Felix
—¿Son buenos los fiambres de al lado? —El señor Hwang sostiene la puerta mientras lo sigo fuera de la tienda de Stogie.
—Son los mejores sándwiches en Nueva Orleans. —Mi estómago revolotea con mariposas. Porque tengo hambre. De comida. No porque estoy comiendo con el señor Hwang.
En vez de dar vuelta hacia la tienda, se dirige hacia la acera y abre la puerta de pasajeros de un brillante auto negro.
—Permanece aquí mientras recojo el almuerzo.
Observo el sello GTO sobre el panel de la puerta, el estilo de los años 70 de la manija, y el interior de vinilo negro, preguntándome por qué conduce un auto tan viejo.
—¿No vamos a comer allí?
Quita las gafas de aviador del cuello de su camiseta y los desliza fuera.
—No.
Todo dentro de mí se derrite. ¿Por el calor del sol cegador? Definitivamente el sol.
Bajo en el asiento del pasajero y le doy mi orden mientras enciende el motor y el aire acondicionado.
Mientras camina con largos y fluidos pasos hacia la tienda, no puedo no mirarlo fijamente, porque dulce Jesús, nunca me lo imaginé en algo excepto una corbata, el chaleco, y la camisa abotonada con mangas enrolladas. Pero lleva jeans azules como una segunda piel. La mezclilla fue hecha para su cuerpo, apretando su culo y extendiéndose a través de sus muslos mientras él alarga su paso. La delgada camiseta gris se adhiere a los músculos de su espalda y hombros, las mangas se estiran alrededor de los aumentos de su bíceps, justo como aquellos modelos en revistas de ejercicios.
Me gustan más las ropas de lujo. Son más seguras, como una barrera profesional para recordarme que es mi profesor.
Cuando él desaparece dentro de la tienda, cambio mi atención a su auto. El estruendo ruidoso del motor y el humo quemado del escape. El olor a canela caliente flotando desde el paquete de goma de mascar que cuece el sol sobre el tablero. El asiento tieso debajo de mí, vibrando con la fuerza del motor. Las perillas de plata de la vieja radio y Axl Rose canturreando por los altavoces. Es todo tan distintivo y diferente, fascinante y masculino. Como él.
Se siente surrealista, estar sentado aquí. En su espacio personal. De buena gana.
Esto es solo el almuerzo.
Con mi profesor. Un sábado.
Limpio mis palmas de las manos sobre mis muslos, deseando llevar algo más agradable. Y menos revelador.
¿Por qué está aquí? ¿En mi vecindario? Nadie de Le Moyne se aventura en mi mundo, como si la pobreza podría manchar sus zapatos caros o algo. Aun así, aquí está ¿Qué es lo que quiere?
Cuando vuelve, tengo los nervios torcidos a niveles nauseabundos.
—¿A dónde vamos? —pregunto.
—Bajando la calle. —Agarra el volante con una fuerte mano y se funde en el tráfico, lento, con seguridad, como si fuera su camino y tuviera todo el tiempo del mundo.
Un minuto más tarde, entra en el Parque de Louis Armstrong y pone sus gafas de sol en el portavaso. Un paseo corto nos lleva a una banca del parque protegida del sol, donde nos sentamos el uno al lado del otro y cavamos en nuestros sándwiches de Engánchalos. El grueso pan está amontonado con carnes y quesos, requiriendo dos manos para sostenerlo.
A mitad del sándwich, me duele el estómago. Envuelvo el resto, limpio mi boca con una servilleta, y miro fijamente hacia el estanque de patos teñido de verde.
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Notas Oscuras | HyunLix
RomanceEllos me llaman puta. Tal vez lo soy. A veces hago cosas que desprecio. A veces, los hombres toman sin preguntar. Pero tengo un don musical, solo un año para terminar la preparatoria, y un plan. Con un obstáculo. Hwang Hyunjin no solo toma. Se apode...