Cap 32 - ¿no te enseñaron a tocar la puerta?

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Guardó el Darkhold debajo de su cama, como si fuera el lugar más seguro del universo y restregó su cara con ambas manos.

Tenía que ser una mala jugada o un mal sueño. No podía estar sucediendo tantas cosas en un solo año.

May no era su problema.
Era su perdición.

Y lo peor de todo es que estaba perdiendo la razón por una mujer que no era de su mismo universo. Estaba dispuesto a conocerla más y crear incursiones por mantenerla un poco más de tiempo con él.

No podía explicar con sinceridad lo que estaba sintiendo, ya que ambos sentían que no pasaba el tiempo suficiente para decir un "te quiero" o palabras similares.

Pero es que el anhelaba tiempo para poder hacerlo.
Era encantadora, era desafiante igual que él.
Aunque su moralidad era diferente al final de cuenta.

2 meses no eran suficientes, quería más, aunque tampoco quería ser egoísta.

Era decisión de ella, si fuera capaz de lo mismo que él.

Se levantó y miró desde arriba todo el santuario. Era grande, extenso, un lugar tan vacío para un hechicero que tenía derecho de vivir.

—¿May? —preguntó, mientras recorría su mirada.

Al no recibir respuestas, se acercó a la habitación de ella y tocó la puerta.

—Espero no estés jugando, Parker.

No recibió respuestas, sino abrió la puerta, viendo a May sentada sobre el marco de la ventana, con sus piernas cruzadas.

Sus audífonos conectados, mientras encendía un encendedor, cerca de algo que tenía forjado.

Era marihuana, reconoció el aroma.

Como médico sabía que no era bueno, ningún tipo de droga, cigarrillo, alcohol, etc.

Pero al verla alzar su cabeza mientras soltaba lentamente el humo lo hizo perder la razón.

Más de lo que ya lo había hecho.

La mano que tenía el encendedor bajó recorrió todas sus piernas, hasta llegar al muslo y lo apretó.

Esa mujer lo estaba haciendo perder la cordura.

El caminó lentamente, después de cerrar la puerta, dando pequeños pasos con sus manos en el bolsillo. Se aconchó detrás de ella, mirando como dejaba marcas en sus piernas de las tantas veces que había inhalado.

May miró una parte de la ciudad desde esa cima, no se arrepentía de haber escogido esa habitación, y estaba lamentando no sentir la necesidad de regresar.

Tenía que hacerlo.

Por el reflejo pudo ver una parte de la cara de Stephen y dio un brinco, soltando todo en el suelo, rompiendo su iPod.

—¡Coño! —gritó.

Ella iba agacharse a recogerlo, cuando Stephen la detuvo, tomando su barbilla y alzándola.

—¿Qué fumabas? —le preguntó.

May tragó en seco y se dio cuenta por su garganta, estaba mirándolo desde el marco de la ventana, que se le hacía increíble ver esos ojos azules atravesándola por completo.

Obviamente sabía lo que estaba fumando, pero le encantaba verla responder.

—Yo...

—¿Lo tenías listo en tu mochila?

—Se los quité a unos hombres por ahí.

—La mujer araña robando forjados. —se rio, mientras bajaba sus manos hasta apretar levemente su cuello.

Calling || Doctor StrangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora