—Buenos días. —sonrió. —¿Cómo amaneciste hoy?
Habían pasado 2 días desde que llegó ese correo y estaba dispuesta a ir.
—¿De dónde sacaste ese suéter? —le preguntó, deteniéndose y viéndola bajar las escaleras para caminar a la puerta principal.
Debajo del suéter tenía el traje de araña, aunque sus converse quisieran ocultarlo.
—Estaba en tu baño. —siguió caminando, deseando abrir la puerta, pero estaba completamente cerrada.
—Todas las salidas están selladas con un hechizo que aprendí antier. —advirtió, sentándose en una escalera. —Cualquier cosa que necesites, pídela y yo con gusto te la daré.
—¿Esto es serio?
—Me centré en leer un poco de los universos y llegué a la conclusión de que eres una amenaza multiversal. —Stephen la miró fijamente a los ojos. —No puedes andar por rondando por las calles... sin mí, que soy el hechicero supremo y guardián del ojo de Agamotto.
—¿Si estás escuchándote? —preguntó, riéndose. —¿Ubicas que solo soy una mujer picada por una araña radioactiva, de 31 años y 2 ingenierías?
—Claro que lo ubico.
—¿Entonces qué te hace pensar que soy la amenaza aquí? —se acercó. —Sí hubiera querido, en solo 2 días hubiera ido al laboratorio, hubiera terminado un prototipo de acelerador de partículas para salir de aquí sin necesidad de ti.
Stephen la miró y May desde el lugar donde estaba vio cómo la puerta del laboratorio se cerró por completo.
—Pues dile adiós a tu teoría, ingeniero Parker. —sonrió, levantándose. —No te irás de aquí, hasta que yo lo arregle.
—¿Lo arregles? —preguntó. —¡Ni siquiera sé cuánto tiempo llevo aquí y no haces nada!
—No me estreses, May.
—¡La amenaza multiversal eres tú, por ni siquiera saber hacer bien un hechizo! —gritó. —Devuélveme a mi universo, Strange... ya no quiero seguir aquí.
Si Stephen hubiera tenido el poder de abrir un portal y mandarla de una vez, lo hubiera pensando. No quería ser egoísta, su principio era mantener el orden en su universo y cuidar esa realidad, no quería tener problemas por mantener a una castaña en su santuario, pero le causaba tanta intriga conocerla más.
Entendía una parte de ella, aunque, coqueteara con el e hiciera chistes tontos, la idea de estar fuera de casa sin saber cómo se encontraban allá, etcétera, le debía estar aterrando.
—Tal vez el recuerdo de la identidad del hombre araña se me pudo haber olvidado, pero no la razón por la que fallé.
—Pero fallaste, Strange. —se acercó más, deseando intimidarlo, pero al verlo tan cerca se dio cuenta que sería inútil, por la gran diferencia de estatura. —Y ni siquiera se... si realmente sabes a lo que te estás enfrentando.
La mandíbula de Stephen se tensó y miró sus labios, en toda su vida jamás alguna mujer se le había negado o llevado la contraria, esta mujer le llevaba la contraria para todo, deseaba ponerlo en su lugar desde el primer momento, coqueteaba y le salía perfecto.
—¿Qué te hace pensar que no quiero regresarte a tu universo? —preguntó, mirando sus labios.
No iba a caer en su juego de seducción, tampoco en dejarla salir si le rogaba, pero viéndolo bien, May prefería morir antes de rogarle algo a alguien, era segura de sí misma y eso lo estaba consumiendo vivo.
Y tenía razón, no llevaban el tiempo contado desde qué pasó lo de la estatua de la libertad, pero sentía algo extraño en ella que le estaba gustando, aunque ni siquiera sabía si May tenía pareja en su universo, hijos, etc.
—¿Tienes hambre? —preguntó, al no recibir respuestas.
—¿Me volverás a dar 20 dólares y te irás en tu deportivo?
—Siento lo de esa vez. —se disculpó, dando la vuelta. —Estaba estresado y algunas veces las actitudes de la gente...
—Qué asco de justificación. —interrumpió, alzando sus brazos. —De verdad.
—May, ni siquiera me dejas terminar de hablar.
—¿Para qué? Solo la pases justificándote. —empezó a subir las escaleras, colocando el gorro de su sudadera. —Mamón.
—¿A caso no te gustó mi coche? —se burló. —Puedo comprar otro si a la niña no le gustó.
—Mis padres murieron en un choque, Strange. —lo interrumpió, girando una parte de su cabeza para que el pudiera ver cómo salía una lagrima de su ojo izquierdo. —No uso coches, prefiero caminar, columpiarme y usar el autobús.
No le respondió nada y se colocó serio, sintiéndose un imbécil, pero colocó un escudo con sus manos cuando May lanzó una telaraña a un jarrón de barro antiguo para lanzárselo.
Stephen no pensaba en atacarla, tampoco quería justificarla y ella tampoco iba hacerlo.
—¡Maldito hechicero, mejor vete a la...! —gritó, aunque no terminó de escuchar por el ruido que provocó la puerta.
Se rio al ver el desorden y con tronar los dedos el jarrón volvió a formarse, para llevarlo a su lugar.
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Calling || Doctor Strange
FanfictionDespués de la batalla final, Stephen Strange pensaba en un maravilloso y tranquilo plan de retiro. Eso hasta que un problema multiversal se presentó, dándose cuenta que esa teoría era cierta y no estaban completamente solos. ¿Qué tendría que hacer u...