CAPÍTULO 37° PARTE 3/3

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Ángel llegó como lo había prometido, Tizoc lo abrazo en cuanto lo vio.
Jamás se había sentido tan asustado en la vida, ni cuando sus padres se habían matado entre sí.

—Ángel... dijeron que tenia una infección en el oído. Es mi culpa, no la cuide bien.

Era solo un niño, una bebe no era su deber, era su herman, claro que podía ver por ella y cuidarla como un niño grande, pero del cuidado de la niña recaía en los adultos en lo que inconscientemente su mente confiaba.

—Tizoc, todos nos enfermamos de vez en cuando.  Ella siempre se enfermo estando con nosotros y tenía tres adultos cuidadnola, así que no es tu culpa. No te culpes o me enojare.

Tizoc que se había negado a llorar en todo el camino y hasta ahora, solo pudo enterrar su cara en el pecho del más grande.

—Vaya. ¿Sabes que puedo demandarte por corrupción a menores?

La irritante voz de Alejandro llamó su atención, Tizoc dejo de abrazar a Ángel, pero no se alejo de él.

Había una cercanía que Alejandro vio y no le gustó.
Parecía confianza y eso jugaba una partida en contra de él y su esposa.

—¿Que haces aquí con mi sobrino? ¿No deberías de saber que no puedes ver a un menor sin la autorización de su tutor? Sobre todo alguien como tú.

—Alguien como yo. Ajá. Y alguien como usted donde estaba para ayudar a estos niños, si por ustedes fuera ya los habrían matado.

—Mira, niño idiota, tu no sabes nada —dijo y se giro a Tizoc—, ¿y tu como lo llamaste si no tienes teléfono?

Ángel soltó un bufido.

—Estamos en un hospital señor, aquí hay teléfonos, ¿o no sabe?

La sonrisa de Alejandro se ensachó tanto qué Tizoc temió que le cayera a golpes a Ángel o iniciar a insultarlo.

—Tío. Fue mi culpa, no sabia que hacer y por eso llame a la persona que más conocía.

Ángel quiso enfrentarlo, hacerle  ver que no le tenía miedo, pero era contraproducente, no puedes atacar a tu oponente si tus manos están atados.

—No te preocupes, no tengo por qué buscar a Tizoc, el escogió su vida con ustedes y debemos de respetar eso. Sin embargo, el hecho de que que esté aquí no significa que esté en su derecho de amenazarme. Yo cuide por mucho tiempo de estos niños, por lo que no me importa lo que diga. Voy a estar aquí hasta que el médico diga que la niña está fuera de peligro.

Ángel miró una silla desocupada y se sentó en ella sin mirar más al hombre.

Esta oportunidad la aprovecho Alejandro para llevar al niño un poco mas alejado de ellos, donde aprovechó para amenazar al chico.

—Mas te vale que no hayas dicho nada o juro que tu tía se va a encargar de tu querida hermanita.

—No te preocupes tío. No soy un idiota. Jamás pondría a mi hermana en peligro. Mientras no le toquen un cabello, yo haré y diré lo que quiera.

—No importa. Después de esto, ni el adios dejaré que le des a ese mariquita de mierdad.

Tizoc tuvo que tragarse su rabia.

Sin duda había tomado una de las peores decisiones de su vida al buscar a estas personas, entendió a la mala que su egoísmo lo llevó a ser la presa de cazadores.

Ángel vio al médico salir dirigiéndose a ellos.

—¿Como esta la niña doctor?

El médico lo miró de pies a cabeza.

Cuando habla el Corazón (Aristemo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora