CAPÍTULO 13° PARTE 2/3

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--Aparentemente en calma--

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El grito se extendió por la casa.

Cuando Amapola lo escuchó dejó los platos en la mesa y fue corriendo a ver a su hijo en la habitación.

Aristotéles se encontraba tirado en el suelo cuando su madre entró a su cuarto.

-¡Aris! -Llegó junto a su hijo y lo ayudo a sentarse en el piso. -¿Que tienes? ¿Por que estas en el suelo mi amor? -Preguntó preocupada mientras revisada su frente y cabeza.

-Yo... -Aristotéles se llevó la mano derecha a la cabeza por que le dolía. -me caí de la cama. -Dijo y su madre le retiró la mano sobre el golpe.

-Eso se ve. -Dijo la mujer ayudándolo a levantarse para sentarlo en la cama. -La pregunta es ¿por que? -Preguntó ella elevando los cabellos de su hijo para verle mejor la frente.

-Quizás, no sé... rodé quizás. -Dijo Aristotéles dejando que su madre le revisará el golpe.

-Mira nada más ese golpe, se va a poner morado y-... Aristotéles... ¡tienes un golpe en la cabeza! -Dijo tocando el costado derecho de la cabeza de su hijo. -¿Cuando te hiciste eso?

-No se. -Soltó, si sabía, fue cuando se cayó junto con Cuauhtémoc detrás de las cajas en la bodega. Su madre le acarició su rostro con cariño y él le sonrió.

-¿Quieres comer? -Preguntó mientras miraba si Aristotéles tenía más golpes. -Luego te curo el golpe en la cabeza.

-Bien... pero no tengo hambre. -Dijo él chico aunque sintió un vacío en el estómago- no era de hambre- más bien era como un sentimiento de miedo, ansiedad, y recordó cuando Cuauhtémoc se despidió de él frente al restaurante, y el sentimiento no igualaba a este que se sentía que aquella despedida, nó, esto era como un vacío doloroso, un vacío de temor que se extendía por todo el cuerpo. Tomó las manos de su madre mientras la miraba a los ojos y habló. -Mamá... tuve una pesadilla.

-¿Vez que algo si te había pasado? -Dijo ella sonriendo. -¿Que soñaste?

-Nada agradable má. Todo estaba muy blanco, todo era frío y y, y solo habían dos columpios y en uno de ellos estaba Temo. -Explicó y ella asintió tratando de comprender.

-¿Temo? -Preguntó ella.

-Si, Temo. Él, desaparecía entre la neblina y... simplemente apareció detrás de mi hablandome con una dulce voz. Mamá, me estoy sintiendo mal con la cercanía de Temo. ¿Que hago? -Pidió abrazando a su madre. -Le hice mucho daño a Temo y por eso mi consiente me tortura con eso, ¿verdad?

-No Aris... No es asi. -Dijo ella abrazando a su hijo de forma protectora.

-¿Que hago? -A Amapola le hubiera gustado decirle muchas cosas. Pero ella sabia que Aristotéles tenía que hacer algo por si mismo, por lo que únicamente ella tenía que demostrarle su apoyo incondicional para que no tenga miedo y siga adelante.

-Podría decirte muchas cosas hijo, pero eres tú quien debe decidir que hacer. Solo sé que te amo. Y que decidas lo que decidas yo te apoyaré en todo no importa que a los demás no les guste la idea. Hijo, ese sueño solo es un recordatorio de que quizás tienes que decidir por ti mismo. -Dijo ella con una sonrisa para juntar valor en su hijo.

-¿Que tratas de decir? -Preguntó a madre y ella negó.

-Trato de que veas por ti mismo, que dejes de pensar en los demás. Si tu felicidad está con Temo. Que nadie te lo impida.

Cuando habla el Corazón (Aristemo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora