Stephen había mejorado su actitud.
Y cuando decía mejorar, era porque ya no le quedaban ganas de ser el hombre arrogante que siempre fue.
Ahora daba los buenos días cada que salía del santuario para poder regar los tulipanes que sembró.
Ya no sabía si el universo estaba de su lado o en contra, pero cada mañana que veía sus flores, podía notar como 2 colibrís pasaban y paseaban por ahí.
Les dejaba agua en lo alto para que no se vieran amenazados por los pequeños felinos que algunas veces ronroneaban en su puerta.
Llevaba una playera negra con unos pantalones del mismo color. Su mechón blanco junto a sus ojos era lo que resaltaba.
Brillaba.
Y brillaba de solo recordar la risa de May o los chistes tontos que soltaba de vez en cuando.
—Buenos días, señor. —una niña de aproximadamente 10 años pasó y lo saludó. —Tenga un buen día.
—Igualmente. —respondió, sin voltearla a ver. —Cuidado por dónde caminas.
Se enfocó tanto en mirar las flores, que ni siquiera se dio cuenta de lo que pasaba al rededor.
—Ahora me volví el señor loco con su jardín. —se rió solo, hasta que por un balde de agua pudo notar una sombra arriba del edificio de enfrente.
Giró su cuerpo lentamente y por la luz del sol, no podía ver bien, hasta que reconoció esa silueta.
Portaba su traje de mujer araña.
Su cabello estaba más abajo de su espalda, jugando con el aire que le daba en la cima.
Abrió su boca para decir algo, pero ella lanzó una telaraña al poste de luz que estaba para poder bajar.
Era ella.
Era May.
Era su May.
No logró detener la lágrima, dejó que recorriera por su rostro, mirando como ella sonreía.
Usaba un labial rojo, intenso como la sangre.
La sangre que pensó que era de ella aquel día en la ciudad arácnida.
—May...
Dio 2 pasos enormes y le quitó la máscara, apreciando esos ojos cafés que le encantaban.
—¿Cómo...?
—Estoy aquí, Stephen. —sollozó, haciendo que el la tomara por la cintura. —Y no me iré otra vez.
La besó, tomándola para meterla al santuario.
Ella se hizo hacia atrás y miró de nuevo todo el lugar. Seguía igual. Su deseo, su cariño.
Su aroma.
—¿Me extrañaste? —preguntó, haciendo que Stephen se riera, aún con lagrima dentro de sus ojos.
—¿Tú a mí?
—Cada minuto de mi vida.
—Te dije que estaríamos juntos. —susurró, pegando su frente con la de ella. —Pasara lo que pasara.
—Te quiero... Stephen.
—Yo también. —sonrió. —Y quiero ser esa persona a la que llames siempre que caigas... porque te aseguro que daría todo de mi para que estés bien.
Y no mentía.
No le importaba caer nuevamente en un problema multiversal por ella. Lo haría una y otra vez sin importar algo más.
May quedaría plasmada en su alma por el resto de su vida y no estaba dispuesto a borrarla nunca.
Escucharon gritos fuera del santuario, saliendo tomados de la mano para mirar lo que estaba pasando.
Había gente corriendo.
Gente que necesitaba ayuda.
—¿Lista? —preguntó, extendiendo su mano para traer su capa de levitación.
—Desde que empecé a quererte. —sonrió, estando listos para la pelea que se a continuaba.
Él era el colibrí. Y el sería ese tulipán que necesitaría para poder existir.
ESTÁS LEYENDO
Calling || Doctor Strange
FanfictionDespués de la batalla final, Stephen Strange pensaba en un maravilloso y tranquilo plan de retiro. Eso hasta que un problema multiversal se presentó, dándose cuenta que esa teoría era cierta y no estaban completamente solos. ¿Qué tendría que hacer u...