Erwachen

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En la guerra, si uno está enfermo, va a la enfermería. Si uno está herido, va al doctor. Si uno está muerto, va a ser enterrado. Pero las personas como Minjeong, no tenían donde ir, en esos lugares nadie se preocupaba de la salud mentad de sus compañeros y de la suya.

"Vas a pelear, no a llorar" decían.

Pero los humanos tienen sus límites, no importa cuanto intenten ignorar su estado y quiera seguir, sin ayuda profesional no podían q que acercarse más a su límite. Y siempre había una gota que rebalsa el vaso.

Minjeong salió de su carpa mientras se colocaba su camiseta, ignorando completamente las miradas de sus compañeros que, a pesar de sorprenderse del buen formado cuerpo de la reina, nadie dijo nada por respeto y miedo. Ella iba directo a donde el celular que tenía el escuadrón.

— Mi reina —dijo un chico que rápidamente soltó a Soobin, estaba a punto de darle un gran golpe— ¿Necesita algo?

— Dame el teléfono —su mirada no era la de sin emociones que tenía ayer, ahora solamente tenía enojo y sabía perfectamente que solo ella tenia la culpa. El chico temió por su vida al ver la mirada de la menor.

Ignorando a Soobin que se encontraba en el suelo, ya herido por sus anteriores golpes. Agarró el celular y se fue de la carpa, dejando a todos preocupado y con miedo ¿Quién hizo enojar a la reina? Se preguntaban todos.

Marcando el numero que se sabia de memoria, camino a un lugar lejano. Necesitaba hablar a solas ya que se sentía débil y dolida por sus propias acciones.

Antes de llamar soltó un largo suspiro, soltando la mascara que creo para que nadie viera lo triste que estaba. Soltando rápidamente más de una lagrima, llamo a Jimin y colocó el celular en su oreja, solo bastaron dos pitidos para que contestara.

Contuvo la respiración hasta escuchar la cálida voz de su esposa, esa voz que ama tanto y que siempre la extraña. Esa voz que sentía que ya no tiene derecho de escuchar.

— Jimin, por favor, perdóname —gimió con dolor.

Minjeong sabía perfectamente que ella fue la que empezó todo, ella besó a Yeji en la carpa del capitán, ella fue la que mando a que se sentara en el escritorio, ella fue que la desnudo y que la hizo gemir y que la hiciera gemir. Yeji no tuvo la oportunidad de decir que no y Minjeong temía pensar que, si hubiera dicho que no, ella no hubiera parado.

Quería engañarse a si misma para así poder echarle la culpa algo más, que ella no fue la que empezó todo. Pero no había forma de engañarse ya que estaba muy claro para ella que solo fue ella.

Ella fue la que se acostó con la chica que prometió dar su vida por ella. Ella fue la que se acostó con la chica que siempre estuvo a su lado. Ella fue la que se acostó con Hwang Yeji, la chica que esta enamorada de Shin Ryujin.

Entre que más lo pensaba, más se odiaba a si misma. Aunque Jimin con su cálida voz, hiciera todo lo posible para calmarla. Minjeong no dejaba de pensar que no merecía estar siquiera en su vida.

— Minjeong, está bien —la nombrada agarró con fuerza el celular de su oreja — No es necesario que llores por eso —esas palabras hicieron que sus lágrimas aumentaran, no la merecía.

— Ser reina ha hecho que madures de una forma que no logro entender —Minjeong se limpió sus lágrimas con una leve sonrisa boba de una chica enamorada, una sonrisa que no ha tenido en mucho tiempo — Lo siento —dijo, con ganas de decirlo mil veces mas.

Aunque Jimin la haya perdonado, no dejaba de sentirse mal. No solo había traicionado a su esposa, había otras muchas cosas que provoco esa acción, cosas que, si no hubiese recuperado su memoria, no le hubiese afectado tanto.

— ¿Cómo las recuperaste? —Jimin no sabía que pensar ni hacer al escuchar la buena noticia ¿la antigua Minjeong traviesa que la enamoró por primera vez ha vuelto?

— Creo que para eso debo contarte como llegue a acostarme con Yeji —Minjeong miro el desastroso paisaje donde todo estaba hecho un caos — Creo que tengo tiempo para contarte todo, prepararte que es una historia bastante larga.

Era la primera vez que le iba decir la parte mala de la guerra, sus heridas que provocaron cicatrices peores que le dejo Yeji. El dolor que siente al ver morir a sus compañeros que al verla no dejaron de sonreír por conocer a la reina antes de morir o al morir.

Le dijo todo eso con dolor, pero sin lágrimas.

Pero no hablo de sus miedos, no quería que supiera que tiene miedo de verla, de ver a Ryujin, Yizhuo y a Giselle. De que sus pensamientos negativos bombardeaban más seguidos que sus enemigos. Y que llego al punto de no tener ánimos de vivir.

Minjeong no tenía el valor de confesarles esas cosas a su esposa.

— Sabes —susurro Jimin, insegura de sus palabras — Lo que me dijiste antes, me ha excitado —miro su oficina y se paró para cerrar la puerta, necesitaba más privacidad.

— ¿De que tuve una bala en la cabeza? —respondió rápidamente y segundos despues entendió la indirecta — Ah ¿lo de que eres mejor que Yeji? —miró a ambos lados, nerviosa del ambiente que se estaba creando — ¿Quieres que...? —susurró, dejando sus palabras al aire.

— Siento que es un muy mal momento —miro la ventana donde vio que alguien estaba regando las hermosas plantas del lugar — Lo siento.

— No, no es un mal momento —tartamudeó levemente — Es entendible que estés en ese estado, has trabajado y necesitas desestresarte ¿no era uno de mis papeles? sigo siento la esposa de la reina de Naevis y debo de cumplir mi deber.

— Pero ya estás haciendo mucho —suspiró.

— Estoy nerviosa —bajó la mirada.

— Entonces, no me queda otra que esperar a que llegues y tengamos el sexo que tanto extraño —miro sus papeles — Así que, por favor vuelve pronto.

— Lo haré —mintió con la mirada baja y con el corazón dolido.

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