CAPÍTULO 28° PARTE 2/3

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——Amor y dolor son del mismo color. Amor; carmesí intenso como el corazón. Odio; fuerte y destructor como el fuego——

(2/3)

Ángel estaba estudiando en su portátil, agregando recetas en el libro titulado «De dulce y Sal», como la mayoría de las cosas que intentaba hacer le llevaba demasiado tiempo, apreciaba que la niña le había tocado su ciesta desde hace media hora.

Sin embargo su silencioso momento fue interrumpido por el timbre de la casa. Lo dejó pasar por el momento, quizá quien sea que este tocando se vaya.

El timbre sonó insistente.

—Que n sean los de la biblia por favor —dijo levantándose— la última vez pusieron cara de espanto por que dije que era gay... «podemos rezar por ti, los hermanos podemos rezar por ti», yo no tengo hermanos —dijo enojándose por la terquedad de quien tocaba el timbre.

Bajaba las escaleras a toda prisa por que temía que tumbaran la pobre puerta.

—¡Van!... Hay esta gente, ya parecen Tizoc —mascullo llegando al último escalón.

Cuando abrió, una pareja de edad mediana estaban ante la puerta y le miran con ojos duros.

—Emm, hola... ¿Que se les ofrece? —preguntó por pura cortesía, la mujer le miró con altivez y el señor era bastante intimidante.

—Tu debes ser Ángel ¿verdad? —preguntó ella recorriéndolo con la mirada y Ángel se sintió ofendido por el tono de la mujer, como si no fuera mas que algo desagradable.

—Este... si. ¿Que les debo? —Se cruzó de brazos, ella soltó una risa incrédula.

—Tu a nosotros nada es claro que nada, pero hemos... Oído de ti —dijo la mujer de sombrero grande y ropa de apariencia fina y joyas sutilmente agregadas en su muñeca—. ¿Están los señores?

—Este... No. ¿Quien los busca? O mejor dicho, ¿quienes los buscan?

—Somos los tíos de Tizoc y Xóchitl Vasquez Hernandez, hermana del señor Salvador Vasquez padre de los niños. ¿Si sabe o no?

—¿Que? —preguntó Ángel y la mujer desvío la mirada hastiada de tratar con el chico de cabello rojo.

—¿Donde están? —preguntó el hombre que la acompañaba.

—En una reunión de la escuela donde trabajan —dijo Ángel, le hombre mayor compartió una mirada con su esposa.

—Bien, los esperemos adentro —dijo ella entrando a la casa sin permiso alguno.

—Oiga no entre asi, más respeto —espetó el joven —. Yo no la puedo dejar pasar, ¡a ninguno de los dos!, asi que por favor, se van. Son extraños, asi que... Si no se van, llamaré a la policía —dijo él amenazante, pero aquellas personas no le dieron ninguna importancia.

—Llamalos muchacho... Oh, no se como llamar a alguien como tu —dijo ella acomodando su bolso sobre sus rodillas y se quitaba la chaqueta—. Soy una dama y no rebajare en señalar lo obvio —comentó y su esposo recorrió al chico con la mirada, una extraña mirada que le erizó los vellos de la nuca.

—Dilo mujer... Este inapropiado... Indecente —dijo él y Ángel parpadeo realmente confundido.

Para después soltar el aire.

—Ya veo... Tizoc les ha hablado de mi, ¿no? —Caminó detrás del sillón y los miró como solía ver a algunas personas que le hablan de la misma forma que hablaban ellos hacia él, con indiferencia—. Pero será la manga del muerto, se van ¿si? Esperan a los Aguilar Mujía en su auto o donde desean, pero se van.

Cuando habla el Corazón (Aristemo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora