CAPÍTULO 27° PARTE 1/3

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——Los ojos son la ventana del alma... Y no hay nadie como tu que desearia que fuera mi otra mitad——

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[Parte: 2]

•Al día siguiente...
Con todo el dolor de su corazón Aristotéles terminó de meter sus cosas dentro de su maleta, sus ojos llorosos y el peso del mundo sobre sus hombros. Estrujó una de sus camisas, de esas que no iba a llevar, entre sus manos y sollozó, para él alejarse era lo peor que podia hacer; sentirse miserable, por tomar la desición de abandonar a Cuauhtémoc en una cama de hospital, se le tornaba atroz.

Amapola entró a la habitación tocando solo para avisar que estaba ahí. Aristotéles se giro viéndola, ella se acercó hasta él y le besó la frente.

—Es lo mejor hijo —dijo ella acariciando su cabello, el negó y su madre asintió —. Estar aquí, por muy duro que sea, no hará que Temo sane rápido, que despierte pronto. —Dijo ella y si que sonaba duro, fuerte, tanto que al rizado se le iba el aire, por que su vida se le estaba llendo de las manos.

—L-lo se mamá, pero como duele —dijo llevando una mano al pecho estrujándola su ropa en el acto—. Yo... Yo quiero estar ahí cuando despierte sin importar cuando.

—Lo sé —dijo ella tomando sus manos entre las suyas—. Pero mientras, tienes que vivir, hacer tu carrera, por lo que has soñado por años mi amor.

—Ya no importa —sentenció él mirándose en el espejo —. Sin Temo, ya nada importa.

—Si importa hijo. Se que lo amas, pero te aseguro que esto es lo que Temo hubiera querido. —Comentó ella y él apesar de que deseaba negarlo, no lo logró, pues el mismo castaño se lo había hecho prometer.

Cumplir sus sueños.

—Lo sé —suspiró pasando saliva con dificultad.

Amapola lo observó detenidamente, su hijo ya no era un niño y, eso aunque era bueno, pues ya sería todo un hombre, dolía pues las cosas de la adultez no siempre es eran cosas buenas. Madurar trae la consciencia y las duras decisiones que van trazando caminos a seguir.

Ella suspiró con pesadez.

—Anda, vamos...—hablo levantándose y agarrando el brazo de su hijo en el proceso, —Te hice un delicioso desayuno y te vas a tu viaje mi amor —dijo ella con una sonrisa, él no le correspondió —. ¿Si? Mira que no quiero que te mal paces con la comida en ese viaje, por favor hijo, ¿si?

—Si mamá, lo intentaré. No te preocupes que lo tentaré —dijo él mirando el suelo y respiró hondo.

—No lo intentarás, lo harás hijo, lo harás.

Él ya no respondió nada y solo se dejo guiar por su madre al comedor.



Pancho caminó hasta la habitación de su hijo y entró viendo la camilla de Cuauhtémoc.

—Mi amor... Hijo —tocó su mano y besó el dorso con cariño—. ¿Si sabes verdad? El Aristofanes se irá a Monterrey pa' chambear y hacerse rete artista, ya sabes, el muchachito quiere ser un “super star”, ya sabes, cada quiere tiene su sueño. —Comentó Pancho con una sonrisa y peinó con los dedos el cabello de su hijo detrás de la oreja—. Y sé que lo extrañaras hijo, le pediré que llame, que me llame pa' saber de él y hablarte de lo que pase con su vida.

Cuando habla el Corazón (Aristemo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora