CAPÍTULO 29° PARTE 2/3

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——Palabras desconocidas... Y sentimientos que invaden el alma——

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Tizoc asintió secándose las lágrimas.

—Pero no entiendo... Que ni siquiera era fuerte o tuviera salud, por que arriesgar su vida por alguien que quizá nunca se lo agradecerá —dijo el llorando de nuevo.

—<<No Tizoc... No por favor. Tu madre si es una mujer muy fuerte. Lo que pasa, es que en situaciones difíciles, es donde nuestra naturaleza sale a la luz y a veces es mala o otras... Muy buena. Y lo otro... Yo creo que los señores Aguilar Mujía serían incapaces de no decirle a la niña que su madre, dio la vida por ella. Por ustedes>> —dijo él y Tizoc asintió mordiéndose el labios.

—Si... Ella fue lo máximo. Y no creo que ellos le digan algo a mi moco, a lo mejor le ocultan todo —dijo él y Ángel negó.

—<<No pienses en eso. Es muy probable que todo este en tu mente. Pero bueno, vamos, no lo tomes tan apecho>> —dijo él y Tizoc asintió, se dejó llevar por el llanto por un rato.



Linda salió del baño con una toalla cubriendola, el cabello envuelto en una toalla azul, había pasado la noche en casa de sus padres, en la guarida de los Unidos, pero el agua de aquella casa tenía un problema por lo que se había tomado el derecho de usar el de la habitación de Frida.
Aunque sabía que la niña no lo habitaba sola, no se imaginó que Violeta entrara esa mañana azotando la puerta.

—¡Dios! —Se llevó una mano al pecho sobre el corazón y miró mal a la joven—. ¡¿Que te pasa Oleta?, ¡me asustaste! —gruñó ella mientras frotaba su cabello mientras se dirigía al borde de la cama de Frida, la de cabello dorado mientras se dirigía a su cama habitada.

—¿Asi? —dijo ella mostrándose sorprendida y llevándose una mano al pecho mostrándose ofendida—. Que mal. ¿Y no te dará un ataque cardíaco por ello? —preguntó desvergonzada.

Linda rodó los ojos enseñándole una sonrisa igual de cínica que la actitud de la menor.

—Para tu mala suerte, no —dijo ella cruzando una pierna sobre la otra—. Ya veo que andas destilando veneno, ¿por que? A quien no pudiste clavarle tus colmillos —preguntó ella señalando a la chica y Violeta imitó la pose de la mayor con una sonrisa en los labios.

—A nadie que te importe —espetó con el rostro dulce y tono insidioso—. Y ten cuidado, no vaya yo a resultar una coralillo y te clave los comillos... ¿Como te salvarías?

Linda le miró con una ceja alzada.

—¿Es una amenaza? Por que si lo es... Dejame decirte que no tengo miedo.

Violeta soltó una risa divertida.

—No es amenaza —comentó apoyando las manos detrás de la espalda e inclinándose un poco—... Es advertencia. Más bien, es un juego, ¿como voy a ser una amenza? —dijo con una radiante sonrisa—. Voy por agua, ¿quieres? —preguntó ella poniéndose de pie.

—No gracias... Quiero seguir viviendo —espetó Linda envolviendo su cabello en la toalla.

—Ja-ja, que graciosa —dijo cruzando los brazos—. Dejarías ser comediante, se te da ser payasa, ¿eh? Yo quería ser buena onda —dijo y se fue luciendo indignada.

Cuando quedó sola, Linda miró hacia la puerta donde se perdió la chica y soltó el aire que no sabía retenía.

—Cielos... si esta no esta loca... Es bipolar, que neto, creo que es peor —dijo ella lanzándose sobre la cama—. ¿Como es que mi abuela la sigue teniendo en casa? A este paso un día va a tomar un cuchillo y nos hará carnitas. Claro, yo sería el platillo saludable —dijo y ella misma se rió de su ocurrencia.

Cuando habla el Corazón (Aristemo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora