.*・✯ | Capítulo 8

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Hyunjin

Intento leer a través de su archivo de estudiante, pero las palabras se amontonan. Estoy muy distraído, todos mis pensamientos se dirigen al chico al otro lado de mi escritorio. Mandé a los otros estudiantes a sus casas, y ahora somos solo Felix y yo y esta inconveniente atracción. 

Sus delgados dedos doblados juntos en su regazo, su espalda recta y algo de cabello oscuro cayendo alrededor de las agraciadas líneas de su cuello. Una sonrisa anclada en sus labios, una expresión que parece venir naturalmente a él, pero esta es más pequeña que su predecesora.
Tembloroso. El tipo de sonrisas que los niños usan cuando están asustados. 

Suelto el expediente en el escritorio y me inclino cerca, rompiendo su burbuja invisible de tensión. 

—¿Qué es lo que te preocupa? 

Sé la respuesta, pero quiero saber cómo suena en sus labios. 

—Nada. —Frota un dedo contra su nariz. Un pequeño, delatante gesto. Está mintiendo. 

Golpeo un puño sobre el escritorio, lo suficientemente fuerte para hacerle jadear. 

—Esa fue la última vez que me mentirás. —Azotaré la miserable verdad fuera de él si tengo que hacerlo—. Dime que lo entiendes. 

Una vena se hincha y se agita en su garganta.

—Sí, lo entiendo. 

—Bien. —Mi mirada se hunde en sus sobresalientes pezones bajo la camisa, puntiagudos y erectos, y el seguro sosteniéndolo a falta de botones. Igual de rápido, aparto mi mirada, orientándola a su rostro—. Ahora responde la pregunta.

Frota sus palmas en sus muslos y sostiene mi mirada. 

—Usted, señor Hwang. Usted me preocupa. 

Ahh, mucho mejor. Quiero que él me dé su honestidad de a cucharadas, respiración a temblorosa respiración. 

—Explica lo que quieres decir. 

Él asiente para sí mismo, como si invocara su valor. 

—Es listo y estricto como los otros profesores, pero tiene el enfoque y temperamento de un bárbaro... —Aprieta sus labios juntos. 

—El lenguaje es permisivo en mi salón de clases, joven Lee. —Pongo mis ojos en blanco—. Siempre y cuando que sea usado de una forma constructiva.

Me devuelve los ojos en blanco. 

—Iba a decir que no piensa con la cabeza correcta, pero no estoy seguro de que eso sea constructivo. 

Al menos está pensando en una cabeza. 

—Deme un ejemplo de mi supuesto comportamiento, y decidiré que tan constructivo es. 

Su boca cae abierta, como atónito por mi respuesta. 

—¿Qué tal cuando estábamos afuera en el pasillo? ¿Cuándo le conté de mi situación financiera, y usted... usted sonrió?

Joder, ¿él vio eso? 

No puedo decirle que sonreí porque su vulnerabilidad me drogó con lujuria y me puso tan duro como una roca. Pero puedo darle sinceridad. 

—Tiene razón, estuve mal, y me disculpo. —Tomo el expediente y ojeo los listados—. Hablemos de sus circunstancias. 

Escaneo la página de biografía y confirmo su dirección de Penrith. Saltándome el excepcional resumen de sus resultados en el GPA y SAT, me adhiero a los hechos que más me importan. 

Notas Oscuras  |  HyunLixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora