Schlachtfeld 3

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Ya era costumbre de la menor estar más tiempo a solas que con el resto del escuadrón. Yeji estaba preocupada de que no sonriera y que no le contara sus problemas a nadie. No era secreto de nadie que a pesar de que Minjeong contaba muchas cosas íntimas, también se guardaba bastantes cosas más. Pero ahora era un libro totalmente cerrado.

La rutina de Minjeong era despertarse de las primeras, sentarse en un prado levemente dañado por los bombardeos y mirar sin ninguna emocion el amanecer. Luego de unas horas, se levantaba para dar un paseo entre los soldados recién despiertos, para así encontrarse con Soobin. Ambos se alejaban levemente de la multitud y se dedicaban solamente a estar juntos.

Soobin en eso momentos se dedicaba a hablar sobre distintas cosas, noticias del exterior, historias de su niñez o de sus cercanos, o simplemente hablaba cosas sin sentidos. Aunque su misión personal era animar a su reina, había dias donde el también estaba algo triste y sólo se dedicaban a ver el cielo juntos.

— Debería de llamar a su esposa —comento mientras jugaba con el pasto — Yeji me ha dicho que llevan mucho tiempo sin hablar —no recibió respuesta — Se rumorea que han nacido los herederos, son mellizos ¿no? —la miro por un segundo, esperando que se uniera a la conversación — Me pregunto si decidirán antes quien heredera el trono o se lo tendrán que ganar ¿habrá alguna ley que hable sobre eso?

Minjeong se recostó y se tapo la cara con el antebrazo, soltó un suspiro. Sus pensamientos y recuerdos no la dejaban de bombardear, como si dentro de ella hubiera una guerra más destructiva de la que está viviendo.

— Me pregunto si siempre fue así o es el efecto de la bala que casi la mata —intentó bromear Soobin — Aunque no creo que debí de esperar mucha diversión de una reina, los anteriores siempre fueron serios y aburridos.

— Choi ¿está listo para el campo de batalla? —Minjeong sacó su brazo para mirar a su compañero.

— Sí, capitán —se levantó rápidamente pero antes de irse miro a la menor — Llame a su esposa, debe de estar preocupada —le sonrió y camino detrás del Chanyeol — Tienes tres días —gritó alzando tres dedos.

Minjeong suspiró y volvió a taparse la cara. Ahora que se encontraba a solas sentía que sus pensamientos hacían mucho ruido, sumando entre ellos la preocupación de que le pase algo a su nuevo amigo.

Sin poder soportarlo más se levanto lentamente y a paso tranquilo camino hacia donde el capitán hacia las estrategias, sabia qué ahí se encontraría a Yeji, desde que llego a destacado por sus buenas ideas.

— ¿Has comido? —soltó el libro que estaba leyendo para analizar con la mirada a la menor — No lo has hecho, ven —como un niño que va a ser regañado por su madre, Minjeong camino hacia ella con la mirada al suelo — Quédate acá que iré a buscar tu almuerzo —se sentó donde el escritorio y se dedico a mirar el lugar, recordando la vez que conoció al capitán Chanyeol que no se podía creer que su princesa iba a pelear junto a él.

Ya ha pasado un mes y medio donde no ha estado en el campo de batalla, no quería volver a casa y no la dejaban volver hasta que se encuentre completamente bien luego de la cirugía. Eso aplicaba por el lado psicológico y fisico.

Minjeong aún no ha logrado tener el valor suficiente para decirle a alguien que recuperó su memoria. Recordando desde el maltrato familiar en su niñez que ocultó ante sus amigas, hasta los felices recuerdos con Jeno y las chicas.

Sentía que sus antiguas inseguridades se unían ante las nuevas, al igual que sus miedos. Jimin le había dicho varias veces que la antigua Minjeong no era tan distinta a la nueva, pero no soportaba tenerla a las dos juntas.

— Tu nuevo amigo me a contado que eres aburrida —dijo mientras dejaba la comida delante la menor — Nunca pensé escuchar que hablen así de ti, no por casarte con la reina, si no por lo energética.

— Supongo que el miedo me ha cambiado —agarró los palillos para comenzar a jugar con la comida, no tenía hambre.

— Es la segunda vez que rozaste la muerte, debe de ser algo normal —se sentó al otro lado de la mesa — Algunos se vuelven mas valientes y otros más miedosos —Minjeong la miro por primera vez en mucho tiempo a la cara, insegura de contarle lo que le pasaba.

— Debes de tener la razón —suspiró y comió un poco de arroz.

— He estado hablando con el capitán para que nos deje volver a casa —murmuro — Te ves muy mal como para seguir en un lugar como este.

— Me siento igual que el cuarenta porciento de los soldados ¿sólo yo tendré que volver? —el tono de voz que uso hizo que a Yeji se le apretara el corazón, sintiéndose mal del estado de la menor — Quiero que dejen de tratarme como algo valioso.

"más cuando es algo que no merezco" pensó

Los recuerdos le hacían pensar que en toda su vida sólo fue una carga, como le gritaban sus padres cada vez que la veían. Sentía que, si no hubiera conocido a Jimin o si no hubiera insistidos tanto en estar con ella, ella tendría una mejor compañera de vida, una que sí se hubiera quedado a su lado en su peor momento.

También pensaba que Yizhuo hubiese logrado antes estar con Giselle, de que Yeji hubiese tenido el valor de confesarse ante Ryujin al ver que Jimin podría estar con un hombre y tener el heredero.

Esas cosas no la dejaban tener tiempo de pensar en las cosas buenas que ha hecho, eso y por el miedo de que, si lo intentara, no lograría encontrarlo.

Por otro lado, Yeji no dejaba de buscar una pista de lo que pasaba por la cabeza de la menor. Quería ayudarla como sabía que ella lo hubiera hecho por ella. No sabía que hacer ya que a pesar de que ella daría la vida por Minjeong, nunca han sido lo suficientemente cercanas para saber cómo ayudarla.

Insegura se levantó de su asiento. Con la imagen mental de que Minjeong siempre le ha gustado abrazar a Jimin, la abrazo con fuerza, como si estuviese rogando a que mejorara. Para nadie es lindo ver que la chica que era un rayo de sol que se dedicaba en hacer sonreír a todos, no tenía ningún rastro de emociones en su cara.

Esa acción bastó para que la menor sintiera un nudo en la garganta. Devolvió el abrazo después de unos minutos y con lagrimas ya cayendo en sus mejillas, aplico un poco de fuerza. Rogando en silencio a que la ayudara, a que callara todo lo que pasaba en su interior.

— Tengo miedo —volvió a decir, esta vez en un hilo de voz. Eso le partió el corazón a Yeji.

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