Cap 35 - ¡plan más asqueroso! estoy dentro.

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—¿Entonces que planean? —preguntó.

Stephen estaba sentado mirando a Miguel, quien estaba acariciando su barbilla delicadamente. Miguel era un hombre demasiado apuesto, por la misma razón cuidaba mucho su aspecto físico.

No era vello lo que acariciaba, estaba ansioso.

—Tenemos que ir por May. —suspiró. —199999.

—¿Tiene que ser ahora?

—No tenemos que esperar a que él llegue. —Jessica tomó la palabra, con sus ojos llorosos. —No otra vez.

Un silencio inundó la sala, cuando un portal se abrió. No era un portal cualquiera, tampoco eran los de Stephen, pudieron reconocerlos.

El Fénix estaba ahí.

Luna Castle salió con su traje modificado. Era parecido al de la bruja escarlata, a diferencia los grandes escotes que mostraba y el color; negro.

Su capa se movió un poco cuando el portal se cerró, mirando con una sonrisa a Stephen.

—Pensé que te dignarías a pasar por mí.

—Si pasaba por tu universo... estaríamos en algún lugar del Olimpo haciendo el amor, no aquí.

Gwen arrugó la nariz y Peter le tapó los oídos a Mayday, mientras Miguel reviraba los ojos ante los comentarios que siempre hacían uno al otro.

—¿Por qué pensarías que haría el amor contigo?

—Porque de todos los universos, siempre me escoges a mí.

Stephen se levantó y quedó frente a ella, dándole un beso en sus labios.

—¿No estabas casada con James? —Miles preguntó, mirando a ambos.

—Enviudé hace muchos años, niño. —sonrió. —Fui feliz con mi esposo, pero es un libro que ya cerró.

—Lo siento mucho.

—No te preocupes.

Luna se acercó a Miguel, haciendo que él se levantara, ofreciéndole un pequeño holograma.

—Espero sea importante, O'hara. —Luna lo tomó, mirando con atención lo que le había entregado. —No pondré en riesgo mi vida, tratando de salvar al multiverso.

—Otra vez.

—Sí. —alzó la voz. —Otra maldita vez.

🕸️

—¿Entonces?

May estaba en una tienda de ropa, aunque Stephen le había dado la opción de incluso salir del país para buscar el mejor vestido que a ella le gustara, pero optó por uno sencillo.

—Todo te queda bien, mujer. —sonrió. —Si quieres llévate uno de cada color, le diré a Stark que organice más fiestas, solo para verte lucir.

Negó con su cabeza y dio la vuelta para entrar de nuevo a los vestidores. Después de esa cena que tuvieron, se había vuelto más romántico, le encantaba hacerle saber lo hermosa que se veía y aún no entendía el cambio de actitud, pero le agradaba.

Le asustaba eso.

No quería ser egoísta con ella misma, tenía su universo, tenía que respetar el hecho de no alterar algo en ello.

Como sus sentimientos a Stephen.

—¿Hablaste con Peter? —gritó.

—Sí.

Ella bajó el vestido y lo guardó de nuevo en la porta traje, listo para entregárselo a la señora que estaba ayudándola.

—¿Solo llevará este?

—Agregue uno de la misma talla, pero color rojo.

—El negro se le ve divino.

—Muchas gracias. —sonrió, mirándola por la ventana.

—Se verá muy lindo, acompañado con el traje de su esposo.

May abrió la boca con intenciones de responderle, pero salió, dejándola sola y colocando su ropa.

Tomó su pequeño celular que Stephen le había comprado y le llamó.

—¿Todo bien, linda? —preguntó, escuchando la respiración.

—¿Puedes ir por un té de manzanilla? —May salió, quedando frente a él, sin bajar el celular. —Tengo muchos cólicos.

—¿Crees que sea la menstruación?

—Es lo más seguro.

—Mejor ve tú, yo me quedaré pagando.

—Stephen.

—No dejaré que pagues y cargues las cosas, después de saber que empezarás a menstruar. —suspiró. —Ve por tu té y mantente tranquila.

Tomó una de las tarjetas que Stephen le extendió y accedió a ir por su pequeña bebida. La cuidaba e incluso el mismo se enfocaba en no hacerla estresar.

Faltaban menos de 2 días para la fiesta de Stark y aunque tratara de negarlo, estaba nerviosa.

—Buenos días. —sonrió. —Un té caliente de manzanilla con poca miel, por favor.

—Claro, señorita.

Un señor le sonrió y se dio la vuelta para echar el agua a la cafetera, listo para entregarle el té.

Dio la vuelta para pagar en la caja, ingresando la tarjeta de Stephen.

—¿Usted es Stephen Strange? —preguntó la cajera. —¿O encontró la tarjeta tirada?

—No soy yo, pero justo ahora es mi tarjeta. —May le sonrió amablemente, ingresando el código. —Le prometo que no estoy robando nada.

—Tendré que llamar a seguridad.

—¿Disculpe?

—¿Seguridad? —extendió la mano, tomando el teléfono. —Temo qué hay...

El tiempo se había paralizado. La mujer quedó con su boca abierta dirigiéndose al teléfono de pared y el sonido de la cafetera se había detenido.

No se asustó porque Stephen siempre lo hacía cuando quería evitar problemas, así que solo sonrió y dio la vuelta, mirándolo entrar.

Tenía sus manos vacías y portaba su traje de hechicero, sin su capa.

—¿Todo bien? —May arqueó las cejas y con pequeños pasos llegó a él, mirándole el rostro.

Tenía pequeños rasguños en su rostro, teniendo en cuenta que sus ojos estaban rojos, al igual que su sangre en el labio.

—Steph...

—Tenemos que irnos. —la interrumpió, tomándole las manos. —Alguien viene por ti.

—¿Quién?

—May, vámonos.

Un portal se abrió detrás y ella no dudó en entrar junto con él.

Eso era su perdición. Si Stephen le pedía brincar sin sacar sus telarañas, lo hacía.

El tiempo volvió a su normalidad y ella entró al santuario asustada, aunque miró detalladamente el lugar donde estaba.

Era el santuario, claro, pero este estaba dañado, había cosas rotas por todos lados e incluso había una pintura de ella en la parte de arriba.

Sacó una lagrima cuando se dio cuenta que ese no era su santuario y tampoco era su Stephen.

—Elizabeth. —suspiró, tocando sus hombros. —Por fin en casa.

Sintió un escalofrío en su cuerpo, pero no se movió, sino cerró sus ojos y trató de pedirle a su mente que se mantuviera tranquila.

—¿Dónde estamos?

—En casa.

—Está no es mi casa.

—Tienes razón. —susurró, tomándola de lacintura. —Es tu hogar... yo lo soy.

Calling || Doctor StrangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora