CAPÍTULO 20° PARTE 3/4

817 58 28
                                    

——Caudales de amor, verdades, recuerdos rotos y otras cosas——

(3/4)

È


Ana Lupe y Frida hablaban por video llamada, ambas emocionadas por un tema en común.

—¡¿En serio ya te llegó la regla?! —Exclamó la mayor.

—Shhh, no lo grites, ¿que tal si alguien te escucha? Yo no quiero, es algo solo mio. —Dijo ella y Frida asintió estando de acuerdo. —Si te lo comparto es por que eres mi única mejor amiga.

—Tienes razón, pero no hay nadie aquí, solo estoy yo en la guarida. Como crees que voy a andarlo exclamando por ahí. —Dijo y Ana Lupe le creyó. —Mejor dime, cuando pasó, ¿hoy?

—Bueno, fue ayer, y Temo me ayudó mucho con los dolores, ya sabes, cólicos. —Dijo acomodando su cabello detrás de su oreja. —Te confieso que tuve algo de miedo. No sé, no había nadie en casa, estaba Marta, pero no es lo mismo. Siempre imaginé que podía contar con mamá Susana cuando me pasara, pero... Ella no estaba.

—Y tuviste miedo. —Repitió ella. —Es razonable, yo también lo tuve cuando me llegó la primera vez. Tu tuviste suerte de tener un hermano como Temo.

—Si, ¿sabes? Creí que llegaría a extrañar a mi mamita Rebe, pero no fue así.

—¿Como lo harías? Con un gran hermano como Temo.

—Si, mi hermanito se portó como mi héroe. —Dijo orgullosa de su hermano.

—¡Temo es maravilloso! Digo, o sea, otro te hubiera dejado sola, solo por que no es de su incumbencia. Pero Temo, Dios, es un amor. ¡Es tan lindo! —Dijo la niña fascinada.

—Lo sé. Temo se portó como el hermano perfecto. Fuimos al hospital, para ver que necesito, me dieron un calendario y el estuvo ahí. Temo me dio lo que yo más necesitaba en ese momento.

—¿Cariño? —Preguntó ella y la menor asintió.

—Si Frida, cariño y demasiado amor.

—Temo es un ángel. Merece toda la felicidad del mundo. —Dijo inclinando la cabeza– y apoyándolo en una mano– y suspiró soñadora.

—¿Si verdad? —Dijo An Lupe y apareció una notificación. —Oye Frida, Blanquita quiere unirse a la conversación.

—¡Ay, si hace mucho que no la veo! —Dijo antes de aceptar a la niña.

—¡Hola Fri, Lupe! —Saludó la más pequeña entusiasmada.

La mayor saludó con una sonrisa.

—¡Hola Blanquita! Pero es Frida. —Murmuró rodando los ojos.

Ana Lupe le saludó también.



Violeta tomó asiento frente al médico. Todo el lugar le recordaba a una hoja en blanco perfumada con olor a desinfectante.

Ese olor le enfermaba.

Para su fortuna, el médico llegó pronto.

El médico tomo su lugar enfrente a ella– detrás del escritorio– y le dedicó una amable sonrisa que ella no correspondió.

—Entonces, ¿no es nada malo? —Preguntó ansiosa.

El médico, bastante mayor se quitó los lentes y suspiro.

—No.  —Dijo a fin. Violeta miró mal al hombre por mantenerla esperando angustiada. —Al contrario, solo lo normal. Pero en tu estado te debes de cuidar más. —Indicó él y ella asintió.

Cuando habla el Corazón (Aristemo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora