CAPÍTULO 25° PARTE 1/2

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——Cuando el tiempo se detiene con brusquedad, desmorona los castillos de arena, que son espernaza e ilusión del alma——

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Pancho subió a la habitación de Julio después de hablar con Diego, le había llevado bastante procesar, se lo dijo y se lo preguntó.

¿En realidad era correcto juzgar un niño por no entender y cometer un grave error?

No, si le daba la espalda ahora, el niño se resistiría, pero era mejor dejarle en claro que había estado haciendo mal, que los actos tienen fuertes consecuencias.

Quitarle el voto de confianza le enseñaría a madurar y aprender de sus errores, el camino hacia la madurez no sería fácil se seguía pretendiendo que no hay consecuencia.


Julio lloraba en su habitación, tendido en su cama.

Cuando Pancho llegó frente a la puerta de Julio la tocó.

—<Julio abre la puerta.> —Dijo él volviendo a golpear la puerta un par de veces más y Julio no lo pensó de nuevo y fue a abrir. —Julio.

Al abrir la puerta lo primero que vio Julio fue el rostro ilegible de su padre, este estaba como nunca las había visto, frío y mirada dura.

Lo sabía y estaba castigándolo con su indiferencia.

Dolía peor que un golpe, en realidad, Pancho López jamás le había puesto una mano encima, ni a él ni a otros de sus hermanos que recuerde.
Internamente Julio desearia eso a su frialdad, esa mascara que pocas veces ha visto y que duele, duele en el corazón.

Estaba decepcionado.

—Papá... —Sollozó mirando a su padre. —¡Papá perdoname! —Dijo abrazándose a él. —No sabía lo que hacia, lo juro, solo era un niño que no entendía nada. ¡Pero quiero a mi hermano, lo juro por mi mamita Rebeca! —Dijo él con sinceridad, pero Pancho no lo abrazó, eso le dolió aún más, si era posible tal cosa.

—Si Julio. —Dijo Pancho con esa voz seca que aveces escuchaba usaba con los hombres de negocios, cuando era necesario, ¿era ahora necesario? Y en silencio entendió que sí. —Pero entiende, esto no es solo tu. Esto involucra a Temo. Y creeme Julio, la confianza que te tenía se ha reducido, tendrás que hacer méritos para ganarte mi confianza y la de tu hermano, si es que no mientes en eso que lo quieres. El que quiere no hace daño Julio. No lo hace como tu. —Dijo él y el niño sollozó abrazándose más a su padre, pero este en ningún momento le correspondió.

—Papá... Perdoname.

—Es a Temo a mi que debes pedirle perdón. —Dijo él sin piedad, apartó al niño de él. —No a mi, a mi no me mataste ¿o si?

Julio se tapó los ojos hipando, negando al mismo tiempo.

—No me quiere perdonar. —Dijo él sollozando, sintió las manos cálidas y grandes de su padre sobre sus hombros y no se sintió valiente para mirarle.

—Pues lucha. —Dijo Pancho, —En realidad es mi culpa. Por tratar de dejar que aceptaras a tu hermano, por darles a ambos su espacio y permitir que se alejaran. —dijo él y Julio negó, su padre no tenía la culpa de nada. —Sólo eras un niño. Pero yo solo quería su bien. Solo espero que Temo te llegue a comprender. Deja que su corazón sane.

—¿Aun me quieres? —Preguntó con esperanza pintando su voz. Pancho apretó los dientes, lo atravesó con la mirada y Julio se sintió aún más infeliz.

Cuando habla el Corazón (Aristemo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora