Schlachtfeld 1

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— ¿No podrías tener una mejor foto de Jimin? —aparté la vista de mi cuaderno — Es peligroso que alguien más lo vea.

— ¿Crees que dejaré que alguien más vea a mi esposa? Por dios, Yeji —guardé la foto que imprimí antes de irme.

Esa foto la había sacado cuando Tiffany me dio el permiso de ir a la guerra. Le saque muchas fotos para luego elegir la que más me hiciera suspirar y reír. Ese día habíamos bebido un poco de alcohol y por eso no tenía su típica cara seria, todo lo contrario, sonreía mientras con una mano alzaba su lata de cerveza y con la otra agarraba a Myang como un bebe.

Esa foto demostraba todo lo que amo de ella y con solo verla un segundo mi deseo de seguir luchando por su reino volvía.

— ¿Es necesario leer esto cada vez antes de luchar? —se me acerco Chanyeol, el capitán del escuadrón.

— Sí —volví a mirar el cuaderno con diferentes tipos de anotaciones.

Todo eso fue escrito por Tiffany y Chaewon. Cuando me dieron permiso para irme me dijeron que tengo prohibido hacer algunas cosas y para no hacerlo, aunque mi instinto me lo pida, lo leía siempre antes de ir al campo de batalla.

También había palabras para que me animaran a seguir con vida, al parecer si tenía una idea de lo duro que es ver como tus compañeros y desconocidos mueran a tus ojos. Esa libreta me hacía sentir acompañada.

— Mira, terminé antes de los que rezan —me levanté del suelo y me acomode mi uniforme militar.

— No te burles así, rezan por tu salud —Yeji me dio un leve golpe.

— Listo —dijo uno de los chicos que rezaba y comenzamos a caminar para remplazar el escuadrón anterior que ya estaba bastante heridos.

Casi 8 meses y aún sentía un miedo horrible en entrar al campo, todo era como la primera vez que pelee. Mis manos temblaban y mi cuerpo me pedía correr por mi vida mientras mis compañeros no me dejaban de decir que no muriera.

— ¡Larga vida a la reina Kim! —grito Chanyeol y todos repitieron, siempre lo hacían antes de levantar sus armas.

Estaba en el mismo infierno y me sentía bastante sola.

Antes de despertar como Reina todos me hablaban como si fuera mi amigo, todos querían ser amigo de alguien de la realeza y se les notaba muy feliz por eso. Pero después, cuando me convertí oficialmente en la reina de Naevis dejaron de hablarme como antes, entre ellos Yeji.

De beber juntos alrededor de una fogata llegamos a que me tartamudeaban, no me miraban a lo ojos ni me hablaban de forma informal. Y ni hablar de Yeji, que se volvió mil veces mas fiel a su promesa de no dejarme morir y aunque es mi amiga y es una de las única que me habla, junto el capitán, apenas lo hacían.

— Mierda —susurré al ver como dispararon a un compañero que estaba a poca distancia de mí.

Todos nos encontrábamos ahora en el suelo, arrastrándonos de la forma más silenciosa posible entre la maleza del territorio de Uhon. Un hermoso paisaje si no fuera por el humo, bombardeos y cadáveres.

— Kim, corre —miré a una compañera y sin dudar le hice caso.

Me levanté del suelo y sin darle la espalda al lado de nuestros rivales, corrí hasta donde encontrar una persona con nuestro uniforme, gritando por ayuda. Sin decir nada intenté levantarlo y llevarlo a un lugar más seguro.

— Vamos, no mueras —le grité mientras le ponía una cinta en su brazo al ver que no tenía su mano.

— ¿Eres tú, mi reina? —miré por un segundo donde yo estaba antes y pude ver una gran explosión, esperaba que mi compañera estuviera bien.

— Sí y no dejaré que mueras —saqué de mi bolsillo un poco de morfina y se lo inyecté.

— No pensé lograr conocerte y menos ser salvado por usted —vi como cerraba los ojos.

— Vamos tú puedes, no mueras y cuéntame algo ¿Quién te espera en casa? ¿a qué te dedicas? —ya atendido lo levanté nuevamente, gracias al entrenamiento de Jimin y del ejército, he creado bastante fuerza.

— Mi hija y esposa —me dijo en el oído — Mi reina, soy pintor y no siento mi mano, dime que está bien, por favor.

— Claro que lo está —lo recosté donde estaba el resto de los médicos — Sólo son un par de rasguños ¿luego le gustaría pintar para mí? Siempre quise una pintura como en las películas.

— Llevaré a mi hija, ¿has visto el león de la pared? Ella lo ha pintado para usted y su esposa—sonreí al verlo sonreí.

— Espero que me la presente para darle las gracias —me separé de él para salvar más vida — No dejes que mire sus brazos —le susurré al doctor y me fui corriendo.

— Lo hiciste bien, lo hiciste bien —me dije a mi misma mientras corría.

A pesar de tener un arma en mi espalda y tener permitido luchar. Tiffany me había prohibido usarla ya que eso podía generar más odio por el otro bando. Al principio me enojé bastante ya que pensé que mi presencia seria inutil, pero despues de un mes en batalla me di cuenta de que era lo mejor que podría hacer como reina.

— ¿Mi reina, eres tú? —todos sonreían al verme salvando su vida — Mi vida no es tan importante como para ser salvado por usted, majestad —le limpie la cara y sonreí.

— Claro que es importante, he venido a la guerra para salvarlos —con un paño levemente sucio aplique presión en su hombro que es donde le había llegado la bala — ¿Te duele algo más? —negó con la cabeza — Está bien, le daré algo de morfina para que no sienta el dolor, aprovecha eso para así ir a la zona segura ¿okay?

— Claro, no seguiré molestando su trabajo —le inyecté la droga y le ayudé a levantarse.

— Bien hecho, vamos con otro —seguí corriendo, siguiendo la voz de alguien sufriendo — Mierda —me detuve al ver que era un rival pidiendo ayuda, miré a mi alrededor y nadie iba por él e intente ignorarlo.

Salvé unas cuantas vidas más, las que pude ya que más de uno no logro sobrevivir, pero el soldado enemigo seguía pidiendo ayuda. Mire que el nuevo escuadro ya venía a remplazarnos y mire al capitán.

— Es el enemigo —dijo mientras nos ocultábamos detrás de un árbol.

— Eso me hubiese importado hace 6 meses atrás —mire por un segundo al soldado — Nadie va por él y no se ve muy mal, puedo darle algo de morfina, limpiar sus ojos y hacerle una leve curación a su pierna, con eso bastara para que pueda levantarse y ser curado por sus compañeros.

— Ellos no harían eso por nosotros.

— Ni irán por su compañero, vamos me cuidas la espalda mientras lo hago, no le diré quién soy — Chanyeol soltó un largo suspiro.

— No hagas una locura —apretó con fuerza su arma.

— Una reina no hace locuras —sonreí y me levante — ¡Ni se te ocurra dispararme! —grité mientras corría.

— ¡No sabes cuánto deseo hacerlo! —me gritó de vuelta.

— No me mate, por favor, le diré cualquier cosa —me senté a su lado y saqué lo necesario.

— No lo mataré —limpie sus ojos y los abrió.

— La reina de Naevis ¿Qué hace un lugar como este? —reí al ver que me reconoció — Este no es un lugar para usted.

— Este no es un lugar para nadie —mire su pierna — Esto le dolerá un poco —su pierna estaba dislocada.

— ¿Cómo sabe hablar tan bien japonés? —con fuerza le arregle la pierna.

— No lo sé —susurré luego de su grito — Ahora podrá caminar, vaya a su lugar seguro y tómate unos días — lo ayude a levantarse — No le digas a nadie que estoy acá, ni que lo he ayudado.

— Nadie me creerá —susurró — Muchas gracias.

Con una sonrisa en mis labios me di vuelta y caminé para retirarme. Necesitaba con urgencia descansar, había sido un día bastante largo y lo unico que podía pensar en ese momento era en mi incomodo saco de dormir.

— ¡Kim Minjeong, cuidado! —gritó a todo pulmón Yeji para luego sentir un gran dolor de cabeza ¿me dispararon?

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