CAPITULO 35° PARTE 3/3

141 9 1
                                    

●El destino decide por donde caminaras, aunque no es lo que desees. Incluso sin darte cuenta ya estaras enfrentándote a una adversidad●

•••
Después se ver como se llevaban a Diego casi a rastras, Pancho regresó  a la casa, donde su hijo estaba en la sala.

—Pancho, oí los gritos de Diego, ¿Pasa algo?

—No, para nada mijo. Es ese Diegochas que le gusta hacer drama por nada. Él Guido vino a hablar con él sobre algunos asuntos de trabajo y pues el Diego se emocionó de más.

—Aah, ya. Entonces... ¿no pasa nada?

—Ya luego le preguntas cuando regrese, ya vamos a terminar de cenar.

Aun con algunas dudas, Temo regresó con su padre al comedor.

—Recuerdo que a él no le gusta Guido, pero tienen que trabajar juntos. Eso es algo molesto.

—Cuando diriges un negocio es posible que te enfrentes a personas que no son agradables, puede que trabajes con gente que te odia o que odies, pero en los negocios Temo, hay que separar lo personal de lo profesional. Así que Diego debe de apretar fuerte el cinturón si no quiere perder.

Pero en su mente otros deseos deambulaban.

"Ojalá pierda"

Temo asintió y no dijo nada más, espera que Pancho le hable más de negocios, algo que sucede de inmediato y Temo esta emocionado, por que le gusta oír de trabajo, por que en alguna parte de su mente siente que los negocios le emocionan.

Secretamente esta encantado con lo que le cuenta Pancho.

•••
Diego no estaba feliz con la actitud de Guido. El en ningún momento vamos la guardia y miraba por todos la oportunidad de poder wscapar del auto de su captor.

Guido que ya predecía sus acciones bloqueo las puertas.

—¿Seguridad para niños? —Se indigno Diego—, ya mejor ponme un babero y llevame a una guardería.

Guido sonrió ante la actitud de Diego, era una persona muy adorable aunque al parecer no se daba cuenta de ello, pero era mejor de esa forma, así solo el sabría que es una persona encantadora.

Diego por su parte espero a que se detuvieran en un semaforo y entento abrir la puerta con todas sus fuerzas.

—Si rompes mi puerta vas a tener que pagar la reparación-

—No tengo problema con eso —dijo rápidamente y siguió pateando la puerta del auto.

—No me dejaste terminar. Dije que me vas a tener que pagar la reparacion con besos y varias cenas a mi casa.

Diego había tomado fuerza suficiente para hacerse daño a la puerta o a el mismo, pero se detuvo y se sentó correctamente en el asiento.

—¡Maldita sea! ¡Pancho, me las pagaras!

Y en la mesa Pancho no pudo evitar estornudar, en coro todos dijeron "salud".

Diego suspiró y se le corrió otro método.

—Bajame, déjame ir. Si no lo haces, gritaré hasta que alguien denuncie tu auto por rapto.

Guido asintió.

—Hazlo, cuando la policía venga por mi les diré que eres un novio celopata y que armarte un escándalo por que creíste que salía con alguien más a escondidas. Pero como soy un novio inocente iré a la cárcel por ti por que estoy ciego de amor por ti. Y todo es verdad, bebé.

Diego puso los ojos en blanco, por fuera parecía no importarle, pero las palabras de Guido acariciaban su corazón suavemente calentador, pero suprimió esa sensación con otro sentimiento, una de rabia por no dejarlo ir.

Cuando habla el Corazón (Aristemo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora