Decir que el lugar era enorme era un eufemismo.
Era como uno de esos castillos grandes de los que Alessandro había visto en sus libros. La mansión era aterradora de por fuera, estaba hecha de pesados ladrillos color marrón los cuales eran cubiertos con follaje verde. Era como será naturaleza estuviera luchando por tragarse cada ladrillo y prevalecer entre todos ellos.
Pero no era la casa enorme lo que los asustaba, era la gran cantidad de hombres vestidos trajes caros alrededor de la propiedad.
Todos portaban una cara amenazante, los miraban silenciosos y llenos de curiosidad. Unos les daban una segunda mirada mientras que otros los miraban de reojo y ignoraban. La entrada constaba de una pesada puerta de madera la cual tenía dos Águilas pesadas grabadas. Un anillo de oro funcionaba como timbre, era gracioso como una puerta tan amenazante podía ser al mismo tiempo tan anticuada.
Pero no fue hasta que cruzaron las puertas se dieron cuenta del verdadero aspecto.
El aspecto viejo de por fuera no era lo mismo del aspecto pulcro y lleno de elegancia de por dentro. Grandes candelabros adornaban el techo, mientras que pulcros pisos de mármol estaban a sus pies. Era fácil darse cuenta del sonido de las pisadas, como si de suelas de metal se tratasen con cada paso. Había mesas aquí y allá llenando los espacios vacíos, todos con floreros gigantes llenos de flores frescas y hermosas.
El salón era un cuarto abierto en donde solo pinturas y mesas con jarrones adornaban el entorno. Como si de un museo se tratase. En medio de aquel lugar, se encontraba una escalera de caracol que conducía el segundo piso, tan grande, que era una invitación a subir.
Entonces otra persona vestida de negro salió de entre las sombras. Era grande, se notaban los músculos en sus hombros. Las costuras en su traje negro eran como si lucharan por contener su gran figura. Tenía el pelo negro salpicado de algunas canas y, una barba prominente que contrastaba con su cabello. Además de un par de ojos marrones lleno de... dureza. Todo en aquel hombre era dureza, hasta que palabras salieron de su boca.
—Amore mio, sapevo che stavi bene.—Saludó un con felicidad y dulzura a Becca besándola en ambas mejillas y sonriéndole abiertamente.
—Tío Niccolò, ¿están papá y mamá aquí?—Saludo la muchacha llena de pesadez, los acontecimientos del día empezaron a hacerle factura haciéndola lucir cansada.
El hombre negó mirándola con preocupación.
—No tesoro mio, tus padres solo me dijeron que llegarías, ma non l'hanno detto accompagnato...—Termino con un poderoso acento italiano lleno de intriga mirando de reojo a los dos hombres que la escoltaban lado a lado como si de guardias se tratasen.
Becca sonrío.—Tío Niccolò, este es mi novio que traigo arrastrando desde mi ultima sesión en Inglaterra y un amigo que traigo arrastrando desde el Vaticano; por favor, se amable.—Pidió la misma señalando a sus acompañantes.
Niccolò era una persona peligrosa, podrías verlo desde su traje apretado por los músculos debajo del mismo y por la mirada fría a través de los ojos marrones del hombre. Pero, era un poco simpático también. Podías ver qué era un hombre de familia al cómo se alegraba al ver a la muchacha que tenía enfrente, pero también había desconfianza en sus ojos.
Fue por eso que no miro a los dos muchachos que venían junto su sobrina con odio, más bien con un poco de curiosidad. Los evaluaba con la mirada, calculando..., juzgando. Pensando si debía de confiar en un par de desconocidos dentro de su casa. Por qué eso eran: desconocidos.
ESTÁS LEYENDO
Votos Prohibidos ©
RandomUn devoto, un amor y una confesión. Aun los más santos se van al infierno. ¿Si quiera merece ir al averno? No, un ángel como Alessandro no lo merece. Y tu, ¿te confesarias con él? #1 No apta para menores [100601] #122 prohibido [190811] #100 inocen...
