CAPÍTULO 10° PARTE 1/2

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——Sentimientos extraños——


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Diego quedo pensativo tras lo dicho por Pancho López, suspiró pesadamente y entonces asintió aceptando lo dicho por él hombre.

—Lo sé Pancho. —Dijo tomando entre sus manos su vaso, los hielos del vaso rompieron el ligero silencio. —Se que no se puede obligar a nadie a amar a otra persona, —Aceptó — por que de ser así, yo no estaría enamorado de la persona que no me ama. No como yo quisiera.

—Me duele decírtelo mijo, —Hablo Pancho, y era cierto lo dicho, él siempre vio al joven como un hijo, un gran amigo de la familia. Diego era fácil de tratar y siempre con el humor pesada pero era un ángel si se le trataba. Y si se pudiera, que él joven frente a él fuera pareja de su hijo, estaría más que feliz de ello. — Diego, te considero como a un hijo. Siempre estuviste ahí para mi Temo cuando más lo necesitó. —Dijo seriamente, cuando se trataba de sus hijos, Pancho dejaba sus payasadas a un lado.

—Y siempre lo estaré Pancho. —Aseguró Diego convencido. —Ya verá que con un poco más de mi, terminara oyéndome decirle suegro. —Aseguró Diego.

—Yo feliz por ello. —Confesó Pancho. —Pero sabes que para mi, la felicidad de mis hijos es mil veces más importante que cualquier otra cosa.

—Si Pancho. Temo no podría estar en las mejores manos. Digo, es una referencia. —Dijo sonriendo y Pancho igual.

—Más te vale que sea referencia. —Dijo con cara amenazante. Para después reírse estruendosamente y aún riendo habló con humor al chico. —¡Huvieras visto tu cara mi Diegochas! —Dijo, Diego compartió su risa, aunque silencio abruptamente y habló con seriedad y con tintes amenazantes en su voz. —Hablo en serio.



Después de largas momentos y grandes esfuerzos, no para lavar, si no para evitar golpearse, ambos chicos ya habían acabado de lavar la moto de Axel... el problema ahora era decidirse donde colocarlo para que se secara.
No se ponían de acuerdo en ello.

—¡Ay, por favor! —Gruñó Sebastian exasperado por tener que tratar con Julio. —¡Ya te dije que Axel no lo ponía en el sol! Lo dejaba en bien seco y reposando en las sombras, por que si lo dejas bajo el sol se arruinará la pintura. —Explicó.

—¡Pero si asi sera más rápido! —Dijo Julio inconforme por lo dicho por Sebastian.

—Más rápido no quiere decir que sea mejor. —Marco el punto —¿Osea, lees un libro, leeras rápido solo para llegar a la mitad y saber que pasa, luego saltarte todo y al final, llegar por el fin de la historia sin saber que pasó en toda la obra?

—No te entiendo... ¿que tiene que ver eso con la moto? —Dijo confundido Julio y Sebastian quiso abofetearse asi mismo.

—¡Ay, Julio! —Sebastian se llevó las manos a la cabeza exasperado —Se queda en la sombra y listo.

—No. —Sentenció Julio.

—Julio por favor... no peleemos. —Pidió Sebastian.

—Esta bien, esta bien. —Dijo Julio elevando sus manos  a la altura de los hombros. —¿Llevamos la moto?

—Si. —Entonces juntos comenzaron a arrastrar la moto hasta los jardines de la piscina. Con algo de dificultad ya que era muy pesada. —Sabes... algún día quisiera tener una motocicleta. —Comentó inconscientemente Sebastian.
Para su sorpresa Julio no dijo nada sarcástico al respecto.

—Mamá Susana te mata primero antes de que la moto lo haga. —Dijo Julio riendo.

—No es tan peligrosa si sabes cuidarte. —Dijo Sebastian. —Además, ya tengo trece, soy un adolescente. —Dijo con ilusión. —Axel tuvo su primera moto a los catorce, la abuela y mamá no estuvieron de acuerdo, pero gracias al abuelo Canuto y mi papá se la quedó. Pero después de eso las cosas empeoraron entre mamá y Axel. Al menos eso me contó el abuelo, yo aún era un bebé.

Cuando habla el Corazón (Aristemo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora