurré mientras me apretaba el pecho, comenzaba a doler — Extraño a Giselle —susurré con lágrimas en mis ojos.

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