Cap 27 - vaya, vaya.

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—May... —murmuró.

—Por favor, no me digan que tengo algo detrás mío. —cerró sus ojos, mientras giraba poco a poco su cuerpo.

Ella vio a un hombre, pero no era cualquiera, era Stephen.

Tenía una capa color negra y sus ojeras muy bien marcadas. Se veía cansado.

Se levantó de la cama, dándose cuenta que fue una pesadilla.

—¿Estás bien? —preguntó Stephen, saliendo del baño. —Escuché un movimiento brusco.

—Estoy bien. —mintió, mientras se dejaba caer en la cama. —Soñé que las hamburguesas dejaban de existir.

El arqueó las cejas y asintió, mientras caminaba por su habitación, con la toalla enrollada en su cadera. Su torso aún dejaba ver recorrer el agua del baño que se había dado.

Su espalda se veía muy bien formada, incluso parte de los hombros se veían deseables. ¿Cómo se podía ver tan bien con todo y sin nada?

—Deja de mirarme así o tendré que ir a la cama. —dijo, mirándola a través del espejo.

—¿Qué te lo impide?

Lanzó la pregunta esperando algo.

Lo consiguió.

Stephen dio la vuelta y empezó a caminar a ella, para darle un beso en los labios.

Aún con su toalla puesta, se inclinó un poco para llegar a ella, comenzando a besarla sin desesperación.

Dejó que ella abriera un poco su boca para poder introducir su lengua, saboreándola por completo.

Quitó la sábana que la cubría, dejándola ver en ropa interior. Era la lencería que había comprado para él.

El quedó desnudó y abrió su boca para darle grandes besos en sus hombros, May tenía un cuerpo formado y lo incluía todo.

Apretó sus piernas, mientras la abría para rozar su erección en ella, soltando pequeños jadeos.

Aún con la ropa interior se sentía la humedad que él le causaba, aunque el hecho de poder morir por sus fluidos lo hacía excitante.

—¿Hiciste el hechizo? —interrumpió, pegando su espalda al marco de la cama.

Asintió con su cabeza y bajó sus besos hasta llegar a sus pezones. Era lencería de encaje, dándole la oportunidad de poder darle pequeñas mordidas por encima del sostén.

Hizo su pantie de lado, mientras disfrutaba sus pezones, aunque se detuvo.

—El condón.

—Mierda... es verdad.

El se levantó e hizo aparecer algunos y con rapidez se lo colocó.

May tomó aire, en lo que el la miraba fijamente a los ojos y se introducía lentamente.

Alzó su cabeza, quedando a la misma altura de ella, haciendo que ambos abrieran su boca, soltando un gemido.

No fue algo desesperado, de hecho, ambos están tranquilos, pero necesitados.

Ella enredo sus piernas alrededor de él, mientras colocaba sus brazos en su cuello, sin cerrar la boca.

Stephen estaba fascinado con la vista desde ese su lugar. Verla de frente le encantaba porque admiraba todos sus gestos al sentirlo, volviéndolo loco.

Quitó finalmente su sostén, dejándola al aire.

Aumentó la velocidad de las envestidas, haciendo que el sonido que causaban fuera satisfactorio, incluso el ruido de la cama.

Calling || Doctor StrangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora