CAPÍTULO 30° PARTE 3/4

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—— Las consecuencias de los errores y  las manzanas de una bruja, ¿mala? ——

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Robert estaba colocando su equipaje en la mesa del recibidor, Sebastian, Ana Lupe, David y Julio estaban llegando a un sofá solo para ellos, Blanquita arrastró a Ana Lupe con ella en otro sillón y llamó a Sebastian para que le hiciera compañía.

El pequeño Eugenio estaba arrastrando los pies a las escaleras con su mochila arrastrando detrás de él. Como si un día en el preescolar hubiera sido una odisea para él.

—Bueno niños, ahora regreso, mientras ponganse cómodos —dijo Robert llendose de la sala y subiendo rápidamente a las escaleras para alcanzar a su hijo y llevarlo cargado, quien no se quejó.

David miró a Ana Lupe, sus deseos de ir a hablarle estaba doliendo en el interior de su pecho. Honestamente su único deseo era pedirle disculpas por haber mentido y suplicar una oportunidad.
Sin embargo, tal parecía que el amor de Ana Lupe estaba restringido para el en aquellos momentos.

Se puso de pie, su clara intención era irrumpir la plática entre Blanquita y ella.
Pero Julio lo agarró de la mano y llamó su atención.

—Oye, una vez en una video llamada vi unos juegos en tu estante que me gastaron harto, me enseñas tus juegos, para pedirle unos igual a paPancho. Claro, cuando me quite el castigo —dijo él y David conectando su mirada con la de Ana Lupe, estuvo a nada de ignorar al niño castaño.

Sebastian escudriñó a Julio tan intenso que el castaño se encontró con su mirada, dejó la mano de David, sintiéndose de algunas forma descubierto.

—Si, Julio, vamos a ver cuales te gustan —dijo David y hechandole una última mirada a Ana Lupe siguió a las escaleras y Julio obediente le siguió rápidamente.

Sebastian suspiró y miró a las niñas platicar.

Se levantó.

—Oye, Sebas, ¿a donde vas? —preguntó Blanquita poniéndose rápidamente de pie, con una sonrisa y las manos detrás de su espalda.

—Al baño, no seas indiscreta —dijo él y ella sonrió, moviendo en círculos la punta de su zapato en un mismo eje.

—Ah, bueno, ¡oye Sebas! —volvió a decir ella, Ana Lupe la observó por unos segundos y elevó una ceja.

«¿Esta coqueteandole?», se preguntó Ana Lupe pensando.

—Si, ¿que pasa Blanquita? —preguntó Sebastian y ella jugó con su pequeña coleta castaño.

—Te vez cada vez mas lindo —dijo tímida y Sebastian abrió los ojos desmesurado.

—Ah, a-a... ¿Yo? Digo, gracias. Me voy —dijo y corrió escalones arriba, mitad para alcanzar a David y Julio y mitad espantando por Blanquita.


Blanquita tomó las manos de su amiga y suspiró, Ana Lupe la miró por unos segundos.

—¿Coqueteas con Sebas Blanquita? Eres muy chica para él —dijo ella y Blanquita se encogió de hombros.

—El crecerá, yo también, pero tengo mucha paciencia y lo esperaré.

—Y si llega a tener novia o novio.

—A pues... pues... se las espanto y ya —dijo y Ana Lupe negó sonriendo.

—Las cosas no son tan fáciles Blanquita. Cuando eres niño crees que solo se espantan los malos momentos y ya —dijo ella alicaída—, pero la verdad es que mientras creces, te das cuenta de que nada es lo que parece. Las cosas que los adultos tanto les afecta, te afectan a ti también. Empiezas a entender que el amor es bonito, pero esta lleno de obstáculos, y las emociones maduran y ya no es lo mismo que “rompí tu juguete favorito” a “te mentí y no fui sincero”.

Cuando habla el Corazón (Aristemo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora