CAPÍTULO 39°

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●Las dificultades de amar solo la conocen los que no saben amar, pero el dolor del amor solo es capaz de entenderlo aquel que ama de verdad.

Por que el amor no tiene dificultades, tiene dolor.●




Cuando llegaron al departamento, Temo y Doña Blanca estaban de buen humor, Aris y Polita estaban acomodando algunas cazuelas en la mesa y la cocina.

—¡Hola! —Hablo Polita, tan feliz como siempre—, ¿encontraron todo lo necesario?

Doña Blanca:

—Si, por fortuna.

Polita:

—De no ser asi, seguro que Doña Imelda nos fusila por no darle la mejor fiesta a su niña consentida.

Arquimides que estaba en la sala haciendo la tarea levantó la cabeza y preguntó:

—¿Y por que a la abuela le gusta mucho Violeta? Ella es una bruja.

Doña Blanca se apresuró a corregir al niño.

—No es una bruja. No digas esas cosas. Nunca ofendas a una persona, incluso si te han hecho algo, hay que saber perdonar las ofensas de los demás.

—Pero es la verdad —siguió el niño.

—Si, es verdad —secundó su mamá, Aris negó advirtiendo que se mantuviera en silencio, pero ella no se calló—, ella es una bruja que le hechó una brujería Doña Imelda y por eso ella come de su mano como si fuera su ángel guardián.

—Mamá, no hables de es forma de Violeta, se que no te cae bien, pero por favor, no hables mal de ella.

Polita se giró y lo encaró.

—Nada de esto estaría pasando si tu no fueras-

—¿Un cobarde? —Las palabras eran dolorosas y Aris sabía bien que esas eran las que su madre queria decirle, no es que él fuera solo un cobarde, es que todos parecían estar llendo en su contra con tal de no hablar, siempre había algo en su contra, no era el unció culpable, tampoco se sentía capaz de ir por la vida arremetiendo encontra de todos.

—No, Aris. No, yo no quería  decir tal cosa. Es solo que... me enoja estar haciendo esto, no soporto ver como mi suegra la trata como si fuera una santa reencarnada en humana.

Temo que estaba empezando a sentirse incómodo se fue a la cocina para dejar algunas cajas de frutas que había traído del puesto de su padre.

—Temo se enteró de que Pancho tiene un mercadito abajo, a lado de nuestra panadería.

Cuando Doña Blnaca habló, madre e hijo se dieron cuenta de que habían hablado de más en presencia de Temo, quien seguramente no entendía nada del tipo de relación que tenían con la chica que él consideraba una buena amiga.

No le había gustado la forma en la que se expresaba Polita de Violeta, pero después de todo él no sabia que había pasado entre ellos, quiza era el cliché de toda la vida entre suegra y nuera, ella no la queria.

—Ah, si verdad —dijo Polita dirigiéndose a Temo—, seguro que te parece genial que tu padre esté aquí de vez en cuando, sin tener que inventar realmente una excusa para verte, con eso de que no los quieres ver seguido por lo de tu memoria.

—¡Polita! —Doña Blanca estaba avergonzada por el "Sin filtro" de la lengua de Polita. —Ay mujer, a quien dejara de ver será a nosotros por tu culpa y de tu lengua suelta. A este punto, Temo se irá pronto con su familia, todo gracias a ti.

Temo sonrió, la mujer de cabello rizado se había tapado la boca.

—En serio Polita, creo que se te daño la prudencia por el accidente con Aris. ¿Ves lo que provocaste Aris? Tu mamá está diciendo tonterías de nuevo.

Cuando habla el Corazón (Aristemo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora