.*・✯ | Capítulo 23

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Hyunjin

La tensión en el GTO es tan sofocante y desconcertante como mi ira. Doy la bienvenida al silencio de Felix, pero los secretos de sus pensamientos me empujan más y más fuerte a medida que pasan las calles. 

Cuando paso más allá de la salida de Penrith, él se gira en el asiento y señala: 

—Mi casa está... —Su mirada vuela hacia la mía—. ¿No me está llevando a casa? 

Al detenerme en un semáforo, me vuelvo hacia él. 

—¿Alguien notará si no regresas a casa esta noche? ¿Tu madre? ¿Hermano? 

Pensé que sus ojos estaban oscuros antes. Pero ahora son el color de las pesadillas. Incluso en los faros de cruce, me persiguen y me enfrían hasta el hueso. 

Él mira su regazo, sacude su cabeza, su voz temblorosa muy suave. 

—¿Qué va a hacer conmigo? 

Él está pensando lo peor. Lo oigo en las bocanadas de sus respiraciones y me enfurece.

Pero no puedo culparlo. Él me vio enloquecer con Scott, y estoy seguro que puedo sentir su miedo, él puede sentir mi vibrante necesidad de penitencia. 

Me acerco y agarro la mano en su regazo. 

—Escúchame muy cuidadosamente, Felix. —Aprieto sus temblorosos dedos—. Nunca te golpearía por enojo. Cuando azote tu trasero, lo amarás tanto como lo odiaras. Dime que entiendes. 

Contiene la respiración, y un sollozo cuelga en el borde de su voz. 

—No me hará daño por enojo. —Él toca la piel rota en mis nudillos—. ¿Cómo me encontró? 

—Sebastian Roth estaba demasiado dispuesto a revelar el lugar de estacionamiento favorito de su amigo. —Un torrente de hostilidad invade mi garganta, y soy incapaz de detenerlo—. ¿Te los estás follando a él y a Scott? ¿Cuántos otros? 

Intenta apartar su mano, pero la sujeto con fuerza. Sus dedos descienden flojos mientras que los míos tiemblan por el subidón de adrenalina. 

Probablemente sea mejor que no responda mientras estoy conduciendo. A segundos de explotar, soy capaz de tirar el maldito auto desde un puente. 

La Calle Lasalle, quince cuadras, dos vueltas, y una puerta de alta seguridad más tarde, aquí estoy, sentado en mi camino de entrada, a punto de cometer el mayor error de mi vida. 

Una lámpara de gas cercana ilumina el interior del auto, pero estamos estacionados en la parte de atrás, envueltos por enormes robles y escondidos de la calle. Cuando me vuelvo en el asiento para hacerle frente, él no está mirando mi gran propiedad con envidia. Él no está examinando el paisaje millonario con los labios separados. Él me está mirando. Como si yo fuera lo único que existe en el mundo. Como si fuera más importante que toda la riqueza que lo rodea. 

Me quedo sin poder hacer nada contemplándolo, perdido en las sombras de tragedia, miedo y abandono, pero hay un destello de luz en las profundidades oscuras. A medida que se va acercando, buscando, mi corazón late con comprensión. Ese pequeño destello en sus ojos es confianza. 

Es entonces cuando lo escucho. 

El tempo de nuestras respiraciones. El tambor de nuestros latidos. El crujido en el aire. 

La exquisita cadencia pulsa a través de mí, despertando sensaciones que nunca he sentido, componiendo una melodía que nunca he oído. 

Nuestras hipnóticas, notas oscuras. 

Esto es mucho más que un castigo o un placer prohibido. 

Él nunca podría ser un error. 

—Vamos a... —Él inclina la cabeza y busca mi rostro—. ¿Hacer la cosa de la vibra toda la noche? Estoy bien con eso, pero no saber lo que viene a continuación me tiene... uhm... un poco nervioso. 

Paso un dedo a través de su mejilla y a lo largo de su labio inferior. 

—Dime que confías en mí. 

Él mordisquea la esquina de su boca. 

—Me ha dado todos los motivos para no hacerlo. 

Dejo caer mi mano, pero él la agarra y la levanta de nuevo a su rostro. 

—También me ha mostrado todas las razones por las que debería hacerlo. —Sostiene nuestras manos firmemente contra su mejilla—. Gracias por encontrarme. —Sus dedos rastrean los cortes en mis nudillos, y sus ojos brillan con lágrimas—. Por protegerme. 

Cristo, este chico... él es mi música, mi lugar en esta vida, mi parte en todo. 

Me muevo y toco mis labios con los de él. 

—Sígueme adentro. —Deslizo una mano en su grueso cabello—. Vas a decirme todo lo que quiero saber. —Aprieto mi agarre y jalo la cabeza hacia atrás—. Entonces voy a probar la profundidad de tu confianza. Di que sí. 

Sus ojos parpadean con vulnerabilidad y desesperación. Entonces él parpadea, respira y se relaja en mi agarre. 

—Sí, señor Hwang.

—Sí, señor Hwang

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Notas Oscuras  |  HyunLixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora