Felix
—He escuchado que deja deliberadamente al descubierto su camisa.
—Que puta.
—¿No usó esos zapatos el año pasado?
Los murmullos ondulan a través del pasillo lleno de gente, hablando detrás de manos bien cuidadas, pero destinados a llegar a mis oídos. Después de tres años, ¿cómo es que estas chicas no han inventado algo nuevo?
Mientras paso su susurrante grupo lleno de marcas, iPhones de edición limitada y tarjetas American Express negras, refuerzo mi sonrisa con el recordatorio de que, a pesar de nuestras diferencias, merezco estar aquí.
—Me pregunto de qué cama salió arrastrándose esta mañana.
—En serio, puedo olerlo desde aquí.
Los comentarios no me molestan. Son solo palabras. Palabras sin imaginación, inmaduras, huecas.
¿A quién estoy engañando? Algunos de esos golpes son bastante verdaderos y escucharlas decirlos tan llenos de odio saca el aire de mis pulmones. Pero he aprendido que las reacciones llorosas solo los animan.
—Scott dijo que tuvo que tomar tres duchas después de haber estado con él.
Me detengo en el centro del pasillo. El flujo de tráfico pasa a mí alrededor mientras doy un respiro profundo y camino de vuelta hacia su grupo.
Cuando me ven venir, varias de las chicas se dispersan. Wonyoung y Liz permanecen de pie, viéndome acercarme con la misma curiosidad mórbida que dan los turistas a mis vecinos sin hogar. Ojos sin pestañear, espaldas rectas, sus piernas de bailarinas inmóviles bajo las faldas hasta las rodillas.
—Oigan. —Descanso contra los casilleros junto a ellas, sonriendo mientras intercambian miradas—. Les diré algo pero tienen que guardar el secreto.
Sus ojos se estrechan, pero hay interés allí. Les encanta el chisme.
—La verdad es que... —Hago un gesto a mis tetillas—. Odio estas cosas. Es difícil encontrar camisas que no destaquen mis pectorales —ni hablar de pagarlas—, y cuando lo hago, miren esto. —Empujo el pasador de seguridad—. Saltan botones— Le doy una mirada a sus pechos planos y aunque siento una pizca de envidia por sus figuras delgadas, la escondo detrás de un tono sarcástico—. Debe ser bueno no tener que preocuparse por eso.
La chica más alta, Wonyoung, da un grito indignado. Toda musculosa, elegante y llena de confianza, es la bailarina más alta de Le Moyne. Ella también es intimidantemente hermosa, con sus ojos valorantes y los labios llenos puestos en una tez marrón oscura afilada con los tonos frescos de la medianoche. Si Le Moyne tuviera bailes formales, sería la reina del baile. Y por alguna razón, siempre me ha odiado. Ni siquiera dio la oportunidad de ser de otra manera. Luego está su compañera. Estoy seguro de que Liz hizo el comentario del zapato, pero ella es más tímida que Wonyoung, demasiado aprensivo para ser cruel cara a cara.
Levanto un pie, girándolo para que puedan ver los agujeros en el plástico.
—Use estos el año pasado. Y el año antes de ese. Y el año antes de ese. De hecho, estos son los únicos zapatos que me han visto usar.
Liz juega con los dedos con su larga trenza café y mira mis zapatillas dañadas con una ceja levantada.
—¿Qué talla usas? Mi hermano podría darte...
—No quiero tus sobras.
Las quiero, pero no hay modo de que admita eso. Es bastante difícil defenderme en estos pasillos. Estoy seguro de que no voy a lograrlo con zapatos prestados.
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Notas Oscuras | HyunLix
RomanceEllos me llaman puta. Tal vez lo soy. A veces hago cosas que desprecio. A veces, los hombres toman sin preguntar. Pero tengo un don musical, solo un año para terminar la preparatoria, y un plan. Con un obstáculo. Hwang Hyunjin no solo toma. Se apode...